Capítulo VI

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-Lo hemos perdido.

En ese instante sentí mi corazón vacío, como si toda la sangre que lograba bombear por él se hubiera drenado por completo y fuera solo una caja hueca, donde ni el polvo existía.

Algo vino a mi mente en aquel momento. Exacto, me sentía igual que aquella vez;

Estaba en un pasillo blanco de hospital junto a mi madre y mi hermana, tenía apenas diez años y mi hermana cinco.

Nos llamaron del hospital diciendo que mi padre había ingresado a urgencias. Que había sufrido severos daños en un choque.

Estuvimos alrededor de tres horas esperando que este saliera de cirugía. Mi madre estaba totalmente envuelta en un llanto. Mi hermana no entendía que pasaba y a mí me tocó consolarla.

Cuando la doctora sale de pabellón se dirige a nosotros, con una mirada apagada. En sus ojos no existía luz, no había rastro de lo que podemos llamar "vida".

- ¿Son los familiares del caballero del choque?

-Sí -responde mi madre, con la voz ahogada.

-Lamento darles estas noticias -respira-. No logró sobrevivir. Hemos hecho todo lo posible. Lamento su perdida...

Ese día fue en el que decidí no ser una carga para mi madre y ayudarla. Pero también fue el día en el que me rompí completamente, dejando una gran cicatriz dentro de mí.

-Joven, lamento su perdida.

¿Por qué dicen eso? ¿Por qué de nuevo? Odiaba esa maldita frase. No, todavía la odio, la detesto, la aborrezco y siento que así será toda mi vida.

Perdí a mi padre, perdí al hombre que fue como un padre para mi este año, los perdí...

La vida me arrebata a quienes amaba. No dejaba de hacerlo. Hace tiempo ha estado queriendo llevarse a mi madre y si lo hiciera pronto no me impresionaría, pero si es como si estuviera sintiendo un gran dolor, como mil navajas alrededor de mi cuerpo o incluso peor.

Al llegar al hospital estaba Rick esperándome junto a su motocicleta.

Se llevaron a Robert rápidamente, casi de manera fugaz. O fui lentamente bajando de la ambulancia, como un muerto en vida.

Rick caminó a mí y yo a él.

- ¿Y el jefe?

-El...

-Noah...

-Lo siento...

En ese momento Rick lo entendió. No tuve que decirlo.

Rick me envolvió en sus brazos, como si fuera un niño pequeño. Me aferré a él y me dejé ser libre unos segundos, permitiéndome soltar lágrimas junto a él.

En ese momento ya no era el pequeño escorpión de Robert, había vuelto a ser el pequeño niño al que conoció meses atrás. Ese estúpido niño de suéter blanco.

Me encontraba en un mar de lágrimas imparables y Rick a pesar de no escucharlo llorar, sentí como sus suaves y cálidas lágrimas corrían por mi hombro.

Después de un tiempo logré relajarme y me solté de él.

- ¿Cuáles fueron sus últimas palabras?

-Me dio este anillo, quiere que lidere -mostrándole el anillo.

-Haremos la sucesión después del entierro.

-No estoy listo...

-Lo estas. Yo estaré a tu lado. A pesar de que este año termino la universidad, me tomaré un año de descanso. Seré tu mano derecha.

Escorpión DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora