Capítulo 4. Compañeros

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Alexander

Ya es octubre, ha pasado un mes desde que empezó el curso y con ello llegan los exámenes, por lo que llega el momento de ponerse a estudiar. Así que decidió ir a la biblioteca, por lo menos una hora, ya que esa tarde también empezaban las clases de tenis.

Para ello, entró en WhatsApp para preguntar en el grupo que tenía con sus amigos quien quería ir a la biblioteca a estudiar con él. Jorge contestó que no le apetecía, Juan que no podía esa tarde, Víctor y Héctor irían más tarde con Andrea y Candela; y Ana le dijo que sí que podía, así que quedaron a las cuatro y media en la puerta de la biblioteca para que así le diera tiempo a estudiar bastante y llegar a tenis que empezaba a las seis.

Cuando llegó la hora a la que habían quedado, metió los libros, los cuadernos y el estuche en la mochila y cogió la raqueta de tenis y salió de su casa.

Al llegar Ana ya estaba allí.

— ¡Hola! — saludó la chica cuando le vió llegar.

— Hola.

— Vale... ¿por qué llevas una raqueta? — preguntó la chica extrañada cuando se fijó en lo que llevaba su amigo.

— Ah, porque después tengo que ir a tenis. Así no tengo que volver a mi casa.

— Tiene sentido — se rió.

— Sí. Bueno, ¿vamos?

Y con esto los dos entraron al edificio y se sentaron en una mesa que había libre.

Como el examen más cercano era el de Física empezaron por ese. Alexander iba resolviendo las dudas de Ana y viceversa, así era más rápido que estudiar solo, por lo que agradeció la compañía de su amiga. Además que fuese tan alegre y simpática hacía más ameno el estudio.

Durante esa hora y media no hablaron de mucho más que del temario que tenían que estudiar y se quejaron de la forma de explicar de su profesora, que ha decir verdad, si lo pensaban bien, habían tenido mucha suerte con esta profesora teniendo en cuenta al repertorio de profesores que había en el departamento de Física y Química.

Entre charlas, risas y ejercicios ya habían llegado casi las seis así que empezaron a recoger sus cosas.

Cuando salieron del edificio, Alexander se despidió, pero su amiga le dijo que le acompañaba hasta sus clases de tenis, porque no tenía nada que hacer de modo que se pusieron en marcha.

Iban bromeando sobre quién era mejor en esa asignatura hasta que ya estaban cerca de las pista y Alexander se empezó a reír. Su amiga, extrañada, siguió la mirada de este hasta ver a una chica con una raqueta de tenis colgada en la espalda bailando y tarareando una canción que supuso que estaba escuchando a través de los cascos que lleva puestos.

— Qué graciosa — comentó Ana riéndose por lo bajini.

— Sí — contestó el chico con un tono y una mirada con la que ella nunca le había visto antes.

Aún riéndose, Alexander aceleró el paso hasta llegar a ella para llamarle la atención tocándole el hombro. Cuando la chica sintió ese toque en su hombro se giró tan sorprendida que pegó un pequeño grito y se llevó la mano al pecho.

— Me cago en ti, Alexander, qué susto me has dado — dijo Selene intentando tranquilizarse mientras su amigo se seguía riendo. — Espera, ¿qué? ¿Alexander? ¿No me digas que me has visto hacer el tonto...? — recapacitó poniéndose como un tomate pensando en la impresión tan rara que seguramente le había dado.

— Cada uno de los maravillosos pasos de baile que has hecho — bromeó Alexander aún riéndose.

— Pues espero que lo olvides pronto, por favor — le contestó casi suplicando.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2021 ⏰

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