Debían de ser alrededor de las seis de la tarde, pues no tardaría en anochecer.
Aún hacía calor en el Claro, y Alby había dejado que Mily fuera a asearse al lago, prometiendo que volvería a los quince minutos.
La chica se recogió el cabello en un moño y se remangó los pantalones, para poder meter las piernas en el agua.
"Estoy encerrada en un laberinto. Los corredores buscan una salida. Estaré con ellos hasta que la encuentren. No recuerdo nada de mi pasado, tampoco lo recordaré luego. Me llamo Emily, o como ahora me llaman, Mily"
Más o menos, ese era el resumen de su nueva vida en el Claro.
Hizo un pozo con sus manos, llenándolo de agua, y empapó su rostro con ella.
Le gustara o no, tenía que asimilarlo, así que más le valía empezar a hacerlo ahora.
Casi estuvo a punto de meterse de cabeza al lago, pero entonces escuchó crujir una rama.
Todos y cada uno de sus músculos se tensaron, aún seguía asustándose con facilidad.
- ¿Alby?- preguntó.
- Alby, no tiene gracia, sal ya- Emily se había dado cuenta de que todos los clarianos eran muy bruscos, se trataban hoscamente entre ellos y gastaban bromas de muy mal gusto, aunque todos se llevaban bien.
Estuvo a punto de comenzar a chillar, pero entonces, el chico de ojos avellanados apareció en su campo de visión, con las manos en alto. Newt.
- Tranquila, niña, sólo soy yo- el pecho del chico subía y bajaba, y las gotas de sudor recorrían su frente. Llevaba puestas unas deportivas y su bien formada espalda estaba cubierta por una especie de mochila, con pequeños víveres de agua colgando.
Mily soltó un suspiro y se dejó caer al borde del arroyo.
- Lo siento, pensé que eras...-
- Tranquila, pingaja, es normal que estés tan insegura los primeros días- se agachó junto al arroyo y mojó su cara y sus brazos, soltando un gruñido satisfecho.
- ¿Dónde has estado?- las palabras salieron de los labios de la pelinegra sin permiso.
Newt esbozó una leve sonrisa.
- Eres una verducha preguntona, ¿eh?Soy corredor, hoy era mi último día de la semana. Tendré algunos días para descansar-
- ¿Qué hay en el laberinto?-
- Por el amor de Dios, Mily, es tu primer día, no puedes hacer tantas preguntas- bufó el chico.
Mily frunció los labios y se calzó las botas.
- ¿A dónde vas?- él arqueó una ceja.
- A buscar a Alby-
- Él me ha mandado a buscarte, y no puedes volver sola, no conoces bien el camino- Newt se puso en pie, y caminó hasta alcanzar el paso de la chica.
- Te lo explicaré todo en la cena, ¿vale? Ahora tengo cosas que hacer- por una vez, pudo distinguir compasión y amabilidad en su voz. Llegaron a la entrada del bosque, y el rubio volvió a hablar.
- Aquí te dejo, Emily. Nos vemos luego-
- Pensé que no te gustaba mi nombre-
- Simplemente me gusta poner apodos. Vete, o vas a preocupar a Alby-
Emily atravesó los últimos árboles y se adentró en la Hacienda, pues estaba muerta de hambre.
Fritanga le sirvió algo de sopa con una amable sonrisa, y después de coger un vaso de agua, la chica caminó hasta sentarse al lado de un chico llamado Gally, que tenía gesto algo serio.
- Hola- Mily intentó sonreír, mientras se acomodaba frente a Gally.
- Hola- respondió secamente el chico.
Se formó un silencio incómodo entre los dos, acompañado del repiqueteo de los platos de sus compañeros y sus charlas ajenas.
- ¿Todos sois así en el Claro?-
- ¿Así como?-
- Así de antipáticos-
- Somos unos fucos chicos que han crecido en un maldito laberinto, ¿qué clonc esperabas?-
Mily devolvió la mirada a su plato, y continuó con su cena.
- Gally, cara fuco, pobre verducha. Vas a asustarla- fue Newt quien habló.
- Tú eres igual que yo, así que cállate- Gally se levantó y se fue, sin añadir una sola palabra.
- Vamos, Mily. La mayoría de los chicos están en la Hoguera-
- ¿La Hoguera?-
- Casi siempre cenamos en torno a ella. Comemos, y hacemos fucadas de esas. Ya sabes, es mejor que estar sentados en una mesa-
Newt la llevó hasta el centro del Claro, donde las llamas de la hoguera se elevaban descuidadamente.
Los clarianos estaban dispersados por el suelo, o sobre troncos.
Había algunos bailando ridículamente alrededor del fuego, y otros hacían peleas cuerpo a cuerpo entre ellos, sin poder aguantar las risas muy a menudo.
Se sentaron en la parte trasera de un gran tronco, y Newt cogió algo de patatas de un cuenco y algo de bebida que Effy no supo reconocer.
- ¿Por qué nadie quiere hablarme del laberinto?-
- No es un buen sitio del que hablar-
- Pero tú estás en él todos los días-
- Es mi trabajo, verducha-
- Por Dios, ¿puedes explicarme algo de una maldita vez?-
- Ugh, está bien. Pero no me interrumpas. Las fucas preguntas al final, ¿está claro?-
Mily asintió con la cabeza repetidas veces, y Newt pudo comenzar con la explicación.
- El Claro es el centro del laberinto. Estamos seguros en él. Cada mañana, los muros del laberinto se abren, y cada noche, vuelven a cerrarse. Durante todo el día los corredores atraviesan el laberinto, memorizando, creando mapas...corriendo sin parar, y todo para encontrar una salida. Tienen que volver antes de que los muros se cierren, ya que de lo contrario se quedan allí toda la noche-
Mily tenía mil preguntas, y sabía que el chico no había acabado, pero aun así decidió interrumpirle.
- ¿Y qué hay de malo? Acampan y se acabó-
Newt la fulminó con la mirada, ella cerró la boca.
- Nadie sobrevive a una noche en el laberinto. Nadie-
Se creó un silencio entre los dos, Emily observaba a Newt con algo de miedo, y Newt...simplemente la observaba. Quería saber lo que pasaba por la mente de la chica, por qué hacía tantas preguntas, por qué era tan curiosa y por qué parecía tan asustada de todo y de todos.
- Los llamamos laceradores, Mily. Nadie ha visto uno de cerca y sobrevivido para contarlo-
Effy cerró los ojos, y apoyó la barbilla en sus rodillas encogidas.
- ¿Por qué nos hacen esto? ¿Quién ha sido?-
- Les llamamos Creadores. No sabemos quienes son, pero sabemos que están ahí, porque nos mandan comida cada mes, junto al nuevo verducho. Porque nos observan, porque se encargan de que los muros se cierren-
- ¿Cómo sabes que nos observan?-
- Puedo enseñarte algo, si quieres-
Mily asintió, y los dos se pusieron en pie. Newt hizo algo que la sorprendió, pues la llevó hasta las puertas del laberinto. Todo estaba a oscuras, pero podía distinguirse bien.
- Si no me equivoco...tendrían que empezar a cerr...- las palabras del chico fueron interrumpidas por un rugido, seguido de varios sonidos y estruendos metálicos, ensordecedores, aterradores. Mily retrocedió dos pasos, muerta de miedo, pero también de curiosidad.
Los muros, como por arte de magia, comenzaron a juntarse, a moverse.
- Newt...-
- Tendrás que acostumbrarte, pequeña. Esto pasa cada noche, y se abren cada mañana- exclamó él por encima del ruido.
Cuando las puertas ya se habían cerrado, los dos seguían mirando las gigantescas paredes de piedra.
- ¿Estás segura de que quieres ver lo que voy a enseñarte?- preguntó Newt, compasivo.
- ¿Qué me vas a enseñar?-
- Un lacerador-
Un escalofrío recorrió la espalda de Mily, y ésta se mordió el labio con fuerza. Asintió con la cabeza lentamente, y Newt agarró su muñeca con suavidad y tironeó de ella, mientras buscaba y toqueteaba a tientas los muros.
- Estos bichos sólo salen de noche, por eso los corredores exploramos el laberinto de día- explicó el rubio, e hizo una mueca victoriosa al encontrar lo que buscaba. Apartó unas cuantas lianas, y dejó ver un pequeño trozo de cristal transparente incrustado en el muro, lo suficiente como para poder mirar a través de él...hacia el laberinto.
- Asómate cuando quieras, no es seguro que el lacerador vaya a pasar por aquí esta noche, pero puedes intentarlo-
La chica tomó aire, se agachó y se colocó de modo que sus ojos se ajustaran a la altura del cristal. Hizo algo de sitio a su compañero, y los dos observaron el lúgubre paisaje ante sus ojos.
Al cabo de unos minutos, una lucecita roja, cómo un láser, se encendió, y pareció escanearles.
- ¿Eso es un lacerador?-
Newt rió.
- No, no es un lacerador. Si sigues la luz roja hasta su origen verás de lo que hablo-
Emily le hizo caso y entornó los ojos, en busca del portador de la luz intermitente y roja. Le costó hallarlo, ya que era una criatura de tamaño mínimo. Era un escarabajo...un escarabajo metálico.
- ¿Qué narices...?-
- Creo que es eso con lo que los Creadores nos observan-
No pudieron hablar mucho más, pues en seguida pudieron escuchar un lejano traqueteo. Chasquido, traqueteo, chasquido, traqueteo. Un rugido.
- Ya viene...-
Mily quiso apartarse, y correr lejos de ese lugar. Volver a encerrarse en la Caja que la había traído a ese infierno y salir al mundo exterior.
Sin embargo, no lo hizo. Llevó a cabo las respiraciones que el mediquero le había indicado y permaneció junto a Newt.
Entonces, los chasquidos y traqueteos cesaron, y Mily pudo ver a la criatura más horripilante que había pisado la tierra.
Era negra, gigantesca y viscosa. Su amorfo cuerpo estaba cubierto por un líquido, y su cara era una especie de muñón, con una boca grande y dientes enormes, afilados y asquerosos. Tenía pinchos que se filtraban en el interior de su organismo y que volvían a aparecer cuando querían.
Un gruñido seguido de un rugido hizo temblar los muros, e hizo que Emily se asustara tanto que cayó de culo al suelo.
- He...tenido...suficiente por hoy-
- Has tenido demasiado por hoy- Newt la miró con profundidad y seriedad y le tendió una mano.
Mily la aceptó, y los dos caminaron hasta la Hacienda.
- No quiero dormir sola. Estoy asustada-
- Puedes dormir con nosotros en las hamacas. Me encargaré de que nadie te toque-
Mily no pudo evitar sonreír, y Newt simplemente la miró de reojo, con disimulo.
- Dormiré debajo tuyo, si te pasa algo, despiértame, ¿vale?- Newt señaló una hamaca sobre la suya, y tendió a la chica un almohadón y una manta.
- Gracias, Newt- ella se deshizo de las botas, y de un salto se situó en su nueva cama.
- Bienvenida al Claro...Emily-••••••••••••••••••••••
Han pasado muchos meses desde la última vez que actualicé, pero supongo que no importa mucho debido a los pocos lectores que tiene la novela.
Newt es un amor, ¿verdad?
Necesito 3000 como él, por favor.
¡Nos leemos!Lottie.
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The Maze Runner, Fireproof {Newt}
أدب الهواةMemoriza. Corre. Sobrevive. Un año antes de que Thomas llegara al Claro, la Caja volvió a subir, como todos los meses. Pero esta vez, no era un pingajo cualquiera. Era una chica. Emily ha llegado al laberinto, y la confusión estalla entre los clar...