Prólogo

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Libro 1: Sentando Fundamentos.
Capítulo 0: Prólogo

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"¡Chico, apúrate con el desayuno!".

"En seguida Tío Vernon", Una mañana rutinaria en el siempre ruidoso Número 4 de Privet Drive. Hadrian Potter, o, Chico, como a su tío Vernon Dursley le gustaba llamarlo, haciendo el desayuno mientras sus familiares, no, parientes, esperan no tan pacientemente en la mesa.

La obvia descortesía de sus parientes ya era algo a lo que estaba acostumbrado, después de todo, llevaba viviendo con ellos unos 10 años. Aunque tenía que admitir que exceptuando los momentos en los que estaban obligados a interactuar, como las comidas, su trato hacía el era indiferente en el mejor de los casos, más bien ignoraban su existencia siempre que pudiesen. No es que no le agradará el acuerdo tácito que parecía haber que consistía en que mientras hiciera sus tareas correspondientes lo dejarían solo en su mayoría. Así que simplemente se dedicó a terminar los habituales huevos revueltos, el crujiente tocino y las tostadas para simplemente seguir con su propia rutina. Una vez terminada la preparación del desayuno se retiró a su habitación, la que alguna vez había sido la segunda de Dudley. No es como si Dudley realmente necesitará una segunda habitación, pero sus tíos lo consentía demasiado en su opinión. Tampoco es como si fuese a decirles eso.

Una vez en su habitación, cerró el pestillo de la puerta y se sentó sobre la cama para meditar, algo que encontró sumamente útil para despejar su mente y poder concentrarse. Algo difícil, pues no podía sacarse de la cabeza que este unas horas más tarde iría de vacaciones con los Dursley a una cabaña en el norte. No era particularmente malo, pues podría merodear en el bosque circundante pero eso limitaría el tiempo que podría pasar experimentando libremente con sus... Habilidades.

Bueno, así las llamaba él, no estaba seguro de que eran en realidad, de no ser por la ferviente negación por parte de los Dursley, Hadrian casi se habría convencido de que él podía hacer magia. Hace unos años habían habido algunos incidentes particulares que finalizaban en castigos bastante desagradables. Dichos incidentes consistían en pequeñas cosas flotando, cabellos cambiando de color, heridas leves curadas anormalmente rápido, hablar con serpientes, entre otras cosas. Descubrió que ese tipo de incidentes eran los que decencadenaban los peores castigos, así que con el tiempo, aprendió a controlar un poco sus emociones, que parecían ser el verdadero factor desencadenante de dichos incidentes.

'Veamos que es lo que puedo probar hoy', pensó Hadrian para si mismo. Hasta ahora, había podido hacer cosas pequeñas, no obstante, en su humilde opinión, increíbles. Podía hacer flotar objetos pequeños, aunque no más de diez segundos hasta que y una altura que no excedía los quince centímetros, hasta que su concentración flaquea y el objeto cayera, para su gran molestia; también podía hacer una pequeña luz que parecía quedarse estática a un centímetro de la punta de su dedo, sorprendentemente, encontró ese ejercicio mucho más útil que el primero. Pese a que esos fueron los únicos dos extraños fenómenos que pudo replicar de sus incidentes pasados, también fueron bastante educativos. Dado que no encontraba otra forma de mejorar su uso más que en la práctica constante, empezó a pensar en los otros aspectos de estos fenómenos, como el rango de distancia en que podía ejecutarlos, y la forma en la que el tenía que enfocarse para hacerlo.

Descubrió que cuando hacía flotar los objetos, su pecho se calentaba levemente, y luego el calor parecía fluir a sus brazos a través de lo que sentían que eran conductos, como venas, pero no ellas, hasta que llegaba a la punta de sus dedos. Luego parecía que a partir de ellos, emitía dicho calor hacia el exterior hasta que hacían contacto con el objeto que quería hacer flotar en cuestión, al que también rodeaba exteriormente.

Hadrian Potter y las Crónicas del MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora