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12 de octubre / 1929

El viento es dulce y agradable en lo alto de la colina. A veces me siento bajo el viejo roble y contemplo la vista pintoresca del campo, como el sol es tragado por las montañas y explota en colores cálidos.

Entonces te dejas caer a mi lado y apoyas tu cabeza en mi hombro.

Quiero tocarte la mano, poder entrelazar nuestros dedos, atraerte a mí y dominar tus labios.

Oh Jimin, me tienes loco.

No sabes el dolor que me abraza cuando te tengo cerca. Una angustia que me quema las entrañas, paseándose en mis venas como si un veneno del que no hay cura.

Dios da las luchas más duras a los mejores guerreros, pero se ha excedido conmigo, porque mirarte es fascinante y terriblemente peligroso. Si realmente estuviese en combate, habría perdido la vida en el primer segundo.

Eres la más exótica de las serpientes. Te prendas a mi mente con tu belleza singular; asfixiándome, aplastándome como a una simple hormiga.

Y siento que debería de huir. Alejarme lo más posible y resguardarme del peligro bajo un techo común. Ya sabes, esos lugares a los que tienes que unirte tarde o temprano, con pechos redondos, caras delgadas y brazos finos. Lo llamas hogar al principio, trabajando para mantenerlo y recibiendo hijos por medio de un acto carnal que debería de excitarme.

¿Te daría asco saber que no funciona conmigo?

¿Pero qué puedo hacer?

Oh Jimin, he perdido la cabeza por completo.

Sí tan solo fuera tan fácil cerrar los ojos ante ti. O el corazón.


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Una despedida silenciosa  ➽ VMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora