.Bosque Oscuro.

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JENNA's POV.

Desde la distancia, el Bosque Oscuro podría parecer un simple conjunto de arboledas similares a muchas otras. Sin embargo, al adentrarse en él, la realidad desmentirá esta primera impresión.

Los troncos de los árboles presentan un inusual color negro carbón, y el follaje se despliega en tonos de azul y verde, creando un contraste intrigante. A nivel del suelo, las flores son verdaderas rarezas: vibrantes y coloridas, pero con escasos pétalos que, bajo la luz de la luna, reflejan un resplandor neón, como si la noche misma las iluminara.

Maravilloso.

Esa es la palabra que lo describiría.

— ¿Ahora qué? —Digo, sin dejar de ver la luna entre las hojas—. Escapamos del reino, estamos en un tétrico bosque y no puedo despertar.

— ¿Despertar?

—Sí, ya sabes, es imposible que todo esto sea real —respondo—. Hasta está la posibilidad de que haya caído en coma.

—Eso llevaría a que yo no sea real.

—Suelo soñar con cosas locas y personas locas porque en mi mundo, todo es normal y aburrido

— Entonces no soy nadie, según tú —me mira con ambas cejas levantadas y una sonrisa presuntuosa.

— ¡Exacto!

—Es algo ofensivo —me acusa haciendo pucheros de niño pequeño.

—Tu problema, no pienso disculparme.

Se lleva una mano a su pecho ofendido dejando escapar una risa.

Su sonrisa dibuja líneas en la comisura de sus labios, mientras que en sus ojos brilla una diversión cínica que me hace pensar que para él todo esto es un juego. Hasta ahora, solo he conocido a una persona con esa misma cualidad: Alexis.

«¿Qué estarás haciendo ahora?», «¿Me perdonarás algún día?» La culpa no me deja tranquila «¿Qué me querías decir esa tarde?»

—Nombre —reconocí el tono ronco y jocoso de Brais.

— ¿Qué?

—De la perdona que te tiene tan pensativa. ¿O es que acaso soy yo? Si es así, te compadezco.

Solté un bufido y decidí no responder. 

Ya quisiera.

—Ahora que hago memoria, no me dijiste tu nombre.

—Jenna —respondo a secas, sin dejar de contemplar mi entorno.

La niebla ya se ha disipado un poco, el camino es más claro y lleno de extrañezas, de los árboles vuelan cuervos blancos, a mis pies saltan topos de nariz estrellada pequeños, de vez en cuando se ven mariposas pero no como las de mi mundo o como las que había estudiado. Son únicas y con colores opacos.

—Ahora que lo pienso —analizo—, esto se parece mucho al país de las maravillas.

Su risa me desconcierta porque parece un maniático acordándose del cadáver que dejó descongelando.

—No me digas, ¿Lewis Carroll?

— ¿Sí...? 

—Él era un loquito de por aquí. Todo en lo que se basó para escribir su absurdo cuento infantil lo tomó de aquí.

La mandíbula se me descuelga, sorprendida y al mismo tiempo entusiasmada.

— ¿Todo lo que él escribió es verdad?

Jenna. La lucha por Crisantemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora