Capítulo I

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Harper.

La lluvia de ese día era de las cosas más extrañas que había visto desde hace mucho tiempo.

Pues, aunque el cielo caía a cántaros, el sol estaba ahí, resplandeciente y sobre todo enfundando lo que para mí era un presagio.

Nunca había visto algo así, pero como mi padre siempre dice:  "La vida está llena de cosas nuevas"; sin embargo, aquel día, muchas cosas nuevas cambiaron en mi vida o una parte de la forma en la que percibía lo que mi vida era.

De alguna forma el observar lo que pasaba fuera de mi ventana me reconfortaba un poco.

El color del cielo era gris casi por completo, los pequeños tramos de sol que desbocaban aún tenían matices de un tono azulado precioso.

Sonreí.

Mi madre estaba apoyada en el marco de la puerta de mi habitación; su cabello rubio adornaba su rostro, era preciosa.
Entornaba una risa tierna, con esos labios tan delgados y finos, y su pequeña nariz llena de pecas.

—¿Maravillada por el clima? —murmuró mientras caminaba a mi lado.

—Jamás había visto algo como esto.

—Tampoco yo. —su voz me pareció soñadora por un momento —Anda vístete, he invitado a los vecinos nuevos a cenar.

—Vecinos nuevos —le miré dubitativa, mi ceño se frunció un poco, a lo que mi madre río —¿Y los gemelos?

—Hablé hace unos días con Lia, quiere que los bebés conozcan a sus abuelos y se fueron a México.

—¿México? ¡Ya estaba comenzando a enseñarles a hablar!

—Lo sé Harper y podrás enseñarles cuando regresen, pero ahora se te hará tarde si no te duchas, llegarán en media hora. —Arqueó una ceja y salió de mi habitación.

Mierda.

Bostecé con demasiada pereza.

Caminé hacia la ducha, frotándome los ojos, choqué con el escritorio que estaba opuesto a la ventana y tiré un montón de apuntes de física.

El estruendo me hizo cerrar los ojos y el ardor en mi pie comenzó a hacerse muy intenso.

—¿Harper? —se escuchó la voz al unisonido de mis padres.

Ahogué un grito y acaricié mi pierna con dolor.

—¡T-tropecé!

Ninguno respondió, los tropiezos eran bastante usuales para mí, pero en mi imaginación pude oír un claro "Lo sabemos Harper, solo queremos saber que estás bien"

Entré al cuarto de baño, me miré en el espejo y me di cuenta que, por el dolor estuve reteniendo el aire también; mi cara estaba roja completamente y me veía como en una caricatura.

Me quité la ropa y suspiré.

La idea de tener vecinos nuevos no me hacía mucha gracia.

Mis experiencias con vecinos no solían ser como yo esperaba.

Pero tendría que acostumbrarme en algún momento a los cambios.

Odiaba la idea de la adaptación, pero tenía que adaptarme si quería sobrevivir.

Estaba totalmente de acuerdo con salir del área de confort, pero esa regla no aplicaba en mi caso.

Era torpe y si salía de mi zona de confort, todo salía mal.

Era otro nivel de torpeza, y tal vez también que soy muy distraída.

Hacía cosas a las que ya estaba acostumbrada y sabía que no podía estropear, no importaba lo jodido que se escuchara, eso era lo que tenía para dar; estaba en una etapa de mi vida en la cual todas y cada una de mis decisiones eran de suma importancia, por eso cuidaba de mi misma siendo rutinaria.

Notas del Invierno.Where stories live. Discover now