Capítulo 1 "El Piano De La Calle"

87 5 1
                                    


CAPITULO I

Meliam Carmín

Es muy ingenuo que las cosas inesperadas sucedan en el momento correcto, anuqué no lo querramos aceptar.

Por lo mismo no nos damos cuenta de eso hasta que llega a su fin.

Y eso empezó el 3 de abril mientras yo iba a mi última competencia de piano, ya que en agosto iba a iniciar la universidad, y ya no volvería a tocar nunca más ya que me dedicaría 100% al estudio y trabajo.

Estaba caminando por una calle pequeña que a los costados tenían una variedad de negocios, pero me llamó la atención algo que había enfrente de una panadería. Era un piano, tenía una pinta de ser un poco antiguo, pero se veía en un estado demasiado bueno. Era de un color café oscuro con algunos toques de dorado, las teclas estaban de un blanco deslumbrante y no dudé en poder tocarlo.

Pero antes de eso entré a la panadería a preguntar si era de ellos el piano, ya que se me hace de muy mala educación agarrar o tocar algo que no es de uno.

Cuando abrí la puerta sonó una campanita y me volteó a ver una señora de unos 30 y algo de años, tenía el pelo negro y afro, era de piel morena, ojos cafés grandes. Cuando me vio sonrió y prosiguió a hablar.

—Buenas tardes, ¿se le ofrece algo? – lo dijo desde el mostrador con un tono muy amable.

—Si, ¿es de usted el piano que está afuera?- lo dije de un tono que sonara amable ya que siempre que hablo me dicen que hablo muy agresivamente.

La señora sonrió un poco más mostrando sus dientes perfectos.

—Es de mi hijo pero está durmiendo, creo.

—¿Y le molestaría a su hijo que yo pudiera tocar el piano por un instante?- dije de una manera de suplicación.

—Yo creo que no, como sea no creo que se dé cuenta porque tiene el sueño muy pesado, ni con una alerta sísmica se levantaría.

—Okey, muchas gracias- dije riéndome por lo que había dicho y porque si podía tocar una melodía en ese hermoso piano.

—No hay de que.

Cuando me di la vuelta para salir, me di cuenta que la panadería también estaba muy bonita y tenía el mismo estilo que el piano. Era un toque vintage con algo moderno. En donde tenían todo el pan era en unos estante de madera con vidrio para que no se ensuciara el pan, también había muchas plantas y algunas flores pintadas en las paredes de color beige. Y el pan que ni se diga que se miraba delicioso, cuando terminara de tocar el piano iba a comprarme uno.

Salí por fin de esa maravillosa panadería y me dirigí a sentarme en el banquito de cuero café oscuro que estaba frente al piano.

Necesitaba quitarme los nervios de poder entrar en la competencia, así que decidí tocar la melodía llamada Beethoven – Claro de Luna 3er Movimiento (Sonata No.14 "Moonlight" 3rd Movement).

Cuando estoy por hacer algo difícil hago algo más complicado que eso para poder calmarme.

Y empecé a tocar el piano.

Cuando lo toco se me olvida el mundo entro, pero justamente cuando iba a llegar mi parte favorita de la canción escuché algo diferente.

Abrí mis ojos y lo primero que vi fue otras manos en el teclado, volteé a ver quién era (lo cual era muy ilógico porque yo no conocía a nadie de esa ciudad ya que me había mudado ahí ayer).

Lo que vi fue una risa varonil perfectamente jodiente para mí, ya que en pocas palabras me decía "yo también puedo hacerlo y hasta mejor". Lo segundo que vi fueron unos ojos de color miel que brillaban mientras me miraba a mí directamente, tenía su piel morena, pelo ondulado de un café castaño, pestañas largas y unas cejas un poco pobladas.

Las Teclas PerfectasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora