Hey , ¿está todo bien?

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© 🐇 . ꫀ​ノ ː͡➘₊̣̇

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Miraba ,atraves de ese enorme ventanal ,como el cielo bañaba toda la ciudad.

Su corazón latía, sentía que algo no estaba bien.

Que estaba perdiendo algo o alguien muy preciado para él.

No le gustaba esa sensación que sentía.

"jefe , ¿ se encuentra bien?" .

No se inmutó a responder. Ahora mismo estaba en otro mundo.

Estaba en su mundo.

Recordando.

Todo aquellos recuerdos felices que hicieron los dos juntos.

Solos.

Se le vino uno de los recuerdos donde casi pierde a esa persona que apreciaba y amaba con todo su ser.

Cuando vio a su amigo del alma en ese estado tan crítico en la camilla de ese hospital , peleando por sobrevivir de esa navajada proporcionado por kiyomasa.

Y se repetía mentalmente.

"No me dejes ,ken-chin, aun no".

Sus pensamientos fueros interrumpidos por la presencia de un doctor , bajando su mascarilla quirúrgica, agotado por el anterior esfuerzo de mantener con vida a su paciente.

"Sobrevivió. Su estado es delicado, pero se curará con reposo".

Era lo que quería escuchar.

Lo que tenía permitido escuchar.

Su corazón dio un brinco de felicidad , de alivió.

"Él está, él está a salvó". susurró para si mismo. La persona que amaba estaba a salvó.

Desapareció de aquel lugar, dirigiéndose a uno más solitario, uno donde nadie lo viera tan vulnerable.

Donde nadie , ni sus amigos , ni su propia hermana lo vieran.

Se encontraba en la parte trasera del gran edificio donde anteriormente había salido. Sentándose mirando al suelo.

Mirando al vacío.

Tenía un nudo en la garganta.

Tenía ganas de llorar.

Pequeñas lágrimas decoraban su hermoso rostro ahora con raspones y un poco de sangre causados por la pelea que causo el estado débil de su amigo.

Las lágrimas no parecían detenerse, acompañadas de pequeños hipidos.

"Gracias... gracias por no irte...
ken-chin".

La misma voz interrumpió, de nuevo, sus pensamientos.

"hey... ¿ está todo bien ?". El pelinegro estaba un tanto preocupado por su jefe. Sabía que había cambiado hace ya dos años, su actitud era distinta, era más frío.

Pero ahora mismo estaba extraño.

Parecía como si nadie habitara ese pequeño cuerpo de largos cabellos rubios.

Parecía que estaba hablando con la pared. Tan fría y tan sola.

El rubio no contestó, solo miró al propietario de aquellas preguntas sin responder.

Lo miró con aquellos ojos negros que ocultaban una profunda tristeza.
Tallando su mirada en el rostro del pelinegro que estaba sentado.

Dirigió su mirada al pequeño reloj circular que estaba en la pared.

No me dejes, porfavor  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora