Dejé el móvil sobre la mesa y me quedé contemplando cada rincón del cuarto. Mi mirada se paseaba por cada esquina hasta que se posó en el montón de maletas que había en el suelo.
- Si tan simpático es Custo podría haberme ayudado a recoger, ¿No mamá?.- Dije medio susurrando mientras intentaba dejar en la cama la maleta más pesada de todas. Una tonelada de prendas acabaron sobre la cama al volcar su contenido. Esquivando el equipaje restante que se hallaba en el suelo, abrí el armario quedándome totalmente perpleja al ver las luces que se encendieron al son del movimiento de la puerta. Esto parecía un camerino de Hollywood.
Pasaron unas dos horas cuando mi cuerpo cayó sobre la cama totalmente agotado. Había conseguido colocar la mayoría de cosas, solo me quedaban unos neceseres que almacenaban todos los productos de self-care y de baño.
- Eso lo dejo para después, no puedo más.- Bufé mientras contemplaba el techo.
Una gran lámpara de araña adornada de numerosos cristales colgaba sobre mi. Era un poco más pequeña que las de los pasillos y la entrada, pero poseía la misma forma y encantando, era igualmente hermosa. Ladeé mi cuerpo a un lado perdiéndola de vista. La ventana estaba medio abierta por lo que el aire sacudía ligeramente la cortina, la cual parecía pesada dado a su material aterciopelado. Volví a cambiar de postura, no dejaba de pensar en si todo esto era lo correcto, ya no solo para mí, sino también para mis padres. Para mi madre siempre he sido un hombro en el que llorar, pero...¿Y ahora?.
Siempre entendí el empleo de mi padrastro. Sin embargo, cuando era pequeña él siempre me decía que era algo complicado, que nunca acabaría entendiéndolo del todo porque ni él mismo podía hacerlo. En la vida tienes que decidir por ti misma lo que está bien de lo que está mal, y en base a eso, aprender a vivir acorde a tus principios. ¿Esos principios son como los de todo el mundo? No, nunca vas a poder contentar a todo aquel que te rodee, siempre habrá alguien que te señale con el dedo intentando hundir aquello a lo que te aferras. Mi padrastro ayuda a la gente a liberarse de aquello que no ha hecho, de crímenes que no ha cometido o a defender a quién ha sido agredido, pero ¿Y cuando es al revés?. Defender al culpable es más difícil porque va en contra de tus principios, pero es tú trabajo. Claro que lo entendía.
Me incorporé de la cama pensando en que sería mejor dar un paseo sola antes de quedar con Custo para evitar pensar en la situación. Al fin y al cabo, no podía controlarla. Abrí el pomo de la puerta lentamente, temiendo que alguien estuviera en el pasillo. Saqué con cuidado la cabeza, <<Bien, no hay nadie>> pensé. Las puertas de color blanco se encontraban cerradas a cal y canto. Me detuve en cada una de ellas para mirar el número y la placa donde venía grabado el nombre del estudiante que vivía en cada habitación. No conocía a nadie, así que era un poco tonto leer nombres al azar. Miré el reloj, ya era casi la hora.
Volví sobre mis pasos hacia mi habitación, me puse el uniforme que se encontraba doblado con elegancia sobre la cómoda y me miré al espejo tipo Hollywood del armario. El polo de color blanco se asomaba por el cuello del jersey. No hacía frío, pero me hacía ilusión ponerme el uniforme completo. El suéter de color azul marino llevaba grabado el logo del internado bajo un escudo bordado en hilo dorado. Seguí bajando con la mirada hasta llegar a la falda. <<No es por ser arrogante, pero me queda como anillo al dedo>> pensé con una sonrisa en la comisura de los labios. El azul marino y el granate se mezclaban en cuadros irlandeses por toda la falda. No era demasiado corta, pero tampoco demasiado larga. Tenía un trauma con la largura porque con la de mi antiguo instituto parecía una monja de clausura.
Bajé las espectaculares escaleras de palacio, pasando por el pasillo, hasta llegar a la entrada donde el hombre me esperaba. Al verme, una sonrisa se marcó en sus agrietados labios.
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Young Blood
Mystery / ThrillerA la familia de Alice le persigue una de las mafias más importantes del país por culpa del oficio de su padrastro. El sentimiento de peligro constante lleva a sus padres a meterla en un internado de gran prestigio. Alice, obligada a comenzar de cero...