하나

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late b-day

namjoon

La pandemia ha sido uno de los momentos más difíciles en mi relación

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La pandemia ha sido uno de los momentos más difíciles en mi relación. Lo cierto es que el ser la novia de uno de los hombres más famosos del mundo había sido duro de enfrentar porque las críticas, chismes, suposiciones y ataques estaban a la orden del día pero, al final, aprendí a lidiar con todo eso y mi noviazgo pudo ir viento en popa, creciendo y fortaleciéndose, pero la pandemia es algo que absolutamente nadie tenía previsto en sus vidas y nosotros no fuimos la excepción. El hecho de tener que estar en cuarentena, sin ninguna clase de contacto, encerrados, escondiendo nuestras sonrisas detrás de una mascarilla pero, sobre todo, sin poder desplazarnos, bajó nuestro espíritu, nos hizo caer en una destructiva tristeza.

Namjoon intentaba todos los días hablar conmigo, él estando en Corea y yo en México, así que nos turnábamos en desvelarnos porque la diferencia de horario no se convertiría en un nuevo impedimento para vernos. Eso nos ayudaba mucho porque así sabíamos cómo estaba el otro, platicábamos de nuestro día (por más aburrido que fuera) y podíamos durar horas y horas ahí, aunque sólo nos viéramos a los ojos, esperando poder traspasar la pantalla del celular o de la laptop. Al final de la llamada, cuando alguno tenía el valor de ser el que colgara, sentía que me rompía un poco más porque a pesar de ese valioso tiempo de video llamada, no era lo mismo el tenerlo a mi lado, poder abrazarlo, besarlo, sentir su calor...

Habían pasado casi dos años de no estar juntos y ya venía el cumpleaños de Nam, el segundo que no festejaba con él, así que las sonrisas fingidas se hicieron parte de mi día a día, lamentando el no poder estar con él en esta fecha tan importante. Pero un milagro sucedió, haciéndose presente en la pantalla de mi celular: Jimin llamaba.

Park Jimin era mi mejor amigo y cómplice, así que sabía de mi dolor por no poder estar con ellos en Corea, como solía pasarla años atrás. Él lo entendía e intentaba consolarme lo mejor que podía porque, lo sé, él también extrañaba el tiempo que pasábamos juntos. Con él podía hablar de lo que fuera y escucharía pacientemente para, al final, darme sus mejores consejos, acompañados de un sonrisa bonita, coqueta, que sanaba mi dolor.

Increíblemente, después de tanto tiempo, monté un avión, llegué a mi segundo hogar y me encerré en una obligatoria cuarentena de dos semanas para estar completamente seguros de que estaba limpia del virus que más personas se ha llevado. Ese era uno de los temores más grandes que mis padres tenían cuando les di la noticia de que, al fin, iría a Corea a visitar a mi alma gemela; no querían dejarme ir. Después de tanto insistir, comprendieron mi dolor, me dieron su bendición y no miré atrás; no habría una mejor oportunidad y no pensaba desperdiciarla.

Jimin me visitó todos los días y nos sentábamos en la puerta (él por fuera, yo dentro de la habitación) a hablar de cómo había sido su día, lo que comíamos, esas cosas triviales que se volvieron vitales en el último par de años. Era tan reconfortante oír su voz tan cerca porque (a pesar de la puerta de por medio) ya no existía ese eco que dejaba el teléfono que te recordaba la enorme distancia entre los dos. Él se encargó de que tuviera todo lo necesario, desde comida hasta entretenimiento, hasta que llegó el día de la prueba final; todo salió según lo planeado.

BTS | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora