Podría decirse que la vida era fácil cuando se tiene un cuerpo completo y funcional, una mansión en la que vivir y un abastecimiento monetario constante de parte de sus padres. Sin embargo, Park ChanYeol descubrió que la vida era algo más que estar sano y no pasar necesidades.
Tenía veintiún años y era un muchacho fuerte y saludable que estudiaba psicología en la universidad más prestigiosa de la República de Corea. Sus calificaciones eran ligeramente superior al promedio, aunque eso no lo llevaba a ser ningún estudiante ejemplar. No obstante, en su momento su psicóloga insistió con que tenía mucho por lo cual agradecer.
¿Agradecer? ¿Por qué debía agradecer si se sentía terriblemente infeliz? Porque sí, tenía un cuerpo sano, pero cubierto de cicatrices, manchas y retazos de lo que era un verdadero monstruo. ¿Vivía en una mansión? Sí, y el 80% de la vivienda era innecesaria. ¿Sus padres le enviaban dinero? Pues no tenían para menos, después de todo se la pasaban dando vueltas por el mundo, acordándose apenas de saludarlo para su cumpleaños. Siendo así, ¿por qué debía agradecer específicamente? ¿Por seguir vivo? ¿Seguir vivo era un placer cuando lo que más quería era ponerse una soga en el cuello y lanzarse por el balcón que daba con la piscina?
Todo se volvió una pesadilla cuando descubrió que sus propios padres comenzaron a ocultarlo, implementando pelucas, maquillajes, tapabocas y gorras, muchas gorras. Después de todo, nació en una familia de monstruos o algo así y su madre podría tener sus mismas cualidades físicas, pero fuera de casa no había nadie que estuviese rapado, sin cejas incluso, con los tatuajes grotescos cubriendo su rostro junto a las cicatrices feas y toscas cruzando toda su fisionomía, todo su cuerpo. Además, para agregar, tenía espinas de plata incrustada en su piel, danzando por sobre lo alto de su craneo hasta enrollarse en su nariz. Ese era el sello de su familia, su legado.
ChanYeol debía reírse de ello cómo hacían sus padres, maldición. Sin embargo, ellos se criaron como los monstruos que eran, metiéndose en las pesadillas de la gente para volverlos locos con sus expresiones terroríficas y su sentido de persuasión. Su trabajo era ser una imagen viva de lo que ocasionaba la esquizofrenia, primero metiéndose en sueños para luego aparecer físicamente ante las víctimas, llevándolas a la locura más insana.
Pero luego estaba él, psicólogo en formación de la era moderna. Sus padres, ambos como monstruos bestiales, se enamoraron y decidieron huir de la crianza terrorífica a la que eran sometidos como seres mágicos, así que ChanYeol tuvo la puta mala suerte de criarse con niños de su edad en la capital de un país asiático en conmemoración de su bisabuela paterna, quien metió en su familia la "raza" asiática. Por ende, ahí estaba encapuchado como delincuente, con lentillas incómodas de colores para que no se notara su heterocromía asquerosamente repugnante ante su ojo blanco, con la gorra cubriendo su calvicie y la capucha metiéndolo en una especie de cueva oculta. Junto a esto se agregaba el tapabocas y las gafas, además de la puta bufanda cerrada que le cubría la cicatriz que le delineaba la tráquea a modo vertical, como si le hubiesen hecho una maldita autopsia, sumando, además, el tatuaje de mierda de un garabateo en árabe que insultaba a Alá.
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Bestial • || ChanBaek ||
Fanfiction|•| A pesar de que fuese una montaña de cicatrices, tatuajes e incrustaciones de plata, tenía un deseo genuino por salir del "negocio familiar". Anhelaba desprenderse de los monstruos bestiales para vivir una vida como cualquier joven de su edad y...