- ¡Pero mira esas mejillas rosas!
-Es todo un galán... mi pequeño galán.
En la mansión Burgesandler los flamantes nuevos padres disfrutaban su tiempo libre en compañía del nuevo integrante de la familia. Solo había pasado una semana desde su nacimiento y el bebé ya era el ser más agasajado de toda la ciudad.
Clayton y Julie se encontraban en el jardín. Mientras Ruth les servía té. Ya se había convertido en una costumbre tener ese momento juntos en ese lugar a esa misma hora. Ahí aprovechaban para hablar de la vida y de sus próximos planes.
- ¿Has sabido de él?
-Pues... para qué voy a mentirte... La verdad no he sabido nada de él en semanas.
-Empiezo a preocuparme ¿Estará bien?
-Sí, seguro está bien. De no ser así, ya nos habríamos enterado -Respondió apretando la taza entre sus manos.
- ¿Por qué no le haces una visita?
-Ya lo he intentado antes... y su madre dice que no quiere ver a nadie.
-Anda, no pierdes nada con intentar. Anda, cariño... una vez más.
-Está bien... lo haré, pero no prometo nada.
Al día siguiente, al salir del trabajo, Clayton se dirigió a la casa de los Dinkelman. Tenía una labor pendiente desde hace ya vario tiempo. Hacía ya más de un mes que no sabía nada de Zack. De hecho, nadie sabía nada.
Zack se aisló de todo lo que le rodeaba. No salía, no convivía, no hacía nada más que estar en su habitación. Amargado y deprimido, aquel joven que todos conocieron lleno de vida y siempre servicial, se estaba dejando morir poco a poco.Clayton llegó y en aquella casa lo recibió una incomodidad que le estremeció la piel. Se limpió los zapatos en aquella alfombra a pie de la puerta con la típica frase de "Bienvenidos". Tocó la puerta y se aflojó el nudo de la corbata. De alguna manera, se sentía nervioso.
A los tres llamados, finalmente Emma abrió la puerta. Al ver parado a aquel hombre alto y con traje, sus ojos se engrandecieron. Tardó un minuto en reconocerlo y al hacerlo sintió gusto.
- ¡Pero miren qué sorpresa! ¡Hacía mucho que no te veía, chico!
Clayton vio en aquella mujer una imagen demacrada. Lejos estaba ya esa figura de aquella mujer, llena de vida, valga la redundancia.
- ¡Hola señora Dinkelman! ¡Qué gusto verla!
-Pero el gusto es todo mío, hijo, no te quedes ahí, pasa...
Le abrió la puerta y él entró. Se quedó un momento observando todos los alrededores - Vaya, muy bonita cocina - Dijo, queriendo sacar un poco de conversación con aquel típico comentario de visitas.
-Gracias hijo, hemos ido remodelando un poco - Respondió Emma secándose las manos con su delantal.
-Señora... ¿Se encuentra él?
- ¡Sí! Está allá arriba. Me alegra mucho que vinieras. Le hace falta ver una cara conocida.
- ¿Puedo pasar a verlo?
-Pero claro que sí, esta es tu casa.
Emma veía una esperanza en que quizá ver una cara conocida le ayudaría a su hijo a romper esa rutina que ya lo había atrapado.
Al llegar arriba, la puerta de la habitación se encontraba media abierta. Tomó el atrevimiento de abrirla totalmente sin antes tocar y ahí, ahí estaba él. Mirando por la ventana con una capucha gris. Su cabello lucía largo y descuidado. El espesor de su barba era increíble. Definitivamente la figura de Zack era irreconocible.
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Recuérdame
RomanceSecuela de la historia Imposible Olvidar. Narra la vida de Zack después de los sucesos de la primera novela. Una historia basada en la melancolía y en cómo seguir adelante a pesar de las adversidades.