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—CAPÍTULO TRES:
UNA CHICA INDOMABLE.
═════ ◈ ═════RAYLA MIRÓ HACIA ATRÁS Y SUPO QUE LOS IBA A EXTRAÑAR MUCHÍSIMO. Pero ella debía irse, no podía perder más tiempo. Y ella sabía que con Ádora y Malakai no llegaría a cumplir sus metas. Grabó a fuego en su memoria sus rostros y por unos segundos se preguntó si los volvería a ver algún día. Deseaba hacerlo, pero no podía dejar que el sentimentalismo la retuviera. Soltando un sonoro y largo suspiro, se acomodó su mochila en su hombro y se dio media vuelta para dejar atrás el que había sido su hogar.
Su primera parada iba a ser el reino de la tierra. Tenía mucho que aprender antes de poder hacer algo contra la nación del fuego, ella solo era una joven con un entrenamiento básico de lucha y supervivencia. Debía aprender, saber con certeza que había pasado con el resto de naciones, como vivían ahora y si mantenían las costumbres de sus culturas. Ella quería honrarlas todas. Porque si en su mente se guardaba con detalle cada danza, prenda, color, tradición, pensamiento, ella podría mantener con vida cada cultura que aprendiera y algún día trasmitir todos sus conocimientos. Todo eso sería perfecto, y era a lo que ella quería aspirar, pero antes debía mejorar, aprender y plantarle cara a la nación opresora.
La nación del fuego no tenían razón de ser, ellos no pretendían coexistir pacíficamente, ni compartir conocimiento, ni mezclar culturas. Solo querían conquistar, anexionar, destruir y doblegar. Ningún buen sentimiento movía los intereses de los maestros del fuego. Su pueblo entero lo había vivido en sus propias carnes, ahora solo quedaban cenizas y unos pocos que pudieran mantener su existencia pendiente de un fino hilo.Así que acabaría con ellos.
Pasó días deambulando de un lado para otro, sobreviviendo en los bosques e intentando pasar desapercibida, evitando los pueblos y las ciudades.
Lo cierto es que tras días de viaje, se sentía agotada. Así que no supo exactamente como había conseguido llegar a Gaoling, pero allí estaba, caminando por sus calles.
Sentía sus últimas fuerzas abandonarla y no pudo hacer otra cosa que hincar las rodillas en el suelo.
—No puedo más— susurró agotada.
—Oye chica ¿estás bien?— inquirió una voz algo chillona e infantil.
Rayla quiso levantar la mirada y ver a quien le estaba hablando, pero lo único que hizo fue acabar desplomada en el suelo por el cansancio.
—Vaya faena... ¡eh holgazanes! Ayudadme a llevarla a mi casa.
Eso fue lo último que pudo escuchar antes de perder la consciencia, todo fue oscuridad para la joven la maestra.
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—¡Oye, tú, despierta!
Ella quiso hacerlo, pero sus ojos pesaban demasiado, y sentía todo su cuerpo entumecido.— Ádora, ahora no... me duele todo.— consiguió responder, su garganta le raspaba al decir aquello, tenía toda la boca seca.
—¿Ádora? ¿Qué dices, chica? No soy tu mamá si es lo que piensas.— soltó de nuevo esa voz chillona. No lo soportó más y abrió sus ojos, al principio parpadeó varias veces y sentía los pinchazos de dolor recorrerlos, le dolían bastante así que intento enfocar su vista aún con los ojos entrecerrados, pero luego fue acostumbrándose a la luz y logró verla con claridad.
Ya le podía poner un rostro a aquella voz chillona.
—Así que eres tú.— musitó ella aún con su garganta adolorida.
La muchacha pareció abrir todavía más sus redondos ojos de color grisáceo, Rayla los observó bien y cayó en la cuenta de su ceguera.
—Sí, soy yo y un "gracias" sería genial, sabes. He sido yo quien te ha salvado.
Entonces Rayla recapituló hasta donde su consciencia alcanzaba y era cierto, aquella pequeña muchacha la había ayudado.
Ella la observó más detenidamente y cierto sentimiento de agradecimiento y de culpa la invadió.— Muchas gracias, discúlpame. Aún estoy algo desorientada y he sido muy descortés.
Ella asintió satisfecha.— Sí, un poco. Pero no te preocupes, yo te habría mandado lejos con mi control tierra. Tú has sido todo un dulce.
A Rayla se le escapó una sonora carcajada que le dolió bastante, pero no pudo evitar reír ante la ocurrencia de la muchacha más joven.
—Me llamo Rayla, es un placer.
Ella levantó sus manos y las colocó en mis hombros— Todo lo que tú quieras, yo soy Toph— movió sus manos frenéticamente mientras negaba— Ahora vamos a desayunar.
Rayla no se atrevió a rechistar, así que con un poco de esfuerzo se levantó de la cama en la que estaba y observó con detenimiento la habitación. Ella supo al instante que estaba en una casa donde había abundante dinero.
Siguió a Toph por unos largos pasillos de color marroncito y muy luminosos. Hasta que llegaron a una increíble escalera, era majestuosa. Le sorprendió lo rápido que la bajaba Toph, ella se movía como si pudiera ver perfectamente.
Rayla también pudo destacar que se encontraba en una casa de la nación de la tierra, si algo traían muy característico las naciones, eran sus decoraciones y arquitecturas. Y ella amaba fijarse en eso, le fascinaría saberlo absolutamente todo.
—Le he contado a mis padres que eres una buena amiga de correspondencia con una familia acomodada y les he dicho que te quedarás un tiempo, ellos por supuesto no han puesto ninguna pega.
Frené de golpe, todavía estaba muy confusa ¿cuánto tiempo había estado inconsciente? Lo más importante ¿por qué aquella chica quería que se quedase allí? No comprendía nada. Parecía que Toph iba muy por delante de sus pasos y comenzaba a pensar que no había sido solo un gesto de buena fe cuando la ayudó, no. Le daba la sensación que más bien era por un fin, y eso no le gustó en lo absoluto.
—Cálmate.— le dijo Toph girándose hacia ella.— Siento tus nervios y es algo desagradable. Anda sígueme porque realmente ¡apestas!
Rayla sopló irritada —Pues creo que puedo decir lo mismo, chica.
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THE DRAGON DESCENDANTS (avatar: the last airbender)
FanfictionAgua, tierra, fuego y aire. Son los elementos fundamentales que rigen cada nación. Las naciones se encuentran envueltas en una descabellada guerra sin fin, la cual encabezaba la nación del fuego. Pero hay una persona que logrará acabar con ella, el...