Ella siguió caminando, casi corriendo, mientras oía los pasos de él siguiéndole desde muy cerca. Grito su nombre una vez más, pero ella continuo sin girarse. Él acelero el paso hasta conseguir rozar levemente sus dedos. Entonces ella paro en seco y sin darse la vuelta le suplico una vez más que se fuera, que la dejara. No quería mirarle a los ojos, a esos ojos tan azules que hacían que te perdieran en ellos, porque sabía que si lo hacía se iba a arrepentir al instante de haberle pedido que se fuera. Pero no podía dar vuelta atrás, el daño estaba hecho. Por mucho que ella intentara perdonarle el recuerdo seguiría ahí, atormentándola cada vez que cerrara los ojos. No lo entendía, no era capaz de ello. Ella pensaba que la amaba del mismo modo en el que ella lo hacía.
Su melena dorada ondeaba a merced del viento mientras sentía como le ardían sus mejillas rojas debido a todas las lágrimas que no dejaban de circular por ellas. No podía borrar de su cabeza la imagen de su chico besándose con aquella chica que para ella era desconocida. Por su parte, él, seguía acerrándose a la mano de ella con la esperanza de que eso fuera a impedir que la rubia, su rubia, se marchara de su vida para siempre. Miles de preguntas que formular, ningún ápice de valor para ello. Miedo a las palabras, miedo al silencio. Dos pares de ojos azules teñidos de un rojo intenso y bañados en lágrimas. El viento soplando, haciendo y deshaciendo a su antojo. Las puntas moradas del pelo de ella golpeando con suavidad el abrigo de él. Suspiros, miradas bajas, y entonces ocurre, él decide romper el silencio buscando su mirada. Se gira, se pone enfrente de ella y deposita su dedo indice y corazón sobre su barbilla para hacer que sus ojos se encuentren. Algo se rompe en su interior al ver las lágrimas surcando sus mejillas, el rímel, como buen compañero, las acompaña. Ella ladea su cabeza, deshaciéndose del tacto de sus dedos. Ambos suspiran, y sin decir nada sus brazos se buscan para darse ese calor que tanto necesitan en ese momento. Él acomoda su mentón sobre la cabeza de ella cuando su diferencia de altura se hace aún más notable e intensifica la fuerza de su abrazo cuando la siente temblar bajo sus brazos mientras solloza. El moreno aprieta los labios intentando reprimir sus emociones. La levanta levemente del suelo y suspira e intenta calmarse antes de acercar sus labios a la oreja de ella para poder susurrar un pequeño «lo siento» y besar con ternura su cabeza. Ella prefiere no pensar en lo ocurrido, porque entonces se arrepentiría de estar permitiendo que todo eso suceda y lo necesita, lo necesita más que nada en este mundo. Sin pensarlo alza su cabeza y contempla el rostro de él. Sigue sin hablar y no hace falta que lo haga, él la conoce demasiado como para saber que es lo que ella quiere en ese momento y sumiso, obedece y une con delicadeza sus labios. Es un beso casto pero tierno, lleno de todas esas emociones y palabras que no pueden decirse, no ahora. Ella es la primera en rendirse y cuando lo hace, hace que sus narices choquen con suavidad entre sí. Él suspira y deposita otro beso sobre la frente de ella a la vez que ella hace lo mismo en su cuello. Siente su nariz rozando en su nuez, acariciándola, y su bello se eriza al instante. Su tacto es capaz de hacerle enloquecer, siempre ha sido así. Decide devolverla la sensación y sumerge su cabeza entre el pequeño espacio que hay entre su cuello y su hombro para depositar pequeños y sonoros besos. La piel de ella también reacciona haciendo que su cuello se doble y ella suelte una pequeña carcajada al darse cuenta de ello. Él siempre a tenido ese don para hacerla sonreír cuando sentía que no era capaz de ello. Ambos se provocan sensaciones que nadie más a sabido provocarles, y ambos desearían que ese momento, en medio de el paseo marítimo, no se acabara nunca.• • • • •
Un pequeño ruido consigue sacarla de su maravilloso pero a la vez triste sueño. Parecía tan real que siente como si aún pudiera oler su perfume rodeándola e impactando sobre su piel. La pequeña sombra volando y golpeando el cristal de su ventana consigue asustarla. Otra vez el mismo ruido... Son piedras, pequeñas piedrecitas siendo arrojadas con determinación hacia su ventana. Se levanta, restriega con su puño derecho su ojo también derecho, llevándose consigo una pequeña legaña, y se acerca a la ventana. Y le ve, le ve abajo observando la ventana pero sin darse cuenta de que ella ya está allí, justo donde él la quería. Sonríe para sí misma y desliza con cuidado la ventana hacia arriba, haciendo que ésta se abra sin hacer ningún ruido. Sin previo aviso otra piedrecita intenta golpear el cristal y se cuela fallidamente en su habitación.
- ¡Hey, cuidado! ¡Casi me das! -Exclama ella con el suficiente volumen para que él la oiga pero no sus padres.
Él sofoca un gritito, no esperándose para nada ver su cabeza asomando de repente por la ventana. Su gesto cambia rápidamente y sonríe al darse cuenta de que su esfuerzo ha sido recompensado.
- Déjame subir... - Súplica.
- Es tarde, vete a casa.- Le contesta.
Pero él no puede, no puede irse a casa sin más después de haber pasado una noche así con ella. El gesto de ella parece firme pero en el fondo desea aún más que él hacerle subir. Quiere sentirle cerca, quiere enredar sus pequeños dedos entre su corto y oscuro pelo mientras él la susurra una vez más que la ama.
- Vamos, será sólo un rato... - Vuelve a suplicar mientras se balancea adelante y atrás. Sus miradas se encuentran y él exhibe esa sonrisa picarona a la que sabe que ella no puede negarse.
Ella sonríe negando con su cabeza y retrocede un par de pasos para cerrar la ventana. Él suspira sin saber muy bien que hacer, a la vez que su gesto cambia ¿qué ha hecho mal?. Casi no le da tiempo a reaccionar cuando en el silencio de la noche oye el cerrojo de la puerta principal abrirse. Se dirige a toda prisa hacia allí y exhibe una sonrisa triunfal cuando ve a su chica esperándole impacientemente. Sus labios se encuentran al instante y una sonrisa aparece en los labios de ella cuando él la rodea entre sus brazos.
Suben las escaleras en silencio, uno detrás del otro, abrazados, y una vez que cruzan el umbral de la habitación de ella, él la hace girar sobre sus brazos para volver a besarla con delicadeza. Sus frentes se chocan mientras ambos suspiran y se miran a sus labios hinchados y rosados que parecen incapaces de mantenerse alejados cuando están juntos. Se ponen cómodos sobre la cama de ella. Se abrazan, se acarician, se besan y se regalan sonrisas el uno al otro. Él la aprieta fuertemente sobre su pecho mientras acaricia su espalda por debajo de su camiseta, la piel de ella arde bajo su contacto y en un estado de impaciencia ella dibuja pequeños círculos sobre el pecho de él con su dedo. Hace que él se estremezca cuando besa con delicadeza su cuello y clavícula.
- No he venido para eso, cariño.- Intenta detenerla entre pequeños jadeos.
Ella para su camino de besos alrededor de su torso cuando siente el bulto creciente de su entrepierna sobre su muslo izquierdo.
- Lo siento, no era mi intención.- Ríe tímidamente.
Él se limita a sonreír y besa su mejilla. Se mantienen abrazados en silencio un par de segundos.
- ¿Qué estabas soñando?- Él es el primero en romper el silencio. Ella ríe y le mira haciendo que sus ojos azules se encuentren una vez más.
- Soñaba contigo.- Admite. Él no puede evitar sonreír al instante mientras acaricia con delicadeza su mejilla izquierda. Es la chica más bonita que ha visto en su vida, aunque ella no sea capaz de verse como él la ve.
Entonces su sueño que parecía empezar más como una pesadilla acude a sus recuerdos, haciendo que lo reviva como si hubiera pasado de verdad, y sin poder evitarlo sus ojos empiezan a humedecerse más de lo debido. La sola idea de perderle, de que él la engañe, hace que se encuentre mareada y pesada. Nunca a sentido lo que siente con él con nadie. No puede perderle, siente que se ha volcado tanto en él y su relación que no sabe que será de ella cuando todo esto acabe para ambos. No se encuentra preparada para ello, y tampoco cree que pueda llegar a estarlo nunca.
Él percibe al instante las lágrimas en los ojos de su chica y se agobia. No sabe que ha hecho mal, no lo entiende. Él sólo quiere hacerla feliz del mismo modo en el que ella le hace feliz a él. Suspira, siente que en décimas de segundo se han distanciado años luz y no sabe que hacer para arreglarlo, para hacer que ella vuelva a su lado. Pasa el dorso de su mano sobre las mejillas de ella para secar sus lágrimas y la estrecha entre sus brazos con fuerza suplicando por dentro que deje de llorar o sus fuerzas le fallaran y empezará a hacer lo mismo. Ella empieza a balbucear cosas inteligibles que él es incapaz de comprender y asustado la mece intentando tranquilizarla. No funciona y ella empieza a subir el tono de sus quejidos.
- No me dejes, por favor...- Logra escuchar.
Sin comprender nada él se separa un poco de ella para mirarla a su rostro. ¿A que venía todo esto? ¿De donde se había sacado ella que quería dejarla?. Cuando hay un par de centímetros entre ellos, ella se abalanza sobre sus brazos y comienza a repetir la misma frase entre sollozos.
- ¿Qué...? ¿Qué te pasa? Cariño, ¿qué te pasa? - Logra articular él.
- Por favor, no me dejes. Lo siento...- Continua lamentándose ella.
- Pero, ¿a que viene est...?
- ¡Prométemelo! - Exclama ella, cortándole.- Por favor, prométeme que no me vas a dejar nunca, que te quedarás conmigo.
Ella no deja de llorar y a él se le rompe el corazón al verla así. No comprende nada, pero aún así sabe que ella necesita que se lo diga, y él sería capaz de hacer o decir cualquier cosa con tal de volverla a ver sonreír. Acaricia su pelo y deja un tierno beso sobre su frente. Ella le mira impaciente esperando su respuesta. Él decide tomarse un par de segundos más antes de contestar y la besa, la besa como nunca antes nadie la había besado, como ni siquiera él antes la había besado. Mira con admiración el efecto que a causado en ella con ese beso y espera pacientemente a que ella vuelva en sí y abra los ojos de nuevo. Cuando lo hace el azul claro de su iris casi ni se distingue por su pupila. Él sonríe y eleva sus manos entrelazadas bajo la mirada expectante de ella para besar el dorso de su mano y acariciarla después con su pulgar.
- Te lo prometo.*************
¡Hola amores! Bueno, he escrito este one shoot para vosotras porque llevo una semana ingresada en el hospital debido a un accidente que tuve montando en bici y la verdad es que estoy muerta de aburrimiento. Quería subir un capítulo nuevo de touch pero tengo algunos capítulos guardados en mi ordenador (porque pensaba hacer un maratón) pero como desde aquí no tengo acceso he decidido escribir esto. No estoy segura de si os va a gustar o no, o de como de largo será porque lo he escrito en las notas del iPhone y bueno ya sabéis que luego no tienen las mismas dimensiones pero bueno, lo he intentado...
Por cierto, el personaje masculino está basado en Nash Grier porque desde que estoy ingresada he utilizado el wifi del hospital para mantenerme distraída viendo vídeos suyos y he desarrollado una especie de obsesión que ni yo entiendo lol.
Bueno, pese a todo espero que os guste y me comentéis que tal porque es la primera vez que escribo en tercera persona.
¡Muchas gracias por leer, votar y comentar amores!❤️
ESTÁS LEYENDO
Stay » Nash Grier » One shoot
Historia CortaÉl sólo quiere hacerla feliz del mismo modo en el que ella le hace feliz a él. Suspira, siente que en décimas de segundo se han distanciado años luz y no sabe que hacer para arreglarlo, para hacer que ella vuelva a su lado. Pasa el dorso de su mano...