La luz del sol empezaba a filtrarse entre los árboles, creando patrones irregulares en el suelo mientras caminábamos por la carretera. Mi cuerpo dolía un poco después del accidente, especialmente el moretón en mi rostro que me hacía parecer un boxeador. Jessi iba adelante, lanzando miradas furtivas hacia nosotros, claramente preocupada. La culpa era más que merecida; el desastre que habíamos armado no tenía nombre. Aunque no era nuestra culpa como tal.
Koga, como siempre, intentaba aligerar el ambiente con su sarcasmo.
— Quizás nuestra abuela nos mandó aquí para protegernos de Beyoncé — bromeó.
Celine no pudo evitar reír, y yo simplemente me encogí de hombros, sin ánimos de seguirle el juego, aunque la imagen de Beyoncé como una amenaza me parecía curiosamente divertida. Celine, por supuesto, decidió tomarlo un paso más allá, simulando apuntarme con una pistola invisible mientras exclamaba "¡Beyoncé!" como si estuviéramos en una película de acción. Alcé las manos en un gesto de rendición, siguiendo el juego, pero no podía evitar sentirme algo agotado por todo lo que había pasado.
A Jessi, por otro lado, parecía gustarle nuestra dinámica. Miró hacia atrás y sonrió, como si recordara los viejos tiempos. Era raro tenerla aquí con nosotros; no solo era amiga de la abuela, sino que ahora también resultaba ser la directora de la escuela a la que estábamos a punto de asistir.
Cuando nos adentramos más al pueblo vimos cabañas adornadas con flores no parecían tan tétricas como me las imaginé.
— La gente aquí es como rarita, ¿no? — murmuró Koga, rompiendo el silencio. Yo asentí en mi mente, aunque no dije nada.
Celine, siempre la "experta" en todo, respondió:
— Eso es lo que pasa cuando vives rodeado de naturaleza, Koga. Tienes que adaptarte.
— Eres la menos indicada para decir algo así — contestó él, con esa sonrisa que siempre aparecía cuando intentaba ser serio.
A medida que avanzábamos, el pueblo comenzó a abrirse más ante nosotros. Yo acostumbrado a los edificios altos y el ruido de la ciudad, no esperaba ver una tienda de conveniencia en un lugar así. La verdad es que hay una en cada rincón del país pero soy muy ridículo para pensar y el hecho de que nunca he ido al campo empeora mi ignorancia. Miré a Jessi, suplicando con la mirada, y ella simplemente asintió, permitiéndonos entrar mientras se quedaba afuera haciendo unas llamadas.
— ¡Hey! ¿Qué les pasó? — exclamó un chico castaño desde el mostrador cuando entramos. Su tono, una mezcla de curiosidad y sorpresa, me irritó un poco. — ¿Son forasteros? Nunca los había visto por aquí.
Nos quedamos en silencio, lanzándonos miradas entre nosotros, intentando decidir quién respondería al cajero chismoso. Koga, como siempre, parecía tener todo bajo control, pero antes de que pudiera hablar, me acerqué a él y susurré:
— ¿Koga, qué son forasteros?
Él me lanzó una mirada cansada, como si mi pregunta fuera lo más obvio del mundo, y dijo que me lo explicaría luego.
Celine fue la que finalmente rompió el silencio.
— Vinimos a explorar el pueblo — dijo, con esa sonrisa sarcástica que compartíamos.
— ¿Explorar el pueblo? — repitió el chico, alzando una ceja. — Con esos moretones, tal vez deberían explorar el hospital en vez del pueblo. — soltó burlón con una sonrisa que nos dejó embobados. Me vuelvo gay por el chismoso esté.
Justo en ese momento, Jessi entró en la tienda y soltó una risa.
— Ya hemos tenido suficiente acción por un día. Lo último que necesitamos es otra emergencia.
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،،̲ ✶ 🫗⃟𝗘𝕥𝕖𝕣𝗻𝗶𝕥ʏ 🩸
VampireWe dance across this line El destino te elige a ti. Te encontraré, una y otra vez. # 2 en I-Land 20/12/21 Después de varios años en hiatus y bloqueó de escritor, estoy de vuelta.