5. Martes. Olor a vainilla.

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Decidí que pasar por él y llevarlo a la escuela podría sumarme puntos, así que estacione mi coche fuera de su casa y toque el timbre esperando una respuesta.

El portón principal se abrió y visualicé a una hermosa joven de cabellera larga castaña y cuerpo esbelto.

—¿A quién busca? —preguntó seriamente.

—Busco a Choi Soobin —dije sonriendo y pasando mis manos por mi cabello rubio, ella siguió el movimiento de mis manos con sus ojos.

—Está bañándose pero puedes pasar y esperar —mencionó finalmente.

Entré con gusto y sonriendo, siguiéndole, la casa no era muy grande, pero tenía un jardín perfectamente cuidado.

Dos perros me ladraban y me burlé de ellos mostrándoles mi lengua al ver que estaban amarrados.

Infantil. Lo sé.

Dentro de la casa había poco desorden, otra chica igual a la que me había mostrado el camino se encontraba barriendo, por lo que supuse que eran gemelas. O podrían ser robots, reí por la idea tan descabellada.

—Por aquí por favor —seguí a la chica del principio al segundo piso. —Está es su habitación, puede esperar.

—Gracias, ¿no le dirás que estoy aquí?

Ella me miró nerviosa. —¿Eres su amigo no?

Asentí y ella suspiró, no era exactamente su amigo pues apenas nos conocimos ayer, pero creo que ella no debía saberlo.

Entré y me acomodé en su cama destendida, mire por lo alrededores, todo era demasiado colorido, las paredes moradas con amarillo lastimaban mi vista, algunas fotos estaban pegadas en la pared de enfrente. Aprovechando que la regadera aún sonaba me levanté para mirarlas, eran fotos de dos personas, él y reconocí al otro chico porque era uno de los populares.

Choi Beomgyu del taller de Teatro, admirado por su gran talento en la composición y el rap, suele hacer mini conciertos callejeros y yo había asistido a tres, sabía que se volvería famoso algún día y quería presumir "yo conozco a este chico, fui a uno de sus conciertos".

Se veían felices en las selcas.

Me quede ahí embobado, la regadera había dejado de sonar y Soobin que había salido del baño me miraba extraño.

Piel pálida, delgado, piernas bonitas, cabello revuelto y húmedo, olor a vainilla por todos lados desde que entró, ojos pequeños pero sin las gafas horribles. Recorrí su cuerpo con mi mirada, sólo estaba en bóxer y tenía el cuerpo ligeramente marcado.

Unos arreglos más y podría considerarlo jodidamente guapo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a recogerte para llevarte a la escuela, ya sabes como agradecimiento, hoy podríamos repasar dos materias.

Él no dijo nada, hizo un gesto con los labios que no supe descifrar. Curvándolos levemente.

—Espera a que me cambie por favor, perdón por el desorden.

—No te preocupes yo soy peor —aseguré.

—¿Ya desayunaste?, puedo pedirle a Nako que haga algo también para ti.

—Eso sería de gran ayuda, vine directo aquí desde que me levante, por cierto me gusta tu olor a vainilla.

Él me miró terminando de abrocharse los pantalones holgados que ocultaban sus bonitas piernas y asintió. —A mi también, por eso uso productos con fórmulas de vainilla.

𝑆𝑜́𝑙𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎 "𝑌𝑒𝑜𝑛𝑏𝑖𝑛"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora