Capítulo 1

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Narra la protagonista:

Luces que te ciegan, olor a alcohol, cigarro, orines, otras sustancias y/o fluidos que prefiero no describir es de lo que me rodeaba una noche más junto a personas mayormente desconocidas.

Es un domingo de Octubre, un antro ilegal lleno de adolescentes y jóvenes adultos bebiendo y consumiendo mierdas dañinas para la salud a consideración de cualquier persona cuerda.

¿Quién consume cualquier cosa tóxica que te den a bajo precio en un antro de mala muerte? Los imbéciles a los que les vendo mi droga.

Sería mentira que te dijera que no me siento mal por esas personas, personas que probablemente vivirán menos de lo que yo tengo planeado, pero es lo que tengo que hacer.

Sin dar detalles de más, detalles de menos, el antro/bar o lo que sea que trate de ser esto, está citado en las orillas de la ciudad en donde vivo y está en situaciones deplorables. Un no tan pequeño local de dos pisos, una barra de bebidas, una pista vieja de baile, mesas y sillas que suponen estar acomodadas al rededor de todo es desmán que se hace en las noches.

— ¡Ey! -volteé a mi derecha observando al pelirrojo que atiende la barra de bebidas- ¡Tengo un quinteto aquí! -señaló a una mesa de cinco adolescentes pubertos pasados de alcohol y le asentí entendiendo a la perfección-.

— Chicos, chicos, ¿Qué tal estan pasando la noche? -me acerqué sentándome en la orilla de su mesa-.

— ¿Tu quién mierda eres? Fuera -me dijo un adolescente al borde del colapso-

— Me puedes considerar una amiga -saqué unas bolsitas con píldoras de los bolsillos de mi sudadera- y también a estás preciosas.

Nunca fallaba, eran adolescentes buscando escape o diversión fácil, si les ofrecias algo que pareciera tóxico iban a abalanzarse hacía ello. Como dije el chico se mostró interesado, codeo a otro adolescente que se encontraba sentado al lado y ambos me prestaron atención.

- Son fuertes, unos mil yenes -dije agitando las bolsitas de 3 píldoras cada una frente a sus ojos-.

Inmediatamente sacaron el dinero de sus bolsillos y me dieron el dinero suficiente para tres bolsas, me fuí dejándolos tragando esas píldoras, eran tres chicos y dos chicas.

Ya eran aproximadamente las dos de la madrugada y tenía suficiente ganancia por lo que decidí ir a casa, tenía que volver para dormir un poco e ir a la universidad.

Las noches ya no daban miedo y las calles poco transitadas eran comunes en mi día a día por lo que con cuidado y atenta fui caminando, a estás horas de la noche ya no hay transportes seguros así que con todo el pesar del mundo camino por al rededor de 40 minutos para llegar a mi casa.

Aún pude dormir dos horas para después cambiar mi ropa por algo "decente" e ir a levantar a mi hermana.

- Ey Yua, es hora de despertar -dije entrando de la nada a su habitación- ¿Yua? -suspire pesadamente-.

Pero no vi nada al entrar, solo una cama tendida y un cuarto impecable pero no a una niña de doce años. Maldije por dentro, probablemente otra vez se haya escabullido fuera de la casa.

Salí tratando de parecer calmada, encontré a mi mamá haciendo el desayuno y al darse cuenta de mi presencia me sonrió.

- Trabajaste turno de noche de nuevo, ¿No estás cansada? -siguío cocinando en aquel viejo sartén- ya se que te lo he repetido mucho pero no tienes porque aceptar esos turno, podemos con mi empleo.

- Huele delicioso -la abrace por la espalda- ¿Haz visto a Yua?.

- -suspiro- ¿No está en su habitación? Juro que esa niña me da dolores de cabeza ¿Porqué no puede ser como tú? Un ejemplo a seguir.

Alto por lo bajo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora