Ocho - La fiesta antes del caos

1.4K 93 13
                                    

Porque no soy buena compañía, tenía razón tu amiga

Buenos Aires ; 15 de marzo

Estaba a punto de hacerlo. Ya habían pasado los días y llegado el momento.

Esta noche era mi despedida de soltera, y mañana voy a estar parada en el altar con el vestido blanco mientras espero a mi futuro marido.

Pero no quiero pensar en el día próximo.

Voy a disfrutar esta noche con mis tres amigas de toda la vida como me lo merezco, voy a despedirme a lo grande. Ya habíamos reservado una mesa en el boliche al que vamos siempre, y teníamos todo listo para pasarlo excelente.

- A ver que me pongo - dije para mi misma, abriendo las puertas del ropero

Miré por encima hasta que finalmente me decidí. Un top negro con detalles en rojo, acompañado de una pollera tiro alto también negra, y unas sandalias a juego con el rojo de la remera.

El maquillaje fue relativamente tranquilo y básico, y lo único que hice en mi pelo fue pasarme la plancha para alisarlo. Ya estaba lista.

Una hora y media más tarde, mis amigas y yo ya nos encontrábamos en la pista de baile del respectivo boliche con bastante alcohol corriendo por nuestras venas. El lugar explotaba de gente, todos irradiando felicidad.

- Parece que un pibe ya te tiene como objetivo de su noche - gritó mi amiga en mi oído, para que pueda escucharla por sobre la música

Disimuladamente giré mi cabeza hacía un costado y ahí fue que lo ví. Estaba apoyado en la barra, con un vaso transparente en su mano y tenía puesta una campera de cuero que lo hacía ver más hermoso de lo normal.

Dejé de mirarlo y agarré a mi amiga del brazo, para sacarla al patio del lugar, dejando a las otras dos adentro. Quería hablarle más tranquila.

- Ese es Tomás - le expliqué una vez afuera

Ella abrió sus ojos.

- ¿En serio ese es el primo de Santiago? - exclamó sorprendida, a lo que yo asentí - Me lo imaginaba diferente por lo que vos me decías, no se parece en nada a los chicos que te gustan a vos y no siento que vayan a encajar

- Ella tiene razón, nosotros no encajamos juntos - pronunció una voz varonil a nuestras espaldas

Ambas nos dimos vuelta y nos encontramos con la presencia del tatuado, quien nos miraba de arriba a abajo con mala cara.

Mi mejor amiga tenía una cara que parecía que quisiera que la tierra se la tragara ahí mismo. Justo la había sorprendido criticándolo, y había escuchado su opinión sobre él.

Ella me lanzó una mirada nerviosa, que me dejó saber que la presencia del chico ahí la había intimidado, y salió caminando rápido hacia dentro del lugar. De esta manera me quedé sola en el patio de aquel boliche con Tomás enfrente mío.

- ¿Qué haces acá? - le cuestioné

El teñido rió, causándome cosas en mi interior que no sabía que podía sentir.

- ¿Qué te importa? - me contestó Tomás con otra pregunta - ¿Acaso no puedo salir a divertirme yo también?

Bajé mi mirada al piso, sintiendome algo incómoda. Pero no estuve así por mucho tiempo ya que él me agarró el mentón y levantó mi cabeza, obligándome a enfrentarlo.

Mi mirada bajó de sus ojos a su boca, y él pareciera que se dió cuenta de lo que quería en ese momento porque me besó con ganas.

Sus labios estaban de nuevo contra los míos, y no podía estar más agradecida de eso. Su sabor a alcohol se mezclaba con mi labial y su lengua hacía contacto con la mía.

- Que termines muy bien tu despedida de soltera - me dijo al finalizar el beso mientras se limpiaba el borde de su labio con la mano - Y suerte casándote con alguien que sí sea buena compañía para vos

----------

Giré el picaporte e ingresé a la casa de los papás de Santiago. Todo estaba oscuro, señal de que mis suegros y los tíos de mi novio estaban durmiendo.

Subí las escaleras, me saqué los zapatos y fui al baño a lavarme la cara y los dientes. Ya lista para acostarme, agarré mi celular y comencé a ver todas las fotos que habían subido a las redes mis amigas sobre la salida. Había sido una buena noche.

Y Tomás había formado parte de ella.

Sonreí acordándome del beso, de ese beso que se sumaba al resto de besos que no iba a poder olvidarme nunca en mi vida.

Me acosté, cerré los ojos e intenté dormirme. Una vez que estaba a punto de lograrlo escuché como la puerta se abría nuevamente y alguien entraba con pasos torpes y emanando olor a vino.

Se ve que Santiago también la había pasado bien en su despedida.

Quitó su remera, sus zapatillas, y se acostó al lado mío en la cama. Me abrazó tiernamente para después dejar un camino de besos que iba desde mi hombro hasta mi mejilla.

- Buenas noches mi amor - me saludó antes de dormirse - No aguanto a que llegue mañana para poder decirte mi esposa

Esas palabras retumbaron en mi cabeza durante toda el transcurso de toda la noche.

De nuevo no pude dormir nada durante aquellas horas.

Mañana me esperaba el día más "importante" de mi vida.

Que el universo se apiadara de mí.

T.K.M | C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora