Capítulo 19

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Mis ojos se mantienen fijos en los azulejos de la ducha, dejo que el agua se lleve la arena de mi cuerpo y mis lagrimas. Paso mis manos por mi rostro, eliminando el escaso maquillaje que me queda. No siento nada, estoy perdida conmigo misma.

No sé qué hacer

-¿Dea?-

Ni siquiera me inmuto al tono preocupado de mi esposo, solo miro fijamente los cajones del vestidor. Después de la ducha, solamente me coloqué unas bragas y una camisa de Enzo, me senté en el piso para mirar fijamente a la nada. Mi cuerpo no reacciona, mis emociones tampoco lo hacen, estoy perdida en la nada.

No sé cuánto tiempo tarde en calmarme, ni siquiera fui consciente en qué momento Enzo, me trajo hasta nuestra habitación. Debieron ser horas, mis ojos se encuentran con mi reflejo en el espejo más cercado.

Esta no soy yo

La mujer frente a mí, no es la misma que suele ser. Nunca quise admitirlo abiertamente.

Estoy rota

Muy rota

Mis ojos hinchados y rojos por tanto llorar, mi garganta se siente seca por los gritos mezclados con sollozos de dolor, mi rostro demacrado sin emoción alguna. Simplemente mirando a la nada.

-Dea, por favor háblame-

Ni siquiera respondo, solamente miro mi reflejo fijamente. Mientras mis pensamientos se vuelven más tormentosos, no recuerdo mucho de las últimas horas, es como si mi mente los hubiera bloqueado junto a mis emociones y sentimientos.

Estoy vacía

Nada tiene sentido ahora, nunca la ha tenido los últimos diez años. No desde que me jodieron la vida y al existencia esos dos, al final son tal para cual.

Unas mierdas de personas

Quiero culpar a alguien de mi tragedia, pero simplemente no puedo hacerlo, mi personalidad y mi alma, no lo permiten. No me culpo, nunca lo hice por lo que sucedió.

Mis fosas nasales perciben el perfume de mi esposo, a través del espejo puedo ver como se sienta a mi lado. Solo se mantiene ahí, sentado sin hacer nada, haciéndome saber que está aquí.

No sé cuánto tiempo pasa, o si ya es de día o sigue siendo de noche. No lo sé. Llevo mis rodillas hasta mi pecho, colocando una mejilla en ellas. Miro a mi esposo, su rostro luce cansado y veo como aguanta las ganas de dormirse, sin esperarlo eso logra sacarme una pequeña sonrisa.

Es un avance

Lo miro fijamente, detallando cada parte de su rostro. Cejas pobladas, pestañas largas, nariz, respingada, su mandíbula suave, recuerdo que se quitó la poca barba para la cena. Sus labios carnosos y gruesos, pero lo que más me gusta mirar. Son sus ojos azules, son profundos como el mar.

Como si sintiera mi mirada, sus ojos se conectan con los mío. Están un poco enrojecidos por la falta de sueño, pero no se rinde, se queda conmigo. Nos miramos un par de segundos, me da una pequeña sonrisa.

-Estoy bien, dea- responde- he aguantado varias veces el sueño-

Asiento, sin decir nada. Miro nuevamente mi reflejo, por instinto coloco mi cabeza en su hombro, no pasan dos segundos cuando su brazo rodea mi cuerpo.

Tomo una respiración profunda.

Entonces

Lo digo

-Sufrí un aborto, hace diez años-

Siento como su cuerpo se tensa ligeramente a mi lado, pero no agrega más. Se lo agradezco, continuo con mi tormento. Sin dejar de ver el reflejo frente a nosotros, me dejo ir en mis recuerdos.

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora