Capitulo uno: No.

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-Ya nos vamos cariño, ¿Seguro de que no quieres venir con nosotros?

-Sí, madre-le dije por octava vez a mi madre-

-Te vamos a extrañar

En ese momento me sentí tan débil que si me pedía una vez más irme con ella lo haría sin pensarlo más, no soportaba verla llorar por mí.

-Yo más madre, no sabes lo que extrañare asustarte por las noches - le sonreí con una de esas sonrisas que en vez de alegres son nostálgicas-

- No sabes lo mucho que extrañare castigarte cada vez que lo hacías - dijo entre risas y lágrimas-

-Nos vemos luego madre, no vayas a conseguirte otro hijo - Dije con la mirada apagada-

-Adiós mi niño.

Entonces simplemente me tense le di una sonrisa forzada y decidí irme, ya no tenía ganas de nada, ella sabe lo mucho que detesto escuchar un adiós, hace años que no dejaba que nadie mencionara esa palabra, no recuerdo exactamente porque, pero en estos momentos no quería adivinarlo, se preguntaran porque mi padre no dijo nada, bueno está muy ocupado en el desde hace unos meses que abecés cuestiono mi existencia, pero no me molestaba supongo que todos pasamos por eso, lo que me enfurecía era ver las marcas que mi madre tenía en sus brazos, sé que son de hace más años de los que tengo de vida, pero sé que fueron a causa de mi padre, ella nunca quería hablar de eso, no le tomaba importancia hasta que mi padre comenzó a ignorarla hace unos pocos días , tal vez por eso decidieron mudarse.

Ya habían pasado unos meses, y bueno creo no haber mencionado que tenía novia, pues si, tenia, me engaño con unos de mi compañeros de soccer, aunque les mentiría si les digo que termine con ella, no, en realidad ella termino conmigo al darse cuenta que desde el momento en que me entere, ella no me importaba más, así de simple, y no es que era un estúpido simplemente me había acostumbrado a esas cosas.

- Hey! ¿Pensando de nuevo? - Mi mejor amiga Leila me saco de uno de mis muchos trances-

-Eso creo ¡Princesa! - Reí a mis adentros, ella no me permitía llamarla así aunque tenía más de 9 años haciéndolo-

-¡QUE NO ME DIGAS PRINCESA! -Vi su rostro tornarse completamente rojo de la ira, me encantaba hacerla enojar-

-Está bien, ¡PRINCESA! -Entonces Salí corriendo, no sin antes depositarle un beso en la frente, si no lo hacía terminaría con su muffin en mi camiseta blanca, otra vez.-

Cuando me volví a ver donde ella se encontraba me paralice, la vi caer por culpa de una tía que no nos agradaba, mentiría si digo que no solté el grito más marica de mi vida, pero se me paso cuando la vi inconsciente en el suelo debido al tremendo golpe que se dio al caer, luego mi mundo se destruyó por completo justo cuando había reunido todos los pedazos rotos, mi vida no tomaría sentido si ella se iba. Esto realmente no podía estar pasando, otra vez.

Cuando retome la compostura realmente 5 segundos más tarde, Salí como un cohete a recogerla del piso para llevarla al hospital, la enfermera tenía unas semanas libres debido a la muerte de su esposo. 15 minutos más tarde ya estábamos en el hospital, la cargue con cuidado por si estaba muy frágil, ella era mi mundo, no podía dejar que me quitaran lo que más quería una vez más en la vida.

Leila:

Desperté en el hospital con mi mejor amigo mirándome como un psicópata acosador sexual, okno nunca para tanto pero sí que estaba invadiendo mi espacio personal, me lo encontré raro, ya que no me acuerdo que fue lo que paso, lo último que llega a mi mente es mi caída y la cara de el al verme desplomarme en el piso, nada más.

- Hmm... ¿Hola? - en realidad no tenía ganas de hablar me dolía mucho la cara-

- ¡POR LOS SANTOS CHURROS! -Grito el muy bobo en mi tímpano-

- Cállate me duele la cabeza - en realidad nos tratábamos como fuera, éramos todo uno para el otro, pero no habían sentimientos amorosos, incluso, tenía novio hace dos días-

- Lo siento pequeña princesa, creí que te irías...

- Estas de coña? No soy como... bueno no importa solo nunca te dejare, eres mi mejor amigo, los mejores amigos siempre están ahí para joderse la vida mutuamente - le dije con aires filosóficos-

- Se me olvida lo mensa que puedes llegar a ser Leila - me dijo riendo como foca- en serio, chica estas a falta de unas tuercas, o de que te comas una nutella, cualquiera funciona.

- Tonto - le di un gran puñetazo en su hombro-

- AUCH!! LEILA! ¡Que no soy de hierro! ¿Se puede saber por qué me golpeas?

- Me has llamado princesa tres veces hoy...a mí no me culpes

- ¡Pero si solo fueron dos! -Replico pasando su mano por el lugar afectado-

- Bueno, ya... está bien te dejare tomar un poco de mi helado cuando me lleves a comprar uno, será divertido

- También se me olvida lo gangster que puedes llegar a ser, enserio acuérdame recordarlo-dijo con aires de ofenderme cariñosamente-

Pero luego de 10 minutos veo que él toma su celular, supongo que le llego un mensaje, no es nada raro en él, es popular como el popo de unicornio. Comenzó a alarmarme cuando vi la expresión de su cara, joder esto no es bueno, no, no, solo había algo que lo ponía así, hace años que esto no pasaba de nuevo.

-¿Estas bien...? -Pregunte muy alarmada en realidad no tenía fuerzas de correr tras él y él estaba a punto de echarse a llorar y cuando llora corre hacia un lugar que solo él sabe, esto no puede suceder, no hoy-

Un minuto más tarde ya él no estaba ahí, maldición, tengo que ir por él.

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He aqui el primer Capitulo espero os guste *Corazonsito verde*

Aquel día tresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora