Diez - Tiempo después

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Yo siempre te quise

Cutral Co ; 22 de junio

Tomás point of view

Caminaba por las calles tan frías de mi ciudad, en dirección a la plaza. El invierno se notaba aún más en las provincias del sur del país pero eso no era un motivo para quedarme encerrado. Sé que si lo hacía no iba a dejar de pensar en ella, y no quería seguir torturándome más.

Ya habían pasado más de dos meses, el pasado es pisado como dicen todos.

Tenía que olvidarme de ella, de su cabellera rubia acompañada de sus ojos verdes y de sus labios tan suaves. Tenía que sacar de mi cabeza el sonido de su voz, su caminar tan sensual y su manera de ser tan tierna pero a la vez súper fogosa.

Tenía que dejarla tan solo como una aventura, como un recuerdo.

Doblé en una esquina y ví a lo lejos un grupo de personas sentadas en el paredón de piedra, con un parlante reproduciendo canciones de trap mientras compartían algunos cigarrillos o botellas cortadas al medio con alcohol dentro de ellas. Sin duda esos eran mis amigos.

Caminé más rápido, entrando un poco en calor, y por fin llegué a destino. Choqué mi puño con el de Lucas, después con su hermano menor, y saludé al resto simplemente con un hola a secas.

Franky se acercó y me extendió un porro que acepté rápidamente. La base sonó más fuerte y Chulu empezó a improvisar sobre la misma, mientras el resto tan solo miraba o a veces hacía acotes.

Tenía razón Clara con lo que me dijo aquella tarde en el lago, este era mi lugar. Así era mi vida. No en Buenos Aires junto a ella como en un momento lejano lo imaginé.

Los minutos pasaron y nosotros seguíamos ahí, todos reunidos y hablando de cosas de la vida. Compartiendo anécdotas, risas, música y drogas.

El sol se escondió, revelando que la tarde ya se estaba terminando. Subí el cierre de mi campera de abrigo y me coloqué la capucha, no quería enfermarme por tomar frío.

- Está refrescando una banda - les dije a mi grupo más íntimo - ¿Quieren ir para casa y seguimos ranchando allá?

Todos asintieron, por lo que empezamos a caminar en esa dirección.

La distancia era bastante larga, y se hacía peor con el desgano que cargabamos para caminar. En la mitad del recorrido frenamos y entramos al supermercado del barrio, para comprar algunas hamburguesas y comer cuando lleguemos.

Pasé por la góndola de los fiambres y sonreí al ver la mortadela, recordando esa noche en la que la ví por primera vez escondida comiendo un sándwich en la cocina.

- ¿Ahora te enamoraste de la mortadela que le sonreís así? - me jodió Troca

- Sos un pelotudo - respondí riéndome levemente

Una vez que pagamos todas las cosas, volvimos a emprender camino hasta mi casa.

La noche, que ya de por sí era fría, se hacía peor con la leve llovizna que empezaba a caer del cielo. Odiaba el invierno y sus lluvias imprevistas.

El agua cae todavía con más fuerza y ya la capucha no era suficientemente protectora, por lo que me terminé mojando de igual manera como los demás. Lo bueno era que ya quedaban pocas cuadras para poder estar bajo techo.

Nos apuramos y al fin ví la entrada de la vivienda a pocos metros. Pero no estaba vacía.

- Che, ¿invitaste a alguien más? - me consultó Homer

Negué con la cabeza, intentando analizar quién era la persona que estaba sentada en la vereda mojándose por completo.

Cuando estuve enfrente de mi casa, la ví.

Su pelo rubio estaba empapado, su piel se veía un poco más pálida de lo que estaba durante el verano, y sus piernas temblaban seguro a causa del frío.

Seguía igual de hermosa, eso no había cambiado en lo absoluto.

Ella también me vió, y se levantó del suelo. Me observó sin decir nada por unos segundos que a mí se me hicieron eternos. Después pasó su mirada a los chicos que están detrás mío.

No supe qué decir. ¿Qué hacía acá, a tantos kilómetros lejos de su casa?. ¿Por qué había venido?. Muchas preguntas llegaron a mi mente y no tenía respuesta para ninguna de ellas, y quería que Clara me explicara todo.

Se acercó lentamente hacía donde estaba y me miró a los ojos, esos ojos que me habían hipnotizado meses atrás.

El tiempo se detuvo. Estamos mirándonos en el medio de la calle, y parecía que nada más existía por fuera de nosotros dos. Llovía, y estabamos mojándonos pero no nos importó.

Parecía la escena de la típica película romántica.

- Hola - soltó en un tono de voz bajo, como si le intimidara hablarme después de todo lo que pasó

- Hola Clara - la saludé en respuesta

Quería reprocharle muchas cosas, quería gritarle lo mucho que me lastimó. Pero a la vez también quería estrecharla entre mis brazos y decirle que la había extralado mucho, besar sus labios otra vez.

Ella abrió su boca, y su voz soltó las palabras que jamás pensé oír de parte suya.

- No me casé - me avisó mientras agarraba mi mano y la juntó con la suya

Me sorprendió la noticia, no podía creer que esa boda no se hubiera realizado. No quise imaginarme como debieron sentirse mi primo y mis tíos al escuchar la respuesta negativa de la rubia.

Miré nuestras manos unidas y, efectivamente, me dí cuenta que la de ella ya no traía puesto ese anillo que una noche le quité.

- Finalmente dejé toda la mentira atrás y vine a buscar al Campos correcto para mi vida, espero que ahora él me quiera dar a mí otra oportunidad - terminó de decirme con una sonrisa

FIN

T.K.M | C.R.ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora