5- Mañanas.

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Las mañanas podían llegar a ser tan lentas, tomar el metro rezando que haya un asiento libre, recordar si tenía algún trabajo que entregar para ese día que pasó por alto en un descuido, pensamientos aleatorios.
La rutina diaria. Era hasta aburrido y sofocante lo repetitivo que podía ser eso.

Pero también eran relativamente tranquilas y silenciosas, llenando el ambiente de paz por al menos un momento antes de que los vehículos y los ruidos de la ciudad empezarán a sonar.

Caminaba a paso lento al instituto pensando en cosas aleatorias que llegaban a su cabeza y que se iban tan rápido como llegaron.

El parque en donde sus nuevos amigos le llevaron a comer.

La floristería que tiene rosas y lavanda en la entrada.

Una chica siendo acosada.

Espera...

Paró de repente en su lugar viendo en dirección a la escena, un chico obviamente más mayor que la muchacha intentando ligar con ella que claramente estaba nerviosa e incómoda. Se indignó ante eso, más aún viendo como todos pasaban al lado y solo quedaban viendo, siguiendo con sus vidas ya que no les incumbe.

¿Por qué nadie hacia algo?

No pudo contener su ira y decepción, probablemente estaba loca, pero era una loca con sentido de la justicia.

Caminó hasta el lugar en donde estaban con pasos firmes, ideando un plan en su cabeza.

- Vamos linda, solo te estoy pidiendo una cita.

- Por favor déjeme en paz, llegaré tarde a clases...

- ¿Estudias por aquí? Genial, ¿En dónde es?

- Yo...

- Vamos, te acompaño. - dijo para después agarrar la muñeca de la chica obligándola a ir con él, ganándose un quejido de miedo de ella.

- Idiota, ¿Dónde estabas? Te estuve buscando en todas partes. - se acercó con una sonrisa y con una expresión levemente de enojo, sacando una cara de sorpresa del chico - Oh, buenos días, discúlpeme pero llegaremos tarde si no nos apuramos.

Sonrío con amabilidad, agarrando el brazo de la chica y esperando que no sospechara por los diferentes uniformes, a penas doblando para irse cambiando su cara a una de miedo yéndose del lugar a paso rápido mientras aún fingía regañar a la chica por haberla dejado esperando. Cuando ya estaban lo suficientemente lejos la soltó, sacando un gran suspiró de alivio.

- Definitivamente buscas el peligro - decía para si misma, asimilando lo que acababa de hacer - ¿Estás bien? - le preguntó, dedicándole una sonrisa tranquilizadora.

- S-si, muchas gracias, estaba aterrada, apareció de repente.

- Es un idiota aprovechado, no camines sola en un lugar que no es tan frecuentado, ve con tus amigas o alguien.

- Ah, pues no tengo muchas amistades que digamos, pero aún así gracias.

Siguieron caminando mientras platicaba para eliminar el silencio, después de andar un rato por las calles ya transitadas por otros alumnos la chica le dijo que estaba bien ahí, su escuela quedaba cerca y solo agradeció de nuevo y se despidió.

Siguió su propio rumbo, mirando en su celular la hora, iba un poco tarde.


[...]


-Habran sus libros en la página 32..

Clases, monótonas y aburridas.
Podría hasta llegar a entender a los que se salían de ciertas clases, esos que se hacían los rudos por no entrar a una clase y quedarse en alguna esquina no transcurrida por el personal del instituto. Era grande el lugar así que habían muchos lugares así. Llevaba ya el suficiente tiempo en el Fukurodani como para que el primer sitio que se le ocurriera fuera el cuarto de herramientas de educación física que casi nunca se ocupaba y que estaba muy apartada del edificio principal. De seguro había ya alguien ahí.

𝑳𝒂 𝒓𝒆𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒑𝒐𝒍𝒊𝒂𝒎𝒐𝒓𝒐𝒔𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝑭𝒖𝒌𝒖𝒓𝒐𝒅𝒂𝒏𝒊.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora