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Un mundo propio.

Qué oración tan difícil de imaginar, pero a la vez tan común y concurrente.

Seungmin acompañado del suave sonido de las pequeñas gotas rompiendo contra el concreto; intentaba pensar en el significado de las palabras de Minho. Se había escuchado tan decepcionado que casi dolía como un punzón enterrado profundamente en la costilla. Pero quería comprenderlo, saber qué hacer. ¿Acaso el deseo de cualquier persona no es eliminar sus inconvenientes? Minho sufrió por su ceguera; se apartó de sus padres, amigos, estudios, deseos y cuántas cosas más debió abandonar por su condición. Quizás, él nunca manifestó verbalmente su desánimo, pero, era notable que el alfa se emocionaba cada vez que escuchaba de los colores, y le seguía preguntando como si ansiara verlo por sí mismo. Entonces... ¿por qué?

Tensó la delgadez de sus labios cuando la frustración se convirtió en lágrimas desoladas. Siendo su manga con la que secó fuerte e impasible la delgada piel fría de su pómulo. Mientras su pobre corazón latía infeliz, sentía como si una manta hecha de piedra afilada le cubría la misma; la cual le seguía torturando debido a la innegable culpa. Y por más que pensara, deseara, ¡no lo entendía! ¿Cuál era la razón?

Tenía incrustada la sensación de haber hecho algo mal, que el equivocado no era otro más que él mismo y todavía, le fastidiaba tanto que no lo comprendía. No era capaz de hablar, mucho menos buscarlo y tratar de aclarar la situación porque no conseguía ordenar correctamente los pesares que lo embarcan. Aunque, aún estaba presente aquella cuestión, no faltaba demasiado para que sus vacaciones terminaran e inevitablemente, partiera nuevamente a la capital. Pese a que ya se hallaran en una relación -ahora tambaleante- con el alfa de cabellera bicolor, los planes de seguir aprovechando su beca en Seúl no han cambiado. Nunca cambiaron en realidad.

Aún si ama demasiado compartir su tiempo con Minho no sería capaz de abandonar su carrera para quedarse a su lado en estos momentos.

La frialdad del clima empezó a calar en su cuerpo, estremeciéndose a causa de la falta de calor. Sin embargo, seguía faltante de ganas de levantarse e irse, naturalmente demasiado preocupado por Minho que realmente afectado se había ido como si nunca hubiese querido permanecer más a su lado. Y ante aquellos pensamientos que son como sombras oscuras agujereando su pobre cabeza, juntó ambas manos en un solitario apretón, donde el gesto raspado en el húmedo rostro del omega concordó. Pese que era consciente que llorando y aferrarse inútilmente a ese lugar no volvería el tiempo atrás, ni mejoraría nada; siguió un tiempo más allí, divagando. Al punto, que ni siquiera se dio cuenta del instante en que la amarga lluvia cesó.

—Espero que hayas llegado bien a casa. —Los delgados cabellos castaños marcados en suaves ondas se deslizaron a los costados del reducido rostro, siendo la intensidad de su color quien potenció el tono cremoso perteneciente al joven omega, y aún terriblemente decepcionado, la belleza natural seguía sin abandonarlo. Un noble muchacho sufriendo las confusiones de su primera y única complicada primavera.

Quizás debería imitarte. Pensó desanimado.

Sin ninguna pregunta resuelta con seguridad y tampoco un plan concreto el cual ejecutar, por fin, se puso de pie. Amparante la nebulosidad de la noche lo recogía entre sus brazos, benevolente con la cantidad infinita de confusiones y otras tantas nuevas dudas de las que preso era. Aún si todavía no era capaz de imaginar los pasos correctos que debía dar para avanzar, la resolución establecida en su mente por cuál camino seguir si lo era.

Quería... quería que el cariñoso hombre que tanto apreciaba siga a su lado, formar un futuro donde ambos se encontraran incluidos.

Durante un solo minuto sus ojos osaron reflejar a la vieja luna sobre sus iris, semejante al pacífico mar que con olas mansas causaban el bailar de las luces blancas en su superficie. Pequeño instante antes de separarse de los sueños; detectó un aroma imposible de ignorar, no cuando se trata de la especial fragancia cítrica y burbujeante que vibraba vasto a su alrededor junto el picante dulzor de la pimienta negra cosquilleando su nariz. Ganando su inevitable gran sorpresa y el temblor de sus delicados sentimientos, pues no se discierne listo todavía para enfrentarlo. De lastimarlo otra vez.

the colors of my world •knowmin•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora