Cap 1

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El último día de Agosto de 1991 tres figuras caminaban por el callejón Diagón cargados hasta los topes de material escolar para empezar a estudiar en la escuela Hogwarts de magia y hechicería. La primera de las figuras era anormalmente alta, con una melena castaña, rizada y enmarañada que llegaba un poco mas abajo de los hombros. Las otras dos eran bajitas, las siluetas de dos niños, una de ellas era un niño con el cabello color azabache muy corto, llevaba puestas unas gafas que resaltaban sus ojos verdes, y la camisa que traía le quedaba un tanto ancha, la ultima era una niña, con el pelo largo, liso y pelirrojo, lucia una camiseta blanca acompañada de una falda color verde clarito, sus ojos color avellana estaban demasiado ocupados detallandolo todo que apenas pestañeaba.
Harry Potter, y su melliza Nahia Potter estaban comprando lo que para cualquier mago habría sido su compra anual antes de ir a Hogwarts, guiados por Rubeous Hagrid, pero para esos dos niños, jóvenes, huérfanos y criados por crueles muggles aquello era la cosa mas maravillosa que ellos habrían podido imaginar jamás.
Cada libro, cada estante, cada esquina.. era algo nuevo, mágico.

Ya habían comprado casi todo lo que necesitaban, excepto una cosa...
- Ya tenéis todo? - Hagrid hablo con su acostumbrado tono rotundo pero amable al mismo tiempo.

- Nos falta... -Harry comenzó a revisar la lista que tenía en su mano.

- Las varitas - Completo Nahia revisando la misma lista.

- Oh, en ese caso Ollivanders. Es el mejor. Aunque podéis ir yendo vosotros, yo tengo algo que hacer primero.

Ambos entraron a la tienda y observaron las paredes llenas de pequeñas cajitas que parecían llegar hasta el techo. De repente un hombre apareció por la trastienda. Era mayor, alto, con el pelo blanco por la vejez y una mirada bastante suspicaz.

- Oh señor y señorita Potter! Ya os estaba esperando. Veamos...

Comenzó a sacar varitas de los estantes, escogiendo las que el él creía adecuadas. Les día a vos niños a probar un par a cada uno, causando con esto un desastre que le llevaría rato recoger más tarde. Finalmente ambos encontraron su varita. A Nahia le dio una varita de núcleo de plumas de Fénix y madera de ciprés. A Harry le tocó una de madera de acebo y núcleo, tambien, de plumas de Fénix, solo que la varita de Harry era casualmente la gemela de otra varita, la que habia echo las cicatrices a ambos niños.

Cuando se disponian a salir por la puerta Hagrid toco un par de veces el cristal lo que sobresalto a ambos. Salieron de la tienda para encontrarse con él y éste estendió dos jaulas hacia ellos gritando un jovial "Feliz cumpleaños chicos!". Dentro de las jaulas habia dos lechuzas. La primera, la de Harry, era blanca, muy bonita, y con algunas de las puntas de las plumas negras. Harry decidió llamarla Hedwig. La segunda, la que Nahia escogió, era de unos tonos marrones claros, casi confundibles con el color miel. Nahia decidió que esta se llamaría Hera.

*************

En otra parte de ese amplio y repleto callejón, alguien mas acababa de llegar a ese lugar, y lo esta disfrutando tanto como los Potter. Iba de un lado para otro admirando todos los escaparates queriendo entrar en cada tienda posible pero lamentablemente no tenían demasiado tiempo.

- ¡Haga el favor de estarse quieta de una vez señorita Black! - La profesora McGonagall llegaba un tanto agitada a donde estaba la joven Ane Black, al escuchar su voz esta se dio la vuelta.
Su melena pelirroja repleta de indomables rizos hizo un bonito efecto al darse la vuelta tan enérgicamente. Sus ojos grises, con pequeños destellos azulados que recordaban a una noche nublada pero mágica, miraron a la profesora repletos de emoción.

-Perdón. - Se disculpo pero al igual que su padre siempre tenia un toque un tanto pícaro en la voz.

- No hay tiempo para esto, ya hemos llegado suficientemente tarde. Tendremos que repartirnos la lista, bien... - Soltó su falda, que había traído agarrada para no tropezarse y poderle seguir el ritmo a la enérgica niña, recobro la postura mientras calmaba su respiración y comenzó a revisar la lista pensando en como lo repartiría todo. - Tu compra la varita, el caldero y la túnica, yo iré a por lo demás.

Las merodeadoras 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora