Capitulo 1: El bar

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17 de Septiembre 2010.

Dentro del bar hacia un calor descomunal a comparación con fuera de él. La noche era fría, y por primera vez, maldecía por no haber traído un abrigo. A unos cuantos metros del establecimiento aún podía escuchar la música que hacía temblar las paredes.

El estacionamiento del lugar era grande y aún había gran cantidad de autos allí. Hace un rato llamé a un taxi, mi noche de fiesta había acabado. Luego de pasar un par de días arreglando el departamento que había alquilado junto a un misterioso compañero que papá había conseguido, estaba listo para empezar el nuevo año.

Ya había hecho el respectivo paseo por el campus para conocerlo, y también había salido a bendecir el año con unos shots de tequila, según dijo Rob, uno de mis amigos. Salgo de mis pensamientos brutalmente, cuando escucho el llanto de lo que parece ser una chica. Sin pensarlo, mi mirada empieza a buscar por los autos en donde se encuentra.

No soy un justiciero, ni mucho menos un defensor, pero sí dos idiotas están empujando a una chica mientras ella llora, en la zona más alejada y oscura del estacionamiento, por supuesto que iré a preguntar qué demonios ocurre. O quizás golpear primero, y preguntar después.

En medio de lágrimas, la chica balbucea cosas que hacen que los chicos rían con fuerza. Uno de ellos sostiene sus muñecas, mientras él otro sólo observa y ríe ocasionalmente. Mientras me voy acercando puedo empezar a oír su conversación.

–¡Ya basta! Por favor, déjenme en paz–. Grita ella, el Idiota Uno, inmediatamente le cubre la boca con la mano.

–Shh. Cuidadito con el tono de voz, no vaya a ser que alguien te escuche. Y no queremos dejar de disfrutar tan pronto. Eso no sería divertido, ¿cierto?

La chica empieza a forcejear y muerde la mano el idiota y golpea su rostro, internamente, un poco de orgullo florece, a pesar del miedo, ella sigue luchando.

–Perra estúpida, ahora sí te irá mal.

–¡Déjenla en paz!–. Grito y rápidamente llego a donde se encuentran. Tomo del hombro al que la tenía sujeta y lo empujo lejos de ella. El Idiota Uno me golpeará, estoy seguro de eso, hasta que Idiota Dos interviene, le susurra algo y ambos se van a un auto a poca distancia de allí. Eso fue extraño. –Oye, ¿estás bien?

La chica se encuentra sentaba en el suelo, limpiando sus lágrimas–. Gracias, estoy bien. Probablemente sean sólo unos idiota que querían asustar a alguna chica hoy.

–Lo lamento, ¿Viniste con alguien o trajiste tu propio auto?–. Pregunto mientras le ofrezco mi mano para que se apoye. Cuando está de pie, con bolso en mano, su mirada se dirige al suelo.– ¿Buscas algo?

–Vine con amigos, pero este es mi auto–. Señala el auto detrás de ella–. Estaba sacando las llaves del bolso cuando llegaron, así que deben estar en algún lugar por aquí.

Sacando mi teléfono, busqué la aplicación de la linterna para hacer la búsqueda más fácil. Las llaves se encontraban junto a la rueda del auto de al lado. Con ella dentro, a salvo, giré sobre mis talones para seguir esperando mi taxi cerca de la puerta, aún tenía que descansar para reunirme mañana con el decano de la universidad.

–¡Oye!–. La voz de la chica hizo que detuviera mi andar y me girara para estar cara a cara–. ¿Te llevo? En muestra de mi agradecimiento, por... ya sabes–. Hizo un gesto con las manos y sonrió tímidamente.

Bueno, ¿Qué sería mejor? Seguir esperando a un taxi que podría tardar horas en llegar o irme con esta chica que, al parecer, es inofensiva, pero sigue siendo una desconocida. Bah, tomaré la segunda opción.

–Bien–. Dije para después montarme en el asiento del pasajero. El auto tenía la tapicería de color negro, con pequeños detalles en rojo, y olía a chicle de menta. Me pregunto sí es un ambientador, o sólo esta chica tiene una obsesión con ese chicle.

Antes de salir del lugar, pidió mi dirección, y como esta noche iría a casa de papá, le di esa, un tanto incómodo. No todos los días ayudas a un completo desconocido en un bar y al minuto siguiente te estaba llevando a casa. Esta noche estaba terminando de una forma bastante peculiar.

Después de unos minutos de camino, encendió el equipo de sonido. Y una canción del CD que estaba dentro, empezó a sonar. Billie Jean de Michael Jackson llenó el auto. Probablemente sea una de las pocas personas en el mundo que no le guste MJ. No tenía explicación, su música y yo, no nos llevábamos.

En el coro, ella empezó a tararear. Y en algún punto giró a verme, por la sorpresa en su rostro, podria decir, que el mío, inconscientemente tenía una mueca de desagrado.

–¿Qué pasa?–. Preguntó.

–No me gusta Michael Jackson–. Me encogí de hombros.

–¡¿Qué no te gusta qué?!–. Casi gritó, abriendo mucho los ojos, solté una carcajada.

–No es lo mío

–¡Pero es el rey del pop!– Objetó.

–Y que genial por él. Pero aún así, no me gusta su música.

El resto del viaje se la pasó diciendo los pros y los contras de MJ, que sinceramente, ignoré. Ya llegados a la urbanización donde vivía mi papá, le agradecí y bajé el auto. Caminando por la calle, me di cuenta que no me había dicho su nombre, ni yo el mío a ella.

Ya para cuando estaba bañado y acostado en mi cama, pensé en todo lo que había sucedido a lo largo de mi día. Desde papá agotado por el trabajo, hasta cuando decidí irme solo del bar. Por supuesto que mis pensamientos fueron a parar en la extraña chica, que a pesar de sus gustos musicales ser un poco cuestionables a mi parecer, me había caído bien.

Así que, pensando en una desconocida, y deseando que los días por venir fueran mejores que este, me quedé dormido.

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