2. Usual

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Freya

- ¡Traje tu postre favorito, tarta de melocotón! — grité entrando a la habitación.

- Pensé que no vendrías — murmuro alzando la vista del libro sobre su regazo.

- ¡Hey! jamás te he fallado, he sido muy constante con mis visitas — deje la tarta sobre su mesa de noche.

- Lo se, lo se y me alegra saber que aun cuento con tu compañía — sonrió.

- ¿Sus esposas e hijos no han venido a visitarlo? — inquirí.

- Las ultimas semanas han estado algo ocupados, mis sobrinos están de regreso en la ciudad y mis esposas querían pasar tiempo con ellos, ya sabes recuperar el tiempo perdido.

- ¿Le otorgaron la libertad a su sobrino? — mire la pila de libros sobre su cama, algunos de ellos ya se encontraban dispersos por el suelo o estaban a punto de ser parte de este.

- Así es, hace algunos días le concedieron el permiso — contestó dejando a un lado el libro.

- Es una buena señal — mascullé disponiendome a recoger los libros del suelo.

- ¿Por que lo dices? — preguntó

- Por que su liberación también esta a punto de ser concedida — murmuré — pronto toda su familia estará unida — comencé a acomodar los libros en la estantería — mi tío tiene todo bajo control.

- ¿Cómo estás tan segura de eso?— inquirio.

- Por qué lo he presentido, visto, leído y oído — rei  — ya sabe, es como esa frase de la famosa serie de Netflix; escuché un rumor — apile sobre mi brazo libros que se encontraban dispersos por el suelo de la habitación — ¡El gran Krauss al fin correrá como alma libre por las calles de la ciudad! — exclame con voz de locutor de televisión — teman todos por qué el legítimo heredero de todo un imperio está listo para devorar las almas de todo aquel ser, bestia, humano o fantasma que oso a traicionarlo.

- Cuánta verdad esconden tus palabras pequeña — sonrió — ¿Sigues curioseando entre los expedientes de trabajo de Frederick? — alzo una de sus pobladas cejas.

- No, un día mientras vagaba por el pasillo que da a su habitación, la puerta de esta se abrió como si de un acto fantasmal se tratara — solté un sutil risa que lo hizo suspirar pesadamente — creí que había alguien husmeando dentro de la casa, así que le di un sutil vistazo a su habitación y de forma esporadica, sus casos volaron hacia mi persona y me fue imposible no darles una sutil pero detallada hojeada — le di mi mejor sonrisa — mi tío no puede dejar información de tal relevancia por allí y hacer que un alma con tantas ganas de conocimiento como la mía no se sienta tentada a leerla — tome una de las muchas pilas de libros que se encontraban sobre la cama — si los deja a la vista es por qué desea que su pequeña sobrina conozca sobre tales hechos.

- La tentación es uno de los pecados más traicioneros de este mundo, pequeña — dijo a mis espaldas.

- Lo sé pero eso no quita que sea exquisito caer en ella — objete sabiendo que jamás había sentido o experimentado en carne propia lo que era la tentación, no en un nivel tan grande como; el asesinato, el sexo salvaje, orgías, el sadomasoquismo o la profanación de cuerpos. Mis tentaciones eran las de cualquier adolescentes; alcohol, drogas y sexo casual y sencillo. Nada fuera de lo normal, nada que obligará a mi integridad a desear, poseer o matar a otro ser humano o animal. Nada que involucrará pagar una condena por ello — pero aún así no podemos permitirnos caer en ella — me corregí — por que una vez que deseamos sucumbir ante los placeres de tal pecado. La satisfacción del momento será efímera y una vez que vuelvas a la realidad el temor de ser castigado y pagar por ese delito de la peor forma siempre estara presenté — habia reconocido el error mi propia frase, por eso me sentí en la obligación de corregirme a mi misma que pensar de esa forma estaba mal en muchos sentidos.

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2022 ⏰

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