1 de julio del 2021
Cuando llegué a la playa me llevé una gran satisfacción al ver el ambiente que había en esta. Estaba todo abarrotado de gente, la música resonaba por todas partes y el buen rollo que desprendía la gente hacía que no te quisieses ir de allí ni aunque se avecinase un tsunami. Acababa de llegar y no sabía qué hacer, me había esperado una fiesta, una gran fiesta, pero eso era demasiado, era algo increíble y de ninguna manera me hubiese esperado nada como eso. Miré a mi alrededor y tras varios segundos me decanté por ir al chiringuito que había a un lado de todo el barullo de gente. Llegué a la barra del chiringuito tras varios minutos entre codazos y disculpas, pues era prácticamente imposible moverse dentro de aquel lugar.
- ¡Perdone, perdone! - Grité a un camarero para que se fijase en mí, y poder pedir algo tras el esfuerzo que había hecho abriéndome paso entre toda la gente que bailaba y se enrollaba sin prestar atención a nadie más que a ellos mismos.
- ¿Qué quieres? - Preguntó el camarero que tras verme no había podido evitar una sonrisa acompañada de un pequeña risa un poco mal disimulada. Por lo visto le hizo bastante gracia la situación en la que me encontraba.
- Un ron - cola, por favor. - Y dicho esto se fue en busca de una Coca-Cola y ron para hacer la mezcla.
- Eres nueva, ¿verdad? - Me preguntó cuándo volvió a aparecer.
- ¿Tanto se nota? - Contesté esperando que su respuesta fuese no, pues no quería dar el cante, o por lo menos no de esa forma.
- Un poco - contestó al tiempo que lanzaba de nuevo otra pequeña carcajada- nadie, absolutamente nadie me grita para llamar mi atención y mucho menos dice por favor, gracias sino están muy borrachos algunos, pero pocos. Y además nunca te he visto por aquí.
- Vale, vale, me ha quedado claro. Pero está feo decir "la nueva", es como si estuviese en el instituto y me acabase de mudar.
- Eres la nueva, no del instituto pero sigues siendo la nueva. Esto - hizo una pausa y señaló a la gente que se encontraba a mí alrededor- es el patio del colegio, cada cual tiene su grupo de amigos y siempre hay alguna movida o cotilleo. Mejor que un recreo, ya verás.
- De acuerdo - dije yo no muy convencida- ¿cuánto?- pregunté haciendo un gesto con la cabeza hacia el cubata que ya estaba preparado sobre la barra.
- A esta invito yo. Es la primera - dijo dejando la bebida sobre la barra para marcharse después de guiñarme un ojo. - Por cierto, mi nombre es Joan, por si nos volvemos a ver.- Y tras esto se fue a atender a un chaval que no se encontraba en muy buenas condiciones, dejándome así de nuevo sola entre el barullo de gente.
Salí del chiringuito y fui hacia el mogollón sin dejar de observar lo que sucedía a mí alrededor, pude apreciar que lo que aquel camarero había dicho era totalmente cierto. Había grupitos por todas partes y yo no pertenecía a ninguno, realmente solo necesitaba a una persona para no sentirme fuera de lugar y que todo me diese igual, pero no estaba nadie a mi lado, no estaban ninguno de mis mejores amigos, no estaban ni Ricky ni Ana ni Mireya. Se me pasó por la cabeza largarme de allí sin embargo tenía un cubata entre mis manos y un ambientazo, y pirarme de ahí era algo que no me rentaba, por lo menos me quedaría hasta que me terminase el cubata, y luego ya veríamos. Es por ello por lo que me metí en medio de la gente y comencé a bailar. Quien sabe cuánto tiempo llevaba bailando sola, en mi mundo, quizá diez minutos o veinte, a saber. Bailar hacia que perdiese la noción del tiempo, y esta vez no iba a ser diferente. El caso, es que de repente noté a alguien a mi espalda sujetando mis caderas y comenzando a moverse junto a mí al ritmo de la música. Si esto me hubiese sucedido en Barcelona, hubiese seguido bailando con aquel desconocido, pero no era así, me encontraba en Ibiza, sola, y es por ello por lo que mi reacción fue girarme y separarme de aquel extraño. Sin embargo, me llevé una sorpresa cuando al girarme me encontré con una chica rubia de rizos mirándome con una gran sonrisa.