Carpinchos
Es un barrio tranquilo, al menos eso creíamos. Sólo hubo pocas veces violencia por la delincuencia y se vio alterada la paz barrial. Algún sobresalto por un robo de un auto, también aquél incidente por el cual se instaló finalmente, la alarma vecinal, en fin todo parecía ser una noche más. De repente se oyó un ruido muy extraño en el patio del fondo, todos reaccionamos de la misma manera, nos quedamos petrificados, absolutamente quietos...escuchando.
Mi hijo mayo salió empuñando un martillo, no se quedaría tranquilo ante ese sonido que ahora parecía ser algo o alguien, sumergiéndose. Miramos por las ventanas y nada. Inmediatamente un estruendo, el sonido de un disparo. De pronto comenzó a sonar la alarma y varios vecinos comenzaron a asomarse por las ventanas, otros salieron despacio mirando a ambos lados. Todos con ropa de cama, o desalineados, era ya casi media noche. Todos dormían tranquilamente hasta que todo este alboroto los despertó e intranquilizó. Mi hijo que no encontró nada en el fondo ya estaba en la vereda. Doña Rosita se adjudicó el tiro, con el susto que se pegó después de los robos, había aprendido a defenderse. Milagrosamente nadie salió herido. Miramos hacia ambos lados hasta que el primero gritó, desde la vereda de enfrente, tranquilos son dos carpinchos que andan dando vueltas, y detenida la sirena vecinal y sin salir del asombro, Juan Carlos un vecino cercano, también comentó en voz alta que había visto un carpincho revolviendo la basura. Ese roedor pudo haber hacho semejante revuelo, pero también Juana, una señora grande, agregó: en mi jardín vi a dos de esos bichos que trataron de morder al cachorrito, nuestra mascota, ¡menos mal que salió ileso el pobre!
Así se sucedieron los relatos de quiénes habían divisado semejante invasión, también habían ocasionado un choque de autos. Pero alcanzaron a esquivarse bastante bien y solo fue un raspón. Seguidamente comenzó la disputa vecinal, deberían dejarlos tranquilos, son animalitos inofensivos, mientras que otros sostenían que había que sacarlos del barrio o atacarlos. Iniciado el debate alguien acotó que ya había llamado a la policía, justo cuando comenzó a escucharse la sirena. Bien definido los simpatizantes o empáticos de los atacantes a los invasores, llegó otro auto con un personaje que decía ser el biólogo, cuidador del medio ambiente, de la sección "fauna autóctona" diciendo que debían devolverse a su hábitat natural.
¿Qué medida sería la más apropiada? Conservar la fauna sin duda era la mejor opción, esos animalitos regordetes seguramente volverían a su lugar de origen. Donde está ubicado el barrio, muy lindo, con jardines y arboleda, era antiguamente un humedal habitado por familiares de los mismos carpinchos. Con la nueva construcción, debieron emigrar, pero pasado el tiempo, regresaron. ¡Cómo cambió doña Rosita frente a una amenaza!, después de la terrible experiencia de los asaltos, se volvió valiente y osada, como pudo disparar ese proyectil, antes hubiera sido impensable. El resto de los vecinos aunque se alarmaron, tomaron el sartén por el mango, haciendo sonar la alarma y llamando a la policía.
A pesar del frío de la media noche todos estábamos a la espera de ver qué se hacía, cuál era la resolución de esa situación tan particular, pero claro en ese momento no se podía resolver nada. Debíamos esperar. Y con el correr de las horas, los días, las semanas, veríamos que todo de a poco se convertía en la nueva normalidad, con flores, árboles, sol y carpinchos.
Según las autoridades la naturaleza iba a ordenarse, equilibrarse, autorregularse, sin embargo siguieron multiplicándose habitando el barrio. Además de volvernos de a poco expertos, sabiendo que son una especie en extinción. Que no atacan a los humanos, que solo se defienden si son atacados, y que hay que dejarlos merodear tranquilos. Aprender a coexistir con ellos, nos sobrepasa, porque venimos de dos años de amedrentamiento por la pandemia de covid-19. Estos animalitos se ven aparentemente inofensivos, pero ocasionan varias alteraciones en la comunidad, pueden producir accidentes, sobre todo con los niños, o lastimar a los perros, morder a gatos, sin contar que pueden llegar a atacar a algún desprevenido que pensando que va a ser atacarlo, le propine un golpe y el animal reaccione atacándolo también. Mientras esperamos que se tomen las decisiones apropiadas, vemos cómo esta especie sigue "in crescendo" en nuestros fondos y jardines.
