Luego de que papá diera "la gran noticia", mamá empezó a chillar como loca y se abalanzó sobre mí tomándome por el brazo y arrastrándome a mi habitación.
No paraba de dar vueltas levantando ropas y poniendolo todo patas arriba.
Me tenía mareada con tanto maquillaje y tantos cambios de ropa.¡Incluso quería cortarme el cabello!
Suerte que apareció papá para salvarme, diciéndole que necesitaba descansar. Entonces ahí se le ocurrió la grandiosa idea de bañarme el cuerpo con cremas para no sé qué cosas exactamente y dejarme una mascarilla en la cara con la cual no podía hacer ninguna mueca porque sino me saldrían arrugas.
De igual forma no pude dormir como es debido. Estuve toda la noche tiesa en la cama boca arriba mirando un punto oscuro del techo y pensando en el mensaje de Rose que no pude contestar.
Quiere que nos conozcamos.
Eso sí es era buena noticia, no la bomba que dijo mi padre.
— Disculpe, señorita, aquí tiene su pedido.— el joven mesero me saca de mi ensoñación y deja la bebida caliente sobre la mesa.
— Muchas gracias.— asiento levemente con la cabeza y lo veo marcharse.
Es alto, de cabello negro y su espalda se ve voluptuosa a pesar de que su uniforme intenta ocultarlo.
¿Cómo será Rose? ¿Rubio? ¿Trigueño? ¿Moreno?
Por un momento imagino a un moreno de dos metros lleno de piercings. Todo un malote.
Sonrío.
No, Rose no es un malote.
Aunque nunca lo haya pensando, ahora lo imagino como un chico tierno. De mejillas sonrosadas, mirada tímida y muy agradable.
La campanita de la puerta hace un sonido avisando de la llegada de nuevas personas y sin poder evitarlo miro rápidamente en esa dirección esperando que por fin aparezca Axel D'Angelo y acabar de una vez por todas con esto.
Al ver que no es él dejo salir un suspiro de alivio e irritación. No me emociona la idea de pasar tiempo con un niño pijo hijo del presidente. Pero estos tacones de aguja fina me están machacando los pies. Me gustan, pero nunca había usado unos tan altos como estos.
Sí, fue idea de mi madre.
Doy un sorbo a la taza de café entre mis manos. Por un momento me había olvidado de beberlo. Hoy estoy distraída.
Mi teléfono suena dentro del caro bolso de cuerno sobre la mesa.
Mi círculo social es tan pequeño que ya sé de quién se trata y mi corazón comienza a latir con fuerza.
@Rose: Buenos días,honey
@Rose: Ayer te dejé mensajes y no contestaste.
@Rose: Princesa, ¿No me quieres hablar?Si quiero pero es obvio que no debería. Por eso algo en mi pecho se contrae levemente al leer sus mensajes.
Como si fuera una señal del destino la campanita de la entrada vuelve a sonar y la carcajada de una chica me hace mirar en esa dirección. Esta vez sí veo la melena rubia de Axel D'Angelo con su característico porte de chico seguro de sí mismo y unas gafas oscuras que le esconden los ojos.
Con un rápido movimiento guardo el teléfono dentro del bolso y vuelvo a tomar el café entre mis manos fingiendo indiferencia.
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Annabel Russo
Novela JuvenilLos Russo abandonaron la miseria luego de encontrar y hacerse responsables de una mina de oro que todos habían olvidado hace mucho tiempo. Lo tenían todo,pero la avaricia del ser humano hace caer hasta las fortunas más grandes. Y ellos no fueron la...