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Los primeros rayos de sol que se filtraron a través de la ventana, no consiguieron despertar al joven Agreste. Apenas había pegado ojo la noche pasada, y entonces el sueño se resistía a abandonarlo.

Estaba tranquilo. Al menos, hasta que el ruido de una puerta cerrándose, hizo que abriera los ojos de golpe, con una expresión exaltada en su rostro.

—¡¿Se puede saber por qué te pones así?! —Se escuchó la reconocida voz de la fémina, proveniente del pasillo.

—¡¿Que por qué me pongo así?! —Rebatió su pareja. Usando un tono cargado de hastío—. ¡Tienes a ese tipo encerrado, y ni siquiera me dices el por qué!

La azabache fue tras el varón con la impotencia reflejada en sus gemas. Llevándose las manos a la cabeza.

—No tienes porqué saberlo, tú... —Suspiró. Tratando calmar los nervios—. Solo confía en mí, por favor.

Él la analizó con los puños apretados y la mandíbula tensa. Recortando la distancia entre ambos.

—Siempre lo hago, amor. —La agarró de las muñecas y, de un impulso, la puso contra la pared. Fijando su mirada azulada a la de ella—. Siempre confío... Siempre estoy de tu parte...

Poco a poco, fue inclinándose sobre los labios de la muchacha. Percibiendo su cálido aliento, en el momento que rozó sus carmesíes. Ah, qué ganas tenía de besarla, pero a la vez, cuánta rabia e incomprensión lo carcomían por dentro.

—¿Entonces...? —Le instó ella, en un tono suave y seductor—. ¿Qué es lo que ocurre...?

Si seguía viéndola y cayendo en sus encantos, poco conseguiría, sino más confusión. Por lo que, parsimonioso, aunque sin borrar el enojo de su faz, la liberó de su agarre y se apartó.

—Tengo que atender unos asuntos. —Enunció inalterable. Desviando el foco de sus luceros, antes de dar media vuelta y caminar hacia las escaleras—. Nos vemos más tarde.

—¿Tratar unos asuntos? —La joven negó fuera de sí. Instándose a reaccionar y elevando a la voz—. ¿Qué asuntos? ¿Adónde vas?

—No es nada de lo que debas preocuparte, My Lady. —Alzó la mano a modo de despedida. Sin siquiera voltearse que, en cuestión de segundos, se desvaneció del campo de visión.

Marinette sentía como le hervía la sangre. Realmente, detestaba cuando él actuaba de esa forma tan infantil, que únicamente lograba sacarla de sus casillas. Sin embargo, tampoco podía reprocharle mucho en aquella situación.

Miró hacia la puerta donde se encontraba recluso su huésped y, acto seguido, giró sobre sus talones para regresar a su propia estancia.

—¿Está todo bien?

La voz de aquel individuo, produjo que la joven se detuviera en seco. Luego de unos instantes, acercándose a la puerta, con pasos cautos y sigilosos.

—¿Félix...? —Preguntó ella. Colocando una mano sobre la madera.

Desde el interior del cuarto, el rubio aguardaba con el torso descubierto y los pantalones tejanos. Llevando la diestra al pomo de la puerta.

—No parecía que tuvierais una discusión muy agradable...

Ella sonrió con sarcasmo. Apoyando la frente en la firme superficie.

—Nos has escuchado, ¿Cierto? —Se mordió el labio inferior, con un semblante divertido—. No es nada que deba impor...

—Podemos hablar. —La interrumpió de inmediato. Reforzando el agarre alrededor del pomo—. Sé que soy tu prisionero, y que nada de lo que pase entre tu novio y tú es asunto mío, pero... —Hizo una pausa. Respirando profundo—. Aun así, si quieres... Puedes hablar conmigo.

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2021 ⏰

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[+18]Chat Blanc & Miss Fortune .          The Other Side.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora