Capítulo 2 ~INGRAVIDO~

8 1 0
                                    

Kiel

Los sucesos de nuestro pasado siempre influyen en nuestra manera de ver la vida, aquellos que sufrimos a causa de otros, nos hacen pensar que estamos limitados mentalmente, haciéndonos creer que nuestro mundo gira en torno a ellos, poniendo una venda limitante. Por ellos es que siempre evado a los demonios que me susurran idioteces al oído, uno mismo decide si le afectan por más tiempo o pone límites a sus miedos y decide continuar.

He crecido bajo la sombra de mis hermanos, siendo el hijo <<defectuoso>> como ellos me nombraban solo por el hecho de interesarme otras cosas, mi comportamiento siempre enfadaba a mi padre. Mientras mis hermanos aprendían sobre combates de espada y entrenamiento estricto, yo me encontraba encerrado en la biblioteca leyendo distintos libros donde adquirí varios conocimientos y por las noches entrenaba a escondidas junto a una pandilla de supuestos ladrones << lo eran sin embargo fueron buenos conmigo>> gracias a ellos aprendí demasiado sobre la dura vida que llevaban los plebeyos, deseando poder ayudarlos insistí a mi padre en escuchar sus plegarias para más tarde darme una bofetada por pedir ayuda para los más necesitados...dolió pero valió la pena.

En mi adolecía me convertí en un joven rebelde haciendo enojar a mas de uno en casa, siempre me encerrában  en la torre del castillo, poniendo miles de candados y cadenas mi alrededor y ninguna vez me queje ya que el poder mental imaginativo nunca me dejó solo, creando historias que solo yo conocía y pasmaba en las hojas de libros que mas tarde guardaba en la biblioteca.

Que buenos tiempos...por ahora bebo el té sentado en el jardín de mi nueva residencia.

Nunca me importo la opinión de mi familia, sin embargo, dolían las palabras que soltaban en mi nombre llegando a pensar que soy una total basura, tal vez sea cierto y soy un fracasado...

Aun así, mi fuerza mental es más fuerte dándome ganas de vivir y ganarme el mundo por mi esfuerzo y no el de mis padres, haciendo crecer mi propia riqueza y siendo el hombre que siempre quise ser.

—Amelia, trae mi desayuno—pido a la nueva sirvienta que no deja de mirarme llegando a ser incomodo.

—es Minerva, señor-me corrige.

—como sea, trae mi desayuno. —mientras espero, mi mente comienza a recordar sucesos de aquel baile.

Mi cuerpo se estremece al recordar el baile de hace unas semanas donde vi una belleza con esencia exótica que nunca antes había visto, he asesinado miles de veces y nunca consigo satisfacer este deseo infernal...pero en cuanto la vi sentí que una parte de mi comenzaba a sentirse diferente y desear verla todo el tiempo, tocarla y disfrutar de ella.

No es una obsesión, es una necesidad.

Durante el día me encargo de mis negocios atendiendo a socios y firmando papeles en donde más de uno trata de compaginar conmigo logrando bajarles el porcentaje de compras. Quedo totalmente exhausto al terminar mi jornada de hoy...hombre rico pero miserable, bueno, viéndolo de esa forma no suena tan mal.

—lamento interrumpir mi señor, pero hay alguien que pide verlo urgentemente.

—¿Quién es?

—dice que viene del reino de Astoria.

Miro a través del ventanal observando el carruaje con la insignia de mi familia , veo cuan desesperado esta mi padre por encontrarme, solo para hacer algo que no deseo.

Nadie sabe nada de mi en este lugar, soy libre y así quiero seguir.

—hazlo pasar.

abren la puerta estruendosamente dejando pasar al hombre que mas aborrezco.

—mira nada más, pero si es el...duque? ...Bien querido amigo, debemos charlar un momento.

Príncipe insurgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora