Dos

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Maratón 2/4.

Harry despertó oliendo un fuerte aroma a hierbas, frunció su nariz y abrió los ojos despacio, miró a su derecha que es de donde sentía más el olor y vio sobre una mesita un pequeño palito que se consumía poco a poco y largaba ese humo con olor a hiervas que no le gustaba para nada. Miro a su alrededor y vio a tres duendes trabajando en algo que no veía, pero podía escuchar cosas siendo cortadas y el clásico sonido de un removerdor de cristal chocando contra las paredes de un caldero.

No pudo decir ni una palabra cuando una de las duendes se dio vuelta ya con un pequeño vaso de vidrio con un líquido cristalino en mano, Harry se sentó sobre el respaldo de la cama en donde estaba y tomo el vaso. Para suerte suya ya estaba vestido con una bata blanca.

- ¿Para que es? -

Era inevitable para él preguntar, y eso pareció molestar un poco a la duende que frunció el ceño y pensó si responderle. Ella creyó que Harry ya sabia que tipo de tratamiento iban a hacerle.

- Es para eliminar todas las pociones que tienes en tu sistema, agradecemos que tuvieras una dosis de una de las pociones que consumias, eso nos ayudó a hacer un brebaje más efectivo para ti, sentirás algo de dolor en la zona baja de tu abdomen y probablemente nauseas, tienes a tu lado una palangana para eso -

Harry solo asintió y se empino el líquido con regusto amargo, se obligó a tragarlo e hizo una mueca ante el sabor que le dejó en su boca, la duende le aconsejo seguir sentado para no marearse pero luego de unos segundos su cuerpo empezó a arder y un dolor punzante se instalo en su abdomen bajo, estuvo gimiendo de dolor por varios minutos hasta que la bilis subió a su garganta y tuvo que inclinarse a vomitar en la palangana. Aproximadamente diez minutos despues, ya habiendo vaciado su estómago, su esofago y hasta medio litro de sangre, aunque claramente Harry exageraba, dejo de sentir dolor. Recibió un vaso de agua para enjuagar su boca y lo dejaron descansar cinco minutos antes de darle el segundo brebaje, esta vez de un color celeste. Cuando lo tomo parecía como si estuviera tomando hielo seco pero se obligó a tragarlo y no a escupirlo por lo frío que se sentía, por un momento pensó que no pasaría nada hasta que empezó. Primero un pequeño hormigueo en todo su cuerpo, luego piquetes como si miles de agujas se clavaran en su cuerpo y finalmente el dolor que traspasó su carne y golpeo directamente sus huesos, retorcía sus nervios e hirvio su sangre. Harry grito, el dolor era insoportable, cerro sus ojos, sintió todos sus huesos romperse y su carne desgarrarse.

Después de lo que parecieron horas el dolor disminuyó hasta solo ser un hormigueo en su cuerpo, por alguna razón sentía su sentido de la orientación extraño y se preguntó cuando había quedado boca abajo y con las extremidades estiradas a cada lado de su cuerpo, hasta que abrió los ojos y vio, lo que antes era una gran mesa de laboratorio, ahora solo solo era un pequeño cuadrado con cosas diminutas sobre ella, a un lado y detrás de una protección dorada estaban las tres duendes que lo había atendido. Harry en ese momento se dio cuenta de lo que andaba mal, en medio de la gran habitación, de la cual no se había dado cuenta cuenta el tamaño real, estaba un dragón de color celeste sobre su estomago y con sus cuatro extremidades a cada lado, su gran cola larga chocaba contra el otro extremo de la habitación y unas grandes alas estaban acomodas a cada lado su cuerpo. Harry fue consciente de cada parte de su nuevo cuerpo y tuvo miedo de levantarse de donde estaba.

- Será mejor que se quede así, señor Potter, ya está por rozar el techo -

Efectivamente Harry levanto un poco su cabeza y pudo sentir el techo contra ella, agachó su cabeza hasta apoyarla contra el suelo y resoplo, el aire que salió de sus fosas nasales movió un poco las cosas sobre la mesa de trabajo frente a él y las duendes parecieron sobresaltarse ante el ruido.

Todo lo que creí saberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora