12 - Nail Kingahan

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"Lo siento pero tu historia no esta sumando puntos
Pienso en tu religión es una mentira para mantener mi boca cerrada
No testificare los crímenes de los que estas llevando la cuenta
¿Por que me arrojas a los lobos?, pense que eras uno"

Mi cabeza dolía un poco, y el mareo se sentía más fuerte que nunca. Había dormido muy poco la noche anterior. Después de que Anghelo tomara su baño y se arreglara, tuve que soportar su calentura. Resistirme a él me había resultado malditamente difícil, tengo que admitirlo. Era como si todo lo que había guardado por tantos años de repente se desbordara con cada mirada, con cada roce, con cada palabra que él me lanzaba. A veces sentía que todo dentro de mí quería explotar, y no en el buen sentido. Quería tomarlo, lanzarme sobre él y deshacerme de toda esa frustración acumulada.

Pero, al final, lo logré. Me mantuve firme, aunque mi mente se veía atacada por esa tormenta de deseos no cumplidos. No caí en la tentación de desquitarme con él. No lo hice, y de alguna manera, eso me parecía como una victoria. Pero la verdad es que me sentía vacío, como si una parte de mí hubiera sido enterrada bajo montañas de "lo que no debería ser". Y, sin embargo, esa sensación de deseo no se iba. Estaba allí, como una espina clavada, recordándome una y otra vez lo que no podía tener.

Siempre que siento que ya he tenido suficiente, que soy capaz de dejarlo ir, algo ocurre que me hace caer de nuevo. Como un imán, algo lo atrae hacia mí, y de inmediato caigo en el mismo ciclo. Me siento tan jodido que ni siquiera tengo las palabras para describirlo. Es como si una parte de mí estuviera atrapada en un lazo, sin importar cuánto intentara liberarme. Y lo peor es que me doy cuenta de que no sé cómo liberarme de esa prisión que he creado para mí mismo. Y, aún así, aquí sigo, atrapado, buscando la forma de huir sin poder hacerlo.

Tomé la aspirina, esperando que al menos eso calmara el dolor que sentía en la cabeza, el cual parecía crecer con cada respiración. Dejé el vaso en la isla de la cocina y apoyé mis manos sobre ella. Necesitaba ese momento para respirar, para aclarar mi mente, pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en todo lo que había ocurrido. Todo el caos, todo el dolor, todo lo que había pasado en el último tiempo. No podía dejar de pensar en él, en Anghelo, y en lo que me hacía sentir, en lo que me estaba haciendo sufrir.

Respiré profundamente y cerré los ojos, tratando de bloquear todo lo que me estaba aplastando, pero sin éxito. Fue entonces cuando escuché su voz.

-Corin -me llamó mi madre. Abrí los ojos y la vi allí, parada frente a mí.

-Dime, vieja -respondí, sin mucha emoción, casi en automático. No sabía si estaba molesto, cansado o simplemente agotado de todo lo que estaba pasando en mi vida. Había algo en su mirada que me decía que algo estaba por venir. Y no me equivoqué.

-¿Cuándo dejarás de hacerlo? -preguntó, y su tono ya era serio. Se acercó a mí, y su presencia, aunque familiar, se sentía como una pesada carga que no podía quitarme de encima.

Un Inesperado Mate (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora