Al abrirse la puerta entro una chica, delgada tenía el cabello negro, hasta los hombros, iba con una bata de esos que usan los pacientes, y llevaba enyesado el brazo derecho, no se le miraba bien el rostro porque llevaba una mascarilla quirúrgica.
- ¿Qué haces aquí?
-Vine a conocer a la chica nueva – su voz era tan bajita, casi infantil - me gusta conocer a los que vienen aquí.
-pues pierdes tu tiempo, yo no me quedare mucho tiempo, me voy mañana.
-Ah – la pelinegra bajo la mirada.
-Lo siento mucho - Ryle se dio cuenta que había sido muy grosera - estoy de malas y no es justificación para tratarte así. Solo que … me quiero ir.
-Esta bien. ¿entonces no me voy? -pregunto la chica algo tímida.
-No, dime que venias a hacer.
La chica saco una baraja de cartas y se las mostró.
- ¿sabes jugar?
-solo se jugar desmoche – respondió Ryle con una sonrisa que no le fue fácil ocultar.
- ¡perfecto! – la pelinegra se alegró al escuchar eso – es lo único que se jugar.
Ryle no se contuvo y se rio, haciendo que la otra chica también se riera. La pequeña habitación se lleno de las dos risas combinadas
- ¿Qué pasa si no supiera jugar a las cartas? – pregunto Ryle aun riendo.
-amm, no sé. Hubiéramos hecho otra cosa.
-De acuerdo. Juguemos, ya que no queda de otra.
La chica pelinegra, acerco una de las sillas, hasta la cama en donde estaba Ryle y comenzó a repartir las cartas, dándole nueve a Ryle y nueve ella.
En la primera partida, gano la desconocida y Ryle la molesto diciendo que había hecho trampa, la segunda también la ganó la pelinegra, Ryle comenzó a molestarse, odiaba perder a la tercera partida estaba a punto de ganar cuando la chica desconocida se sobresaltó.
- ¡oh, por Dios! – exclamo la pelinegra mirando el reloj que estaba en la mesa al lado de la cama – ya son las tres de la mañana.
- ¿y qué?
-Janice, siempre pasa a las tres y cinco por mi habitación, para ver que estoy dormida – la chica recogió las cartas rápidamente – podemos seguir la partida mañana.
-Lo dudo – respondió Ryle pasándole las cartas que ella tenía – me voy mañana.
La chica ya estaba en la puerta, pero antes de irse corriendo dijo:
-Creo que nos veremos muy pronto.
***Abrió lentamente los ojos, parpadeo varias veces para acostumbrarse a la luz, ahora si sentía el dolor en su nariz y en su brazo izquierdo, volteo a su derecha y en la silla que había dejado la pelinegra, estaba su papá, que en cuanto vio que esta, estaba despierta, se levantó, a abrazarla.
- ¿Pero ¿qué te paso? – pregunto Rafael, tomando las mejillas de Ryle, tocando su frente.
-Padre, ya basta – respondió de mala gana – estoy bien, solo sácame de aquí, ya.
-Creo que eso no será posible.
- ¿¡Qué!?La puerta se abrió y Janice entró con una bandeja de comida en mano.
-Buenos días – dejo la bandeja encima de la mesita desplegable que salía de la cama de Ryle – Debes comerte todo.
Ryle, miro la bandeja y se le revolvió el estómago, había demasiada comida para ella, y la verdad es que, si moría de hambre, pero había mucha grasa en toda la comida.
-Después de que comas, podrás bañarte – continúo hablando la enfermera.
- ¿y me podre ir?
La enfermera y Rafael se quedaron viendo, y este ultimo bajo la mirada en señal de culpa.
-Eso lo discutiremos luego, ahora debes comer – fue lo único que dijo Janice antes de salir de la habitación junto con Rafael.
Ryle, intento botar la comida, esconderla, pero tenia la sonda del suero en su brazo, ademas de que este le dolía, tomo aire y se lo arranco de un tirón, este estaba sangrando un poquito, caminó hasta el baño y volcó la comida por el sanitario, regresó a su cama y simplemente se tomo el jugo y puso la bandeja en la mesa del lado.
Minutos después Janice entro y vio que la sonda estaba safada.
- ¿Qué paso?
-No lo sé – Ryle mintió, era buena haciendo eso – Solo se soltó y no super que hacer.
Janice, limpio la sangre en su brazo y le coloco una bandita.
-Veo que te comiste todo – Ryle sonrió y asintió con la cabeza – bueno. Puedes ir a bañarte y luego vendré, a atraerte para hacer algunas cosas.
***La oficina de la enfermera, era bastante colorida, olía a canela que perecía que quería desvanecer el olor a detergente, Ryle estaba sentada y al lado se encontraba su papá. Rafael a pesar de estar en aire acondicionado, su sudor se echaba de ver, eso hizo que la chica comenzará a ponerse nerviosa.
Ryle iba a tratar de hablar con su papá, pero entro Janice la enfermera, con unos papeles en mano.
-Hola a los dos – saludo antes de dejar los papeles en la mesa – Ryle puedes venir acá por favor - la enfermera estaba frente a la báscula.
Ryle con cierta desconfianza se levanto lentamente y se subió a la báscula, tenía meses de no saber su peso exacto, ella solo sabia que estaba pasada de su peso y no quería pasar esa vergüenza con su papá y con una desconocida.
La bascula estaba fría y sus pies lo sintieron, cerró los ojos para no ver el número que esta marcaria.
-Ya puedes bajarte - escuchó la voz de la señora.
Ryle volvió a su asiento y la enfermera se sentó frente a ellos, anotó algunas cosas y luego cruzó los dedos, para verlos fijamente.
-Ryle, dime la verdad, ¿te comiste lo que te lleve hoy en la mañana?
-Si, usted vio que no había nada en la bandeja.
-Bueno, vas a tener que quedarte mas tiempo en el hospital.
- ¿¡Que!? – Ryle se sobre salto y se levanto de la silla - ¿por una estúpida nariz rota?
-Tranquilízate Ryle – le ordenó su papá – deja hablar a la enfermera.-No, papá no me voy a quedar aquí, solo porque me rompí la nariz.
-No vas a quedarte por la nariz – intervino la enfermera-
-y entonces ¿Por qué? o ¿para qué?
-Ryle, ¿Cuántos años tienes?
-17, ¿Por qué?
-A tu edad y con tu estatura que es de 1.65mtrs deberías al menos pesar 54kg, pero estas pesando 6kg, menos, Ryle, sé que no te comiste lo que te llevé, encontré rastros de comida en el baño. Te quedaras porque necesitas que alguien te ayude con tu trastorno. Tu papá ya firmó.
-Pero
-pero nada, Ryle vas a quedarte y ellas aquí te ayudaran
-No, a vos no te importa si me ayudan o no, tú lo único que quieres es deshacerte de mi y que me controlen para saber donde y con quien estoy, no porque me quieras.
-Ryle, no digas eso, lo hago por tu bien, porque quiero que estes bien, lo mas importante es tu salud.
-No te creo nada, pero ¿Qué otra opción tengo?, soy menor de edad y ya firmaste. Me debo quedar.
-ven conmigo – le llamó la enfermera -te llevaré a tu habitación.
-Habla como si esto fuera un hotel.
-Trata de ser mas positiva, y si pones de tu parte más rápido te iras de aquí.
Pasaron por varios pasillos, pero el que mas le dolió fue el pasillo de oncología, muchos niños conectados a aparatos para poder respirar, otros en quimioterapias que no paraban de llorar y llamar a sus mamás.
llegaron hasta su habitación, pero antes de abrir la puerta, Janice recibió una llamada.
-Vendré mas tarde, ponte cómoda, debo ir a atender algo rápido.
-Está bien.
La enfermera salió corriendo como si miles de avispas la estuvieran persiguiendo.
- ¿Esta no es tu habitación? – escucho una voz inmediatamente voltio y sonrió al ver que era la misma chica pelinegra del juego de cartas.
-Ahora lo será
- ¿Te quedaras? – Ryle solo asintió – te dije que nos veríamos pronto. ¿Por qué te quedas?
-Por una tontería que no tiene importancia. Oye a todo esto, ¿Cuál es tu nombre?
-Soy Saria – respondió la pelinegra con una enorme sonrisa
-yo soy Ryle.
- No olvides mi nombre, porque seré quien te enseñe a divertirte en este lugar.
-No creo que olvidar tu nombre sea posible.Ambas sonrieron sin saber el porque.
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Un beso a una estrella
Ficção AdolescenteTodos inician su historia de amor en el verano, en alguna fiesta, en navidad, pero la de ella, inicio en el hospital, mientras le sangraba la nariz, después de haberse peleado con su ex mejor amiga, sin esperar que ese día todo cambiaria y cuando di...