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Estaba sentado en una gran mesa frente a varias personas, su rostro mostraba una cara neutral mas bien seria ante los demás, pero por dentro se encontraba saltando de la mas pura alegría. Sabia que si mostraba la mas mínima señal de felicidad iba a ser mal visto por los demás presentes, pero le era simplemente imposible no sentirse feliz por la muerte de aquel sujeto, simplemente la idea de que estuviera muerto le hacia feliz y como no, quien no se alegraría por la muerte de alguien que le hizo mucho daño que no solo te daño a ti sino también a las personas que mas quieres.

Lo había estado esperando por mucho tiempo y por fin había llegado, pero tenía un problema - Por que diablos se demoraban tanto en decidir que hacer con su maldit* cuerpo - Pensó enojado, se suponía que ya debían tener esto previsto, todos sabían que ese hombre iba a morir en cualquier momento debían tener esa ley ya puesta no a último momento, le parecía una verdadera falta de respeto para toda su gente que ya haya pasado mas de una semana desde su muerte y su cuerpo todavía siga en la morgue esperando que hicieran cualquier cosa con el. Se quedo un rato pensando en silencio mientras escuchaba como el resto de las personas conversaban hasta que un golpe en la puerta lo saco de sus pensamientos y produjo que hubiera un silencio sepulcral en la sala, grito un pase para que escuche la otra persona, miro algo aburrido como su presidente entraba en la sala con unos papeles en mano para que los firmara, pidió amablemente a los demás que salieran y los dejaran solos, recibiendo un asentimiento de todos y su inmediata salida del cuarto.

Miro atentamente al hombre, de verdad no le agradaba para nada, pero de igual manera debía respetarlo porque era su dirigente. Hablaron durante un pequeño tiempo, no mucho pues el country mantenía su distancia y era muy cortante al momento de contestar, no era que no lo quería por ser de provincia eso no le importaba mucho, de todas formas el tuvo durante toda su historia a presidentes que eran provincianos y se enorgullecía de eso, pero con el era diferente cuando lo veía la desconfianza lo inundaba. Salieron del lugar aun en una pequeña plática hasta que se separaron porque cada uno tenía que hacer sus cosas. Ni bien el peruano salió se encontró en la entrada a varios periodistas, simplemente decidió retroceder y salir por otro lugar, pero para toda su desgracia todas las salidas estaban rodeadas de periodistas que querían y matarían por lo último en información. Pensó durante un tiempo que podría hacer para salir pero no sé le ocurrió nada que pudiera servirle, hasta que sintió como lo tomaban de los hombros y lo empujaban, logrando sacarlo del Palacio de Gobierno y llevarlo entre una multitud de periodistas. Todo fue tan rápido que no se dio cuenta quién o quiénes fueron los culpables, lo subieron a un carro con rumbo desconocido, se sentía nervioso y completamente confundido pero cuando vio a las personas que lo acompañaban se tranquilizó un poco, eran algunos de sus departamentos y algunos estados que si era sincero no conocía muy bien debido a que casi nunca los veía cuando iba a visitar a su prometido.

Les pregunto que les pasaba, pues todos lo veían con una sonrisa en su rostro y con su mirada clavada en el, logrando que se sintiera muy incómodo, simplemente decidió no prestar mucha atención y mirar mejor el paisaje que se mostraba a través de la ventana del coche. El viaje fue algo largo pero al final llegaron a un lugar algo alejada de la ciudad, no podía identificar con exactitud donde se encontraba pues no recordaba haber estado ahí alguna vez, rápidamente lo sacaron del automóvil y lo metieron en una tienda cercana. Miraba la gran ventaja del local intentando recordar donde estaban, pero dejo de hacerlo al escuchar como lo llamaban, siguió la voz hasta un cuarto, cuando lo vio por primera vez se sorprendió pues estaba completamente lleno de ropa elegante, había desde vestidos de coctel hasta los más elegantes trajes que había visto en su vida, de repente sintió como un escalofrío recorrió su espalda al sentir un pequeño golpe venir de su vientre, era su pequeño que estaba algo inquieto en esos momentos pero se calmo un poco después de le diera unas cuantas caricias a su pancita que ya se empezaba a ser visible, no podía ocultar su embarazo por mucho tiempo más y aún más si se acercaba la fecha de la boda. Estaba emocionado y a la vez nervioso de que llegara el día y tuviera que decirle a sus familiares de la noticia, no sabía cómo iban a reaccionar y eso le preocupaba.

Mi cuidador Usper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora