Dolce - Minwon

V.

Un sonido amortiguado de voces discutiendo despierta a Mingyu con un dolor de cabeza, su nuca adolorida por el golpe despiadado que recibió unas horas antes. Cuando trata de mover las manos para frotar el lugar dolorido, se siente incapaz de hacerlo. Alarmado, parpadea un par de veces para adaptarse a la luz que en realidad no es tan brillante, está casi oscuro, rodeando la mesa donde está sentado. Atado a una silla, los cables alrededor de sus muñecas son apretados e incómodos, Mingyu cree que acaba de ser secuestrado junto con Seungcheol y su sobrino, quienes lo hacen compañía a ambos lados. A pesar de la situación, se alegra de que los dos estén aquí, vivos y sin daños, al menos por ahora, lo cual es buena señal.

Nadie se ha dado cuenta de que se despierta todavía. Seungcheol parece estar envuelto en una conversación con un extranjero, a juzgar por el tono bajo de su voz y el acento prominente. No es muy amigable, aunque el extraño, su captor, se escucha riendo de manera burlona de vez en cuando. Las palabras de Seungcheol están llenas de ira y parece que el extranjero lo encuentra divertido. Los oídos de Mingyu zumban por el golpe, por lo que no tiene la menor idea de qué están hablando, pero probablemente esté relacionado con el "otro" trabajo de Seungcheol. Y cuando levanta la cabeza para ver mejor, su instinto le da la razón.

Frente a él, un hombre corpulento y caucásico está sentado en una silla, con una presencia fuerte e imponente como su gran figura. La arrogancia mezclada con la confianza que rezuma de él. Y la mirada en esos gélidos ojos azules no da más que la imagen del gran peligro que representa este hombre.

Mingyu lo conoce. No personalmente, pero lo suficiente como para ser consciente de cómo un simple error o una mirada equivocada en su camino puede costarle la vida a él o a sus amigos.

Ese hombre no es otro que Nikolai Petrenko.

Un mafioso ruso buscado por Interpol y otros institutos federales de todo el mundo. Y con razón, el hombre es responsable de muchas muertes; ya sean compañeros criminales o inocentes, nadie sale vivo cuando te cruzas con él. No querrás ponerte en su contra.

Desafortunadamente, por el aspecto de las cosas y la mierda en la que se ha metido, Seungcheol podría haber enojado a Petrenko lo suficiente como para ordenar a sus hombres que secuestraran a su familia. Mingyu no tiene idea de qué se trata exactamente, pero debe estar relacionado con los negocios. Lo más probable es que los hombres estén discutiendo acerca de un trato, lo que hizo que Petrenko le hiciera estallar una vena en la frente en un momento dado, pero a Seungcheol no le está yendo mejor. Su conversación solo sigue calentándose. Mingyu nunca había escuchado a su amigo maldecir tanto, ni siquiera cuando había perdido uno de esos lucrativos negocios, pero Petrenko es alguien que se metió bajo su piel haciendo la cosa más mierda que pudo; tocando a los que ama. No físicamente; al menos no todavía porque cuando Mingyu se gira a su derecha, para ver cómo está el sobrino de Seungcheol, afortunadamente, el niño todavía está en una pieza. No hay heridas superficiales que adornan el cuerpo del pequeño.

Oh, espera no es algo que llame su atención después de todo. Requiere una vista brillante, pero teniendo la ventaja de sentarse tan cerca, Mingyu nota un chupetón rojo que se asoma desde el cuello del jersey alto color crema de Beomgyu. Eso podría levantar sospechas, pero sabe con certeza que ninguno de los hombres de Petrenko haría algo tan imprudente y tocaría al niño. Son estúpidos, pero no lo suficiente como para actuar en contra de la orden de su jefe. El chupetón es obra de otra persona. Una idea de quién podría ser casi hace sonreír a Mingyu. Los niños de estos días son tan atrevidos. Con suerte, Seungcheol no se dará cuenta. Saber lo fácil que es sacar conclusiones apresuradas cuando la vida de su familia está en juego, solo encendería su ira de manera incontrolable, lo puede decir al ver su pecho subir y bajar con respiraciones profundas mientras perfora a Petrenko con su mirada.