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Hogsmeade era ese lugar que al igual que Hogwarts, tenía muchos recuerdos bonitos. El mapa del Merodeador les ayudaba en ciertas ocasiones, o cuando se querían dar una pequeña escapada y aprender a memorizar todo y cada uno de los lugares, como si el mapa estuviera impregnado en un cerebro fué de buena ayuda.
George y Lydie habían llegado a Hogsmeade, era su último día en el castillo, querían aprovecharlo y después pasar a despedirse.
Hogsmeade era un lugar especial, aparte de ir a abastecerse para hacer sus grandiosas bromas en la tienda de Zonko, Honeydukes se encontraba en segundo lugar favorito de todo Hogsmeade.
George y Lydie caminaban por las nevadas calles del pueblo mágico, recordando la primera vez que vinieron, se vieron así mismos abrigados y corriendo hasta llegar a la tienda de Zonko, entrando al lugar como si de un tesoro de oro se tratase.
—¿Y a quién le gastaremos bromas? —preguntó Lydie mientras veía todos los artículos de bromas
—A Slytherin, seguro no —respondió George
—Entonces... A su hermano
—Algo mejor —Fred la miro—. Toda la escuela
Ella abrió mucho los ojos —Y por toda la escuela —se señalo a si misma—. ¿Nosotros también?
—Algo así —George la rodeo con su brazo
—Locos les queda corto —suspiro—. ¿Qué tan malo es?
Los gemelos se miraron entre sí para después mira a su amiga, ella los miro esperando que dijeran algo, pero en seguida ella supo que la broma sería más que buena solo que a ellos también les perjudicaría un poco.
—Aún lo recuerdas —George miro a Lys quien sonría con nostalgia
—No nos bañamos por casi tres semanas —ella miro a George—. Por suerte, mi cabello no sufrió daños
La gran broma de su tercer año, tenía que ver con el agua, bombas fétidas y un raro cambio de color de cabello, no a todos los alumnos les tocó lo mismo, pero si tuvieron que soportar sin bañarse por unos cuantos días.
