🐺Prólogo🐺

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Mark le agradeció a todos los presentes de la manada por las felicitaciones y cuando estuvo seguro de que nadie lo vigilaba se escabulló buscando al Alfa que faltaba, dudaba que se dieran cuenta muy pronto si su hermano los entretenía.

Ya no era un cachorro, ahora tenía veinte y eso merecía una debida celebración, Mark sonrió al ver a Dian fumando un cigarrillo, siempre que estaba nervioso tenía la mala costumbre de hacer eso.

Mark caminó silenciosamente y colocó las manos sobre sus ojos oscureciendo su visión, inconscientemente llevó su nariz al cabello negro del Alfa y aspiró, su aroma era embriagador hasta el punto en el que lo hacía sentir borracho.

Dian sonrió y con su mano libre tocó sus manos, el toque se sintió tan correcto que lo hizo suspirar.

—Ya sé que eres tú, cachorro, tu aroma está por todas partes —Mark quitó las manos y gruñó.

—Deberías dejar de decirme cachorro, ya no lo soy.

Dian se carcajeó y le revolvió el pelo como hacía desde que era un niño, Mark empezaba a odiar ese gesto.

—De eso hace sólo unos minutos, no te emociones tanto.

—Dian —él ladeó la cabeza y lo miró con esos ojos marrones que lo volvían loco.

—¿Uh?

—Ya no soy un cachorro, ¿puedo besarte? —Dian retrocedió en shock, Mark lo veía venir.

—¿Qué? ¿De que estás hablando?

—De pequeño te pedí un beso, dijiste que cuando no fuese un cachorro me dejarías hacerlo —Dian le dio una calada a su cigarro y negó.

—Mark, soy tu tío, eso no puede pasar.

Mark resopló.

Dian siempre le gustó, pero no como un tío, le gustaba como un hombre y por eso esperó tanto tiempo para este momento, para demostrarle que iba en serio.

—No somos consanguíneos, eres el hermano del compañero de mi tío, y ni siquiera compartes sangre con Milo. No me vengas con excusas ridículas.

—Te vi crecer, cachorro, ¿sabes lo que sugieres? —Mark se peinó hacia atrás el molesto cabello rubio que cayó sobre su frente y lo fulminó con la mirada.

—Lo prometiste.

—Eras un cachorro, eso fue cuando tenías siete. ¿Cómo lo recuerdas aún?

—Una promesa es una promesa —Mark se acercó a él, Dian siguió retrocediendo hasta que su espalda chocó con la puerta del garaje, el cigarro quedó olvidado sobre el suelo.

—Mark...

—Dian, necesito esto —murmuró sobre sus labios, Dian aguantó la respiración y se alejó como pudo.

—Somos Alfas.

—¿Y qué? Mis padres son Alfas —Dian suspiró, Mark pudo sentir su aliento, sus colmillos se alargaron de ansiedad, Dian colocó las manos sobre su pecho y presionó.

—No somos lo mismo.

—¿Por qué estás tan asustado?

—Porque estamos solos en medio de la noche, cualquiera podría malinterpretar esto.

Joder, a él no le importaba lo que los demás pensaran sobre ellos, podían irse al infierno si así podía probar a Dian de una vez por todas.

—Deja de pensar —dijo inclinándose hacia su boca, Dian giró su rostro.

—Cachorro.

—Ya no soy un cachorro, puedes hacerlo, sé que quieres —Mark estaba desesperado y este lobo seguía negándose a sus adelantos.

—Detente —gruñó Dian agarrándolo con fuerza.

Mark sabía que podía deshacerse de él, tenía el doble de su edad, era más fuerte, pero no quería hacerle daño y se aprovecharía de eso.

—Dian, por favor.

—Estás confundido.

Mark gruñó, esto no podía ser en serio, ¿confundido? ¿sobre algo tan importante como esto? Eso era imposible, sus padres hablaron con él y su hermano sobre este sentimiento, esta necesidad, no estaba equivocado.

No podía estarlo.

—No lo estoy, sé que puedes sentirlo.

—No siento nada.

—¡Mientes!

—No lo hago.

Mark mordió su labio inferior.

¿Qué pasaba con esta situación? No podía estar equivocado, pero entonces, ¿por qué Dian lo rechazaría con tanto empeño?

—¿Dices que esto que siento es un simple capricho?

—Sí.

—Dian.

—Aléjate de mí.

Mark lo ignoró y lo agarró del pelo forzando a que sus bocas se unieran, fue torpe, Mark nunca había besado a nadie esperando por él, pero Dian no se movió.

Enojado mordió su labio inferior haciendo que Dian abriera la boca, nunca antes lo hizo, pero sabía lo que tenía que hacer, su lengua se enredó con la contraria, Dian estuvo reacio todo el tiempo haciendo que fuese una experiencia amarga.
Mark se separó y vio el rostro enojado de Dian, sus ojos estaban completamente dorados y le gruñó algo que terminó de romper su corazón.

—Espero que valiese la pena, Mark, porque no quiero saber nada más de ti.

Mark se agachó y apoyó la espalda en la pared, no, en realidad no valió la pena.

¿Qué carajo fue eso? Estaba seguro de que él era su compañero, pero Dian lo miraba como si fuese el enemigo.

Estaba equivocado, admitir eso era difícil cuando su lobo lloriqueaba por seguirlo.

Mark se puso de pie y regresó a su fiesta, Dian no estaba por ningún lado y eso lo hizo sentir peor, lo quería ahí con él, pero el lobo seguiría rechazándolo no importa qué.

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Predestinados IV: Lazos de Familia (AlfaxAlfa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora