El consuelo que necesitaba

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Como Kirishima dijo más temprano, una vez que terminaron todas las actividades de la escuela, se dirigió al cuarto de Bakugo.

Con la cantidad de entrenamiento que habían tenido, apenas habían tenido tiempo para intercambiar un par de palabras entre clases. Aquello era muy usual durante la semana, sobre todo ahora que ambos tenían sus licencias y pasantías, las cuales a veces no los dejaba verse por días; sin embargo, algo que no calmó las preocupaciones del pelirrojo hacia su novio fue que este salió lastimado mientras se enfrentaba a Todoroki que Aizawa había asignado para la lección.

La expresión del mismo Todoroki al ver que Bakugo no evadió uno de sus ataques con fuego fue de sorpresa. Bakugo no se abstuvo de maldecir, por supuesto, e intentó quitarle la seriedad al enrojecimiento que se estaba formando en su piel a causa de la quemadura diciendo que dejaran de joderlo. Aquello no detuvo que Aizawa lo mandara donde Recovery Girl para que lo curara y, desde entonces, Kirishima no lo había visto en lo que quedaba del horario.

Apenas sonó la campana, corrió hacia la enfermería, directo hacia donde se hallaba Recovery Girl y preguntó por Bakugo.

—Oh, se fue apenas despertó, a pesar de que le dije que tenía que quedarse a descansar un rato más —respondió ella—. Ese niño más terco que una mula.

Por supuesto que lo es, Kirishima rodó los ojos internamente.

Le agradeció a Chiyo y se despidió de ella con una sonrisa antes de ir al cuarto de Bakugo.

Tocó la puerta, pero no hubo respuesta alguna.

—Bakugo, acabo de venir de la enfermería, así que sé que estás aquí —volvió a tocar—. Kat, vamos, estoy preocupado.

Escuchó unos pasos al otro lado de la puerta arrastrándose con pereza antes de que la puerta se abriera ligeramente.

—Ya te dije que no tengo nada, idiota —gruñó Bakugo sin voltear a verlo apenas Kirishima entró a la habitación.

Tras cerrar la puerta, Kirishima notó las vendas limpias y una crema para quemaduras esparcidas en la cama y a Bakugo sentándose para, supuso él, aplicarse la crema en la zona donde se había lastimado.

—Déjame ayudarte con eso, hombre —se ofreció Kirishima cuando tomó asiento frente a Bakugo, sus rodillas rozándose.

Sin esperar a la respuesta, Kirishima echó la crema en dos de sus dedos y, con suavidad, la aplicó en el hombro derecho de su novio. Sintió el cuerpo de Bakugo tensarse y un siseo escapó de sus labios por el dolor del tacto.

—Debiste estar muy pensativo como para dejar que pasara esto —intentó empezar la conversación.

Kirishima sabía que sacarle el tema a Bakugo sería difícil, sobre todo si había evadido tocarlo desde el primer momento en que le preguntó qué le pasaba.

Oyó a Bakugo chasquear la lengua.

—No creas que no sé lo que estás haciendo, pelos de mierda.

—Solo digo —se encogió de hombros mientras estiraba el brazo de Bakugo con las vendas en las manos—. ¿Cuántos días tendrás que llevar esto?

—La vieja dijo que una semana máximo —respondió con el ceño fruncido mientras Kirishima vendaba lo más cuidadosamente posible su hombro—. No debo forzar mucho el brazo.

—Bueno, será mejor que hagas caso esta vez. Ya está listo.

Bakugo le susurró un agradecimiento antes de echarse del todo en la cama y mirar el techo.

Kirishima se acostó a su lado y tomó su mano.

—¿Me dirás qué es lo que te ha estado molestando todo el día?

The comfort (I didn't know) I neededDonde viven las historias. Descúbrelo ahora