F l a s h f o r w a r d

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Hacía días que no podía descansar bien, la cabeza me daba vueltas. Era como estar alcoholizada, pero en realidad no estaba mareada por causa del alcohol. Yo no bebo, nunca lo he hecho. 

La fuerte tormenta golpeaba las ventanas con agresividad provocando una molesta vibración en los cristales. Ni siquiera el tiempo estaba bien, era como que el cielo se coordinaba conmigo. ¿Quién lloraba más, el cielo o yo? Ya basta. No quiero saber más de esta gente, ni de este sitio. No debería estar aquí, yo no soy así....yo...

Me levanté corriendo de la cama en busca del móvil. La ropa amontonada en la silla del lujoso escritorio formaba una montaña en la que difícilmente se podía encontrar algo, sin embargo, busqué, busqué como loca hasta que lo encontré. ¿El móvil? No. Suspiré agarrándolo con fuerza y volví a mi objetivo. Aquí no, aquí no...espera, aquí sí. Las lagrimas comenzaron a recorrer de nuevo mi rostro ya tirante de lágrimas secas.

Deja de llorar, por favor.

La voz, su voz. No puedo hacerlo, lo siento. No me creo nada. 

La lluvia azotó bruscamente mi cuerpo al abrir las puertas de la entrada del internado. Era muy tarde, no debía estar fuera, pero tampoco nunca debí entrar. 

- De verdad Alice, no compliques más esto, por favor. En ese internado estarás bien, pero no hurgues donde no debes ¿no confías en mí? ¿no confías en tu padre?

Las lágrimas caían por mis mejillas al compás de las gotas de lluvia. El móvil pegado a mi oreja cada vez se resbalaba más, ya no sé si por la humedad de mi rostro o porque ya no tengo fuerzas. 

- Claro que confío en ti papá, pero...-respiro profundo intentando romper el nudo de mi garganta- No sé...

Unos pasos detrás mío hicieron que mi cuerpo comenzase a temblar. 

- Hija, escúchame. Solo un poco más. Estoy intentando solucionar todo esto. Tú solo... no te relaciones en exceso con nadie.

Lo que él no sabía es que era demasiado tarde. Ya lo había hecho.

Los pasos comenzaron a escucharse más cerca. No podía moverme, pero tampoco lo intentaba. 

El móvil acabó resbalándose y cayendo al suelo. El golpe no sonó, algo camufló el sonido.

Los pasos pararon a mi lado. Esta vez la lágrima no cayó. Sentí como su fría piel se llevaba consigo lo que había provocado.

Yo...

Yo...no soy como ellos.

Young BloodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora