Kirishima despertó con el sonido de su alarma y se apresuró con pereza a levantarse de la cama para ponerse el uniforme. Las mañanas de invierno siempre resultaban más difíciles de despegarse de las cálidas sábanas. Acomodó sus prendas lo mejor que pudo y se ató la corbata. En días como estos solo podía pensar que Katsuki tendría que lidiar con el frío del clima y las quejas que escucharía sobre la desventaja que su peculiaridad tendría por dicho motivo. Kirishima no pudo evitar sonreír por lo que vendría.
La mayoría de sus compañeros de clase sabía que Katsuki tenía un carácter que resultaba ser todo lo contrario a calmado y que explotaba —literalmente— con cualquier mínima acción que le sacara de sus casillas. Y Kirishima estaría mintiendo si negara ese hecho. Sin embargo, él también conocía un lado de Katsuki que los demás no habían visto. Si, era algo tosco y gruñón, pero también era una persona que mostraba sus sentimientos a través de los detalles sutiles, detalles como la vez que compró una salsa picante de la marca de Crimson Riot solo para que Kirishima tuviera la pequeña botella de colección, o aquella vez que preparó un desayuno solo para los dos tras tres meses de novios.
Pero aquello no era lo único que Kirishima gustaba de su novio, sino también la determinación y seguridad con la que Bakugo se movía en los rincones de la U.A. Le gustaba la manera en que sonreía de manera discreta cada vez que Aizawa le ponía un nuevo reto durante los entrenamientos y la sonrisa de lado que mostraba cada vez que lograba superarlo. Le gustaba la manera en la que no se quedaba de brazos cruzados por tener ya una peculiaridad super fuerte, sino que siempre buscaba mejorarla hasta alcanzar límites inexplorados. Denki se reiría de él abiertamente si expresara en voz alta sus pensamientos por lo cursi que sonaría. No había manera que Kirishima fuera sutil sobre los sentimientos que tenía hacia Bakugo Katsuki.
Kirishima salió de su cuarto y se sorprendió al no encontrar a su novio esperándolo en el pasillo como era costumbre. Dudó que se hubiera quedado dormido, con el horario de sueño tan disciplinado que Bakugo tenía, pero, por si acaso, decidió tocar la puerta vecina sin obtener respuesta alguna.
Kirishima se encogió de hombros después de un par de minutos y caminó hacia el salón de clases.
«Ya debe de estar ahí», pensó.
Ni siquiera había puesto un pie en el aula cuando Denki se puso frente suyo.
—¡Kiri, hermano!
—Denki —Kirishima le sonrió—, ¿ya llegó-
—¿Bakugo? —le interrumpió antes de hacerse a un lado y señalar con su pulgar que Bakugo ya estaba sentado en su silla—. Está ahí, hombre. ¿Han peleado o algo? —Denki frunció levemente el ceño.
—No —Kirishima respondió—. ¿Por qué?
—Oh, es que, ya sabes, me acerqué a él para molestarlo un rato —admitió y Kirishima le dio una mirada de desaprobación—, pero ni siquiera me mandó a rodar como siempre. Y sabes que eso es raro para Bakugo.
La voz de Denki resultaba una mezcla entre broma disfrazada con preocupación, después de todo, Denki era de los amigos más cercanos de Katsuki (aunque este se negara en admitirlo). Kirishima, extrañado por el comportamiento de su novio hacia Denki y porque no lo esperó hace unos minutos para acompañarlo a clases, se acercó al escritorio de Bakugo y se mantiene en una sentadilla al lado de su silla para que se diera cuenta de su presencia.
Bakugo voltea a verlo y sus ojos reflejaban tristeza por alguna razón. Kirishima tomó su mano bajo la mesa y le dio un apretón. Esto era algo que hacían desde el principio de su relación. No para esconderse («Solo un idiota se avergonzaría de estar con Kirishima», pensaba Bakugo); sino para que los extras no hicieran escándalo ni jodieran como cada vez que los veían tener la mínima muestra de afecto.
—Oye tú, ¿te olvidaste de esperarme o me tardé demasiado? —preguntó Kirishima, sabiendo que no podía ser esto último porque aún tenía unos minutos restantes para que empezara la primera clase.
Bakugo no estaba con ánimos de hablar, así que solo respondió:
—Lo siento —gruñó tan bajo que apenas pudo ser escuchado por el pelirrojo.
Las dos palabras lo sorprendieron, puesto que, por muy diferente que tuviera Bakugo su trato hacia él en comparación de sus amigos, su novio no era alguien de pedir disculpas, mucho menos por algo tan simple y rutinario. La expresión de Kirishima cayó en preocupación.
—¿Qué pasa? —acarició el dorso de la mano de Bakugo.
—¿De qué mierda hablas? ¡No pasa nada!
—Luces distraído, Bakugo.
—Solo estoy pensando, idiota. El cargador con piernas debería hacerlo de vez en cuando y dejar de joder. Ahora lárgate a tu asiento.
—Pero-
—Deberías hacerle caso a Bakugo, Kirishima —una voz a lo lejos dijo.
El pelirrojo se sonrojó al levantar la mirada y notar que su maestro ya había llegado y estaba parado al frente del aula. Las miradas de sus amigos cayeron en ellos de inmediato.
—Disculpe, señor —dijo mientras soltaba una risa nerviosa y se llevaba la mano hacia la nuca—. No creas que te libras de esto —susurró en el oído de Katsuki antes de ir a su propio escritorio.
Durante todo el horario de clases, Kirishima no pudo evitar voltear a ver a su novio, preocupado. Había algo extraño en su ceño fruncido y en la manera en la que su agarre sujetaba el lápiz entre sus manos hasta el punto que parecía estar a punto de romperlo. No solo había concentración para atender las clases, sino una mueca de agitación, como si estuviera dándole vueltas demasiado a algo. Algo que Kirishima conocía muy bien porque darle vueltas a algo era una de sus actividades cotidianas debido a sus inseguridades.
Cuando Denki le sacudió el hombro ligeramente porque Aizawa los había mandado a ponerse sus trajes de héroes para otro de sus entrenamientos, Kirishima sacudió su cabeza y trató de alejar sus pensamientos. Sabía que durante el entrenamiento estarían demasiado ocupados tratando de explotar sus peculiaridades y no tendría tiempo para hablar con Bakugo de manera calmada. También sabía que la hora del almuerzo estaba descartada. No quería arruinarle la comida a Bakugo. Así que decidió esperar al final de las clases, y acercarse a preguntarle a su novio en la intimidad de su cuarto. Bakugo siempre estaba a su lado en los momentos en los que sentía, irónicamente, que se rompía, en un intento de consolarlo. Estaba dispuesto a devolverle el gesto y más si es que podía.
Esperaría al final de todo. Sí, eso haría.
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The comfort (I didn't know) I needed
Fiksi Penggemar[Three-shot | Kiribaku] -¿Qué me has hecho, idiota? -gruñó por lo bajo. -¿Uh? -Si quiero sacar la maldita nota más alta del curso, estoy seguro de que lo haré. Si quiero explotar un puto edificio, aunque sé que luego me dolerán los malditos músculos...