1. Mudanzas

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Apenas quedaba una semana para mis dieciocho y no sabía cómo celebrar la esperada y mágica fiesta. La zona en la que vivo es muy tranquila, ya que toda mi calle la habitan personas mayores. Al lado de mi casa vivía una pareja muy simpática, pero por temas económicos tuvieron que mudarse. Estoy en el suelo del baño maquillándome para salir a dar una vuelta con mis dos mejores amigas, Susana y Gabriela, y si, os preguntareis que hago en el suelo cuando tengo un espejo gigante y una buena luz ahí arriba, simplemente comodidades extrañas. Escucho el timbre sonar, deben ser ellas, me apresuro a cerrar el pintalabios y salgo corriendo hacia la puerta. La abro bastante agitada y las saludo.

-Hola her... hermanitas.-- con una sonrisa intento coger algo de aire.

-Tía apúntate al gym pero ya.- Por un momento ignoro el comentario de Susana.

-Susi tu ni siquiera sales de casa.- dice Gabriela en tono burlón, ambas reímos.

Les doy paso para que entren y subimos a mi habitación. Voy hacia mi armario e indecisa no se que ponerme, por dios por que me cuesta elegir tanto, aunque mi armario este lleno tan solo tengo un par de conjuntos que gasto siempre. Corriendo percha tras percha ¡walá! un top blanco y una falda verde de florecitas iluminan mis ojos, salimos a la calle y...

-¿Pero que? Que mierda es esta, está lleno de basura.

-Eww, hay papeles sucios. *Se queja Susana*

-¿Qué clase de vecinos tienes ¿Unos ecologistas?.

-Tiaa.. Hay una bolsa de basura abierta.

-¿Parecen hojas de árbol mojadas?. Nos quedamos observándonos una a una.

Salimos de allí como pudimos y nos fuimos al bar "Le Petit Zinc, un restaurante tranquilo, música de ambiente y una comida y bebida deliciosa. Estábamos mirando la carta y vino el camarero para apuntar.

-Yo quiero un gofre de nutella con una bola de helado de vainilla.- Dije.

-Yo y Gabriela un crepe de.. ¡¡Aahh!!- Susana y todo el bar gritó con miedo, el buen clima que había desapareció por segundos, todo estaba oscuro y frío.

-¿Qué es ese ruido? .- Me giré atemorizada y ví a una chica pelirroja corriendo bastante asustada, su dulce cara miraba a todos lados con pánico, me torcí hacia mis amigas para que miraran y cuando nos dimos la vuelta ya no estaba.

-Al parecer ha sido un rayo, todo bien.- Aclaró el camarero.

Estaba bastante confusa pero decidí no darle importancia y disfrutar mi tarde de amigas.

Ya eran las 12 de la noche, por fin llegué a casa, me dolían los pies de estar tanto tiempo fuera, me acomodé en mi cama, aún pensaba en esa chica, su cara se me había grabado en la mente, se veía tan asustada y tan indefensa.

No podía conciliar el sueño así que decidí leer un libro de mi pequeña estantería, era un libro de esos que te hacen reflexionar sobre la vida, aunque no le veo sentido de encontrar lo bueno de tener un mal día.

Al día siguiente vi que dormí encima del libro, me había dormido leyendo, me vestí muy simple, me fui con mi pelo alocado, parecía un león, pero no importaba, me lo ordené un poco con las manos y salí hacia una cafetería. Salí y ahí estaban los nuevos vecinos.

Mientras cruzaba mi pequeño jardín para salir a la calle, vi que la puerta de la casa de al lado estaba abierta, entre ella un montón de cajas repletas de piedras, botes y comida extraña. Dejé de observar las cajas y levanté la mirada, había un chico, al verlo me puse nerviosa, ya que parecía de mi edad. Me mira fijamente extrañado.

𝐁𝐑𝐔𝐍𝐎 (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora