1: "Encuentro en la estación de tren"

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Kim Dokja tenía 17 años, iba a la escuela media, si preguntaran por él, dirían que es un chico solitario que se la pasaba pegado a su celular, leyendo. Otros dirían que aunque era un chico que parecía no tener amigos, era inofensivo y amable cuando se requería.

Desgraciadamente, era el blanco perfecto para los bravucones de esa escuela, un chico que no tenía a nadie que lo defendiera, que incluso parecía no importarle lo que pasara con él, siempre y cuando no tocaran su celular. Casi todos los días, el chico era usado como saco de boxeo o recadero por parte de esos acosadores.

Por lo general lo atrapaban después de clases, en un callejón lejos de la escuela en donde no los veían, como esa tarde.

Kim Dokja yacía arrodillado en suelo, frotándose el estómago en dónde lo acababan de patear. Por suerte, esa vez lo dejaron ir luego.

Kim Dokja estaba esperando el tren después de comprar algunas medicinas de urgencias para curar sus heridas. Se encontraba abrazando sus rodillas mientras su mirada estaba fija sobre la pantalla de su celular.

Entonces un hombre se sentó a su lado. No le iba a tomar importancia pero luego lo vio y se vio reflejado en él. El hombre tenía heridas en su cara y algo de sangre en las manos, su ropa también estaba sucia, como si acabara de darse de golpes con alguien, algo que parecía muy probable.

El hombre se dio cuenta de que lo estaba viendo y también se le quedó mirando esperando asustarlo. Pero Kim Dokja no se inmutó.

Cuando fue atrapado viendo, él sólo volteó a ver su bolsa de la farmacia. Buscó entre sus cosas y luego sacó un par de rollos de venda, un pequeño paquete de algodón y una botellita de agua oxigenada.

—Ten, creo que te servirán.

Kim Dokja le entregó las cosas al hombre.

Yoo Joonghyuk acababa de ganar una pelea callejera, era su manera de hacer mucho dinero. Las heridas eran ya algo a lo que estaba acostumbrado y casi no les daba importancia.

Cuando vio al chico que le estaba dando parte de sus cosas, notó que también estaba herido. Se preguntó si acaso el chico era golpeado por otros. Pero Yoo Joonghyuk no le preguntó y cuando iba a negarse a aceptar esos materiales, el chico colocó un curita en su mejilla.

—Aquí, de esa manera ya no se ve tan mal —Kim Dokja le sonrió amablemente.

Yoo Joonghyuk se calló y aceptó lo que le estaban ofreciendo, observó las cosas que le habían dado. Kim Dokja al ver que había tomado las medicinas, se volvió de nuevo a su celular para seguir leyendo.

Justo cuando Yoo Joonghyuk le iba a agradecer, Kim Dokja se paró de su asiento y corrió hacia la línea de abordaje del tren que estaba a punto de llegar. Yoo Joonghyuk perdió su oportunidad de hablarle. No le preocupó.

[...]

Una semana después, ninguno de los dos se acordaba del otro.

Kim Dokja volvía a estar mal herido, sólo quería sentarse a esperar el tren mientras lee. Pero cuando llegó a la banca de espera, se dio cuenta de que un hombre enorme estaba ahí. Parecía estar dormido porque tenía los ojos cerrados.

Kim Dokja dejó el miedo de lado otra vez y se acercó para sentarse a su lado. Sin embargo antes de concentrarse en su pantalla de celular, le dio un vistazo rápido al hombre.

De nuevo tenía heridas, incluso un labio partido. Kim Dokja pensó que el hombre pertenecía a una pandilla, pero siguió sin sentir miedo, tal vez porque a pesar de esas feas heridas, se podía notar que el hombre era guapo, lo suficiente para hacerlo ver menos aterrador.

"En la estación de tren"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora