✉
A sus veintiséis años, Jimin tenía un constante pensamiento negativo que lo hacía creer que había algo mal con él, no era siempre, porqué tenia sus dias buenos.
Pero definitivamente opinaba que, en su interior, persistía un defecto. Culpable de todo su cansancio.
Mientras la lluvia golpeaba con levedad el ventanal de Cafetería Estelar, él tomaba una taza humeante de café azucarado, su amor constante por endulzar tales bebidas era una de las cosas dulces que tenía en su vida. Y, desde esa perspectiva podía observar como el ritmo de una vida aburrida y monótona como la suya fluía sin ninguna prisa.
Podia sentir su telefono móvil vibrar sobre la mesa de madera, pero sabía que solo serían mensajes de su madre pidiéndole y preguntando cuando podría darle algo de dinero. Jimin no tenia un trabajo excelente, pero tampoco uno tan malo y en esa creencia, su madre insistía en que la responsabilidad de Jimin era aportarle "bondadosamente" grandes cantidades de dinero porqué: —"Yo te di la vida, Minnie, ¿Cómo puedes dudar en darme un poco de dinero cuando yo me hice cargo de ti todos estos años?, ¿acaso no te alimenté, te vestí y te pagué una educación?".
Pronto la cafetería comenzó a vaciarse con lentitud, el cielo azul comenzó a pintarse de varias tonalidades rojizas y anaranjadas que sólo hicieron suspirar a Jimin.
Su momento de tranquilidad había terminado y nuevamente tenía que regresar a casa. Levantó la vista cuando escuchó grandes risas y carcajadas, había un par de personas jóvenes que pagaban en caja, con ropas elegantes y la felicidad flotando a su alrededor.
Era en esas ocasiones cuando Jimin comenzaba a creer que tal vez él había sido maldecido, simplemente porque aún seguía atrapado en una época de su vida en donde perdía completamente el interés por las cosas que, al parecer, generaban diversión y felicidad en otros.
Había tenido amigos durante sus años de carrera. Grandes amigos que sonrieron con honestidad y ofrecieron su leal amistad, pero que tras constantes rechazos de Jimin a invitaciones, algunas salidas y su perceptible habito de aislarse por días y no hablar con nadie, con el tiempo fueron hablando menos, hasta que llegó un día en donde Jimin podría mirarlos de lejos, pensando en lo que perdió simplemente por ser...él.
Además, no podía evitar compararse con los demás, conocía a compañeros de su carrera que ya habían logrado cosas maravillosas, y él seguía en su escuela. Ya no como alumno, pero si ordenando los papeles de uno de sus profesores y contestando las llamadas desde un pequeño escritorio en el que apenas cabía su computador y un bonche de carpetas amarillentas.
Una vez respiró el aire fresco y abrió su paraguas, se dispuso a pensar que pasaría si simplemente tuviera la oportunidad de cambiar su rutina, por mas pequeño que fuera, si tuviera algo nuevo a lo que aferrarse, no lo dejaría ir.
Porque, aunque su cabeza repetía constantemente que Jimin se merecía su sentir, también pensaba contradictoriamente que podia cambiarlo, que necesitaba una luz resplandeciente en uno de sus días y que, si un día fuera suertudo y beneficioso, tomaría la oportunidad y sacaría lo mejor de ella.
Estaba cansado de no poder dormir bien durante las noches mientras pensaba en una segunda vida en donde todos sus sueños mudos y secretos se cumplían, una vida en donde su madre era más comprensiva y no una manipuladora que lo lastimaba bajo la excusa de "Familia es familia, Jimin, y me respetas", cansado de que todos los días se despertara sólo para ir al trabajo, regresar a casa y repetir la rutina otra vez, porque nadie llamaba a su telefono, porqué nadie estaba al pendiente de sus emociones, porqué si un día desapareciera, pasaría desaparecido incluso para su madre y hermano menor.
O al menos la sombra oscura de su cabeza era lo que le hacia creer, y Jimin estaba consciente, pero tambien sabía que no muy alejado de la realidad.
Lo único que podía darle no ánimos, pero si confusión y curiosidad a sus días, era cuando él lo visitaba.
No sucedía siempre, pero sí de forma periódica, una sonrisa hermosa, unos ojos brillantes y labios que se movían, pero no le decían absolutamente nada, pero que traían a Jimin el único hilo estable que lo mantenía en sintonía al despertar.
Una presencia desconocida que mantenía todos aquellos pensamientos oscuros donde se creía insuficiente lejos, y en cambio, sólo había armonía en sus sueños. Porqué, sólo podia verlo en sueños.
Si tan sólo fuera así de fácil, el cerrar los ojos y abrirlos con el resplandor de una vida nueva, con una perspectiva diferentes de las cosas, tal vez entonces pudiera sonreírse al espejo y amarse un poco, o tal vez, amarse por primera vez.
Daria lo que fuera.
—Oh, lo siento.
Se disculpó de forma rápida cuando sumido en sus pensamientos se interpuso en el camino de un desconocido.
Un hombre de ojos oscuros que le sonrió de forma educada al levantar su sombrero y hacer una pequeña inclinación para esquivarlo y pasar a su lado.
—Deseo concedido, Park Jimin.
Susurró la voz del hombre.
El chico de cabellera rojiza se giró tan rápido, pero sorprendentemente, el hombre no estaba por ningún lado. Se rió mientras negaba con la cabeza por si mismo, estaba alucinando, debió ser una alucinación, porque no había manera de que esa persona simplemente desapareciera de la nada, Jimin tendría que estar mirándola caminar todavía.
Se quedó de píe, sujetando su paraguas mirando a la nada.
Sus dias eran tan extraños. Mejor se apresuraba a volver a casa.
Hola tamalitos, estoy muy feliz de ver todo su apoyo en mis historias, así que me anime a publicar uno de tantos borradores pendientes que tenía, ¡Espero les haya gustado la lectura! sé que probablemente no podamos deducir mucho de este prólogo un poco vacío pero nos veremos pronto en el primer capitulo, ¡Gracias por leer!
-susy
ESTÁS LEYENDO
Telepathy ☂ [YoonMin]
Fanfiction» La vida de Jimin era bastante monótona y eso lo deprimía constantemente, decidido a tomar el paso que lo sacaría de su miseria, se encuentra siendo el nuevo profesor de historia en el extravagante internado Ginebra, lo que parecía ser un gran camb...