I. DOBLE SENTIDO

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1 de julio del 2021

- ¡Mimi! ¿Quieres hacer el favor de bajar? ¡Vamos tarde! - El grito ensordecedor de Manu metiendo prisa, como siempre.
Me dispuse a bajar las escaleras de mi mansión a trompicones, con dos maletas, una bolsa, una mochila y el bolso a medio colgar. Nati y Manu me esperaban abajo, al pie de las escaleras, impacientemente puesto que me había empeñado en que no necesitaba ayuda alguna para bajar todo el equipaje que había preparado para mis dos meses de vacaciones. Vacaciones que sin yo saberlo iban a estar cargadas de nuevas emociones.
Nati era la ayudante, ama de casa, cocinera, o como queráis llamarlo. Aunque, cuando era pequeña ella era mi niñera, era quien me cuidaba y quien ejerció realmente de madre sobre mí. De no ser porque Nati sabía que simplemente era una empleada y porque mis padres me recordaban constantemente que ella solo era mi niñera, y una empleada más, estoy casi segura de que la consideraría como una madre, pero por esto que os acabo de contar, no lo hacía. Manu, era otro empleado, él era chófer, concretamente mí chofer. Aunque al igual que Nati, Manu para mí era mucho más que aquel que me llevaba de un lado para otro. Era mi amigo, mi confidente, mi consejo, aquel que guardaba mis secretos después de escucharlos y comentarlos. Incluso os diría que hasta algunas veces había sido como un padre, un referente. Pero sobretodo era como un hermano mayor, o por lo menos así blog sentía yo después de años uno al lado del otro.
Cuando finalmente acabé de bajar las escaleras tanto Manu como Nati cogieron algunos de los bultos que llevaba conmigo para agilizar.

-Puedo hacerlo yo. No necesito ayuda.- Protesté, pero ellos no hicieron caso y se dirigieron hacia el coche rápidamente.

- Ya sabemos que puede hacerlo sola. Pero vamos mal de tiempo así que o nos damos prisa o no llegamos. - Contestó Manu ante mis continuas quejas.

Una vez estuvimos los tres y todo el equipaje dentro del coche Manu puso rumbo al aeropuerto. El viaje hasta este lo pasamos en silencio, a excepción de algún que otro comentario por parte de Manu y Nati, pero si no hubiese sido por estos el coche se encontraría en completo silencio.Yo era de esas personas incapaces de estar calladas, sin embargo, me encontraba demasiado nerviosa como para entablar cualquier tipo de conversación. Tenía diecinueve años y este era el primer verano que iba a pasar a mi bola, era el primer verano que mis padres me dejaban viajar sola, en realidad con Manu y Nati, pero eso era prácticamente a mi bola, puesto que sabía que ninguno de ellos intervendría de no ser estrictamente necesario. Los nervios me acompañaban desde la noche de antes, pues no había sido capaz de pegar ojo, había dado mil y una vueltas intentando encontrar la postura, contando ovejitas y concentrándome con todas mis fuerzas para poder conciliar el sueño, pero todo fue en vano.
Llegamos al aeropuerto, bajamos todo cuanto había en el maletero y entramos corriendo por la puerta de este. Facturamos El equipaje lo más rápido que pudimos y continuamos corriendo para pasar el control y llegar a la puerta de embarque con la hora demasiado justa.

- Por los pelos- dije nada más sentar me en uno de los asientos del avión próximos a la ventanilla.

- Igual así para la próxima vez, deja que le ayudemos y se da un poco más de prisa.- Contestó así Nati que se había sentado a mí lado.

- No ha sido mi culpa que casi no lleguemos a tiempo.- Protesté sin enfadarme, más bien con una pequeña sonrisa en la cara. La mayoría de las conversaciones con Manu y Nati eran vacilando nos.

- Desde luego, la mía sí que no ha sido, que he apretado el acelerador como nunca, e igual estamos a tiempo de que nos caiga alguna multa.- Me miró Manu incorporándose así a la conversación.

Estuvimos picándonos unos a otros durante un par de minutos, exactamente, lo que tardo el avión en comenzar a despejar. Habíamos cogido un vuelo en un avión de clase turista. Esto había sido cosa mía porque para quien no lo sepa yo y las normas no nos llevábamos muy bien. Esta, era la primera de las muchas normas que me iba a saltar en este viaje. Iban a ser unas vacaciones muy largas y la cantidad de normas para saltarse iba a incrementar su número a la velocidad dela luz, pues como ya sabéis no soy una chica del barrio pijo de Barcelona. No, yo había nacido para vivir de una forma más simple. Para salir con amigos por un barrio de noche y tomar me unas birras en la terraza de un bar, y en vez de asistir a comidas y fiestas de grandes empresarios de multinacionales, multimillonarios y gente importante, ir de fiesta en fiesta rumbeando y disfrutando. Esto era algo que tanto Nati como Manu sabían pues prácticamente habían sido ellos quienes me habían criado, era por eso por lo que muy a menudo me dejaban tener mis caprichos y libertades, además de unas normas un tanto modificadas. Pues ya me comportaría como la hija de unos grandes empresarios millonarios cuando estuviera en esos eventos formales o simplemente cuando mis padres se encontrasen presentes. Mientras tanto seguiría siendo aquella

UN AMOR DE VERANODonde viven las historias. Descúbrelo ahora