La noche antes de que partiera, permanecí despierta junta a ella.
Leímos un libro entero juntas. Le gustó mucho al parecer, porque su sonrisa se ensanchaba con felicidad ante cada frase que le parecía bonita. Me miraba y yo no podía evitar sonreírle de vuelta, porque su sonrisa era la más hermosa de todas.
Bueno, en realidad, Jisu era la mujer más hermosa que haya visto. Me gustaba cómo sus ojos se cerraban y sus mejillas se elevaban cada vez que sonreía y su sonrisa, era peculiar y perfecta, era como todo lo que el mundo entero necesita para sanar. Su risa me hacía reír, su expresión de seriedad me permitía apreciarla mejor. Jisu era perfecta.
Y me daban unas enormes ganas de llorar cada vez que la veía sonreír. Porque la vida estaba siendo una mierda al negarle el derecho de ser feliz a alguien tan perfecta como ella.
¿Qué culpa tenía? Ella sólo encontró su refugio en mi, se encontró a salvo conmigo, no era su culpa, no era la mía.
Jisu jamás hizo algo malo y si lo hizo, sus intenciones no fueron esas, ella jamás hirió, jamás exigió, jamás reclamó, jamás insultó, jamás se quejó de la vida, porque no podía, porque no quería, por lo que fuera... Jamás fue como todos los demás y eso la hacía especial.
Cada vez que me miraba a los ojos podía sentir un llamado de auxilio, como si intentara decirme algo que no era capás de expresar. Había en su corazón, toda una vida de ilusiones y planes a mi lado, pero su mente la tenía prisionera, incapacitada para hacerlos realidad.
Y me sentía una basura, porque yo estaba planeando abandonarla para vivir mi vida. Tenía la sensación de que me encogía y crecía al mismo tiempo, de no caber en mi propio cuerpo.
Ella se despeñaría, como decía su libro; igual que un alpinista al que acabaran de quitar la pared montañosa, el punto de apoyo al que se aferraba para no perder pie. Con las uñas clavadas en el hielo, se puede sufrir y pensar, incluso desear morir de frío, pero se sigue vivo, pues la esperanza aún se subleva.
Surge la noche en pleno día, en plena cara y, ya nunca nada será como antes.
Esa noche que surgió en nuestro pleno día, dejé que Jisu descansara sobre mi pecho nuevamente, porque le gustaba escuchar el latido de un corazón.
Dejé que sus manos tomaran las mías como si supiera que al siguiente día ya no me tendría, dejé que se escondiera conmigo debajo de las cobijas, la dejé amarme con su silencio.
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Latidos | Yejisu
RomanceEscuchar los latidos de mi corazón la tranquilizaba. ➼ Adaptación © daeguyz ➼ Portada hecha por Hope_Kimbae de DejaVu_Editorial