Capitulo 2

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Ahora que tenemos la confianza… Nick es un chico inteligente, tiene unos ojos profundos de un color marrón grisáceo, es apenas un poco mas alto que yo, su piel es suave y de un tono pálido. Lo conocí cuando vino a sus nueve años al orfanato, yo no hablaba con nadie pero cada tanto cruzaba palabras con Nick, él tenía mas amigos pero a veces se acercaba a mi, creo que lo hacía mas por lástima porque yo estaba siempre entre los rincones. Cuando crecimos no hablábamos casi nunca; solo para pedirnos algo o ayudarnos. Pero con esto del plan empezamos a vernos mas seguido y ya somos muy amigos, al menos con él a diferencia del resto de los chicos y chicas de este orfanato me llevo mejor.

Al otro día cuando ya eran las seis de la mañana sonó la alarma y me levanté, Nick se había ido y ya habían desbloqueado la puerta así que me bañé y baje.

Estaban todos esperando a Cecilia, en realidad éramos como quince entre las chicas y los chicos, el orfanato era un edificio grande de dos pisos, en el primero estaba el comedor, la recepción y un living o sala de estar, en el segundo estaban las habitaciones y un cuarto para guardar cosas de limpieza y al orfanato lo cubrían unas rejas y mas allá de ellas había un callejón de tierra que llevaba hasta una autopista.

Cuando las encargada entró al comedor nos dijo que tendríamos el día libre.

Cuándo todos se fueron se acercó a mí.

—En recepción te dejaron un paquete, no se quien podría dejarte un regalo, pero como sea ve a buscarlo —me dijo y me vio de pies a cabeza— acostumbraste a usar ropa adecuada —me miró con cara de asco.

Solo llevaba una falda, que para ser justos me llegaba hasta las rodillas y no dejaba ser descubierto nada, y una remera blanca que apenas si tenía un escote discreto.

No le preste mucha atención ya que me perdí en la parte de ‘te dejaron un paquete’. No es algo que suela pasar, al estar sola en el mundo no tienes quien te mandé un regalo… Pero al parecer yo si…

Fui a recepción y me entregaron la caja envuelta con regalo.

La caja tenía un moño morado y era de color anaranjado, una etiqueta que decía para t/n y adentro había un papel que decía:

Superhéroes :
El sr. Reginald Hargreeves adoptó a 7 niños con habilidades sobrenaturales y los hiso formar parte de la academia Umbrella…
Numero uno – superfuerza
Numero dos – controlar los cuchillos
Numero tres – manipular personas
Numero cuatro – invocar espíritus
Numero cinco – teletransporte
Numero seis – salen tentáculos de su estómago
Numero siete – ningún poder

—¿Qué mierda es esto? —mi cara se arrugó tratando de entender… ¿la indirecta?

¡t/n! —gritaban mi nombre.

Fui al comedor y allí estaba Nick.

—T/n te busque por todas partes —me miró e ignoró la caja— mira hoy tenemos el día libre podríamos seguir con el plan.

—ahh claro, claro si… —le dije volviendo la vista a la caja.

—¿Qué es eso? —señaló la caja.

—No lo sé me lo mandaron pero no se quien —le mostré la caja con el papel dentro

Nick lo leyó y me vio.

—Tal vez el que te lo mando trata de decirte algo… —me dijo susurrando y poniéndole suspenso al momento— O simplemente se equivocaron —su expresión se relajó y mostró una sonrisa.

—Si… Tal vez se equivocaron —lo mire a los ojos y le sonreí— no es nada, sigamos con el plan.

Fuimos al cuarto de Nick sin que nos vieran y empezamos a planear todo.

—Necesitaríamos algo para poder hacer dormir a los guardias… Algo así como droga —le dije a Nick y el me miró como si tuviera una idea.

—Vení —me agarró del brazo y me llevó al comedor— el es Wilson, es un camello, vende drogas —vimos desde atrás de la pared como les pasa polvitos debajo de la mesa a algunos de los chicos— podemos pedir algo que nos ayude a dormir o desmayar a los guardias.

—Supongo que no tenemos otra opción —le sonreí nerviosa.

—Claro que no —salió detrás de la pared y fue a hablar con él y yo fui detrás de él.

—¿Oye como andas? —Nick se apoyó en la mesa.

—¿Qué quieren? —ignoró la pregunta de Nick.

—Necesitamos algo… que nos duerma o que nos relaje —le susurró Nick.
—Wilson sacó unas bolsitas con polvitos y pastillas raras —creo que tengo lo que quieres.

—¿De donde las sacas? —le pregunte curiosa.

Me miró raro.

—Tengo mis secretos… —me sonrió raro— aquí están, te van a hacer sentir con cansancio, te va a pesar el cuerpo y vas a alucinar cosas y puede que termines desmayado o dormido, son veinte dólares.

—¿Veinte? Claro si… —Nick le dio veinte dólares y Wilson le dio las drogas en polvitos.

—Que se diviertan —sonrió de manera perturbadora, se dio vuelta y se fue oliendo el billete que le había dado Nick.

—todo listo, ahora vámonos —se fue
—¿Cómo se lo vamos a dar? Y encima en polvo —le pregunté mientras caminábamos de vuelta al cuarto.

—lo vas a soltar en la ventilación, eso se va a dispersar por el pasillo y lo hará dormir —me dijo viendo la bolsita.

—¿entonces ya tenemos todo listo? —le pregunte de nuevo y ya estábamos en la habitación de él.

—Creería que si… Solo falta… Debemos saber a qué hora es mas conveniente y cuando se duerme Cecilia —me dijo guardando las cosas en una mochila.

—¿Hablas de vigilar todos sus movimientos por una noche? Con gusto —le dediqué una sonrisa malvada.

Bueno, para ganar ahí que conocer bien a tus rival ¿no?

—No hagas nada estúpido, por suerte tienes la ventilación para poder vigilarla sin que te vean. Pero tendrás que inventar una escusa para no estar en todo el día —me explicó.

—creo que ya sé —corrí al cuarto de Ruby que era una de las chicas que mas mal me caían y empecé a gritar como si estuviéramos peleando.

Al poco tiempo vino la vieja y me gritó a mi y a Ruby y nos castigo ya que estaba prohibido ir a la habitación de otro niño o niña y menos estaba permitido pelear o gritar y me encerró en mi cuarto con la famosa traba.

Así empezó mi vigilancia.

Atrapada en una mentira | cinco y tu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora