Capitulo 3: Clases

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Por lo que se sentían horas la chica y yo nos observamos como dos estúpidos, de mi boca querían salir las mil preguntas que danzaban en mi mente, pero me conocía en las situaciones incómodas, diría cualquier bobada. Justo como lo que salió de mi boca:

–¿Tú?–. Fue lo que logré soltar. Bien hecho, pensé. Creo que el tono de mi voz era bastante despectivo, ella en serio creería que era un imbécil.

Sus ojos reflejaban lo que no decía en voz alta. La confusión e incomodidad se veían claramente en su rostro. Casi podía escuchar sus pensamientos con palabras poco amables hacia mi persona.  Y podría jurar que me regalaría una linda bofetada, hasta que sonrió.

–Al parecer nos volvemos encontrar–. Dijo y acomodó su un mechón castaño oscuro de su cabello, tras su oreja.

–Si–. Susurré, no entendía mi comportamiento. Quizás por la sorpresa de volver a verla, justo en mi puerta.

–Creo que la última vez no nos presentamos– Comentó extendiendo su mano hacia mi–. Soy Mac Morris.

–Ean Kecheer–. Me presenté estrechando su pequeña y delicada mano, todo en ella parecía pequeño y delicado. Desde su cabello castaño que caía suelto por su espalda, hasta su piel pálida, ojos marrones y pestañas largas. Linda. A pesar de lo simple que vestía -pantalon negro, una camisa de tirantes del mismo color y zapatos celestes– se podía notar a leguas el buen cuerpo que tenía. Realmente no la había detallado hasta este momento.

Y qué buena impresión.

–Bueno, Ean. Creo que tengo que pasar. Soy tu nueva compañera–. Habló, sacándome de mis pensamientos. Rápidamente me hice a un lado y ella entró en el departamento, cerré la puerta a mi espalda.

Ella se quedó embobada viendo la sala. La verdad es que el lugar era bastante acogedor, mi madre se encargó de ayudarme a que, el lugar donde viviría los próximos años, fuera un hogar para mí. Había un sofá frente la televisión y una mesita de café en medio de ambos. Más allá se podía observar la barra americana que dividía la sala de la cocina. Era un sitio pequeño pero bonito que tenía lo básico y necesario.

Empecé a explicarle donde estaba cada cosa y qué era cada puerta del pasillo. La guié hacia su habitación y la observé entrar. Me quedé como tonto observando su puerta un par de minutos y luego me dirigí a la cocina para hacerme algo rápido de comer.

****

MAC

El destino era muy raro a veces, ¿Cómo, rayos, teníamos que encontrarnos justamente en este lugar? Si sabía que mi compañero sería un hombre. Pero no él.

Estaba en la que se suponía sería mi habitación observando la cama individual y las mesas de noche a cada lado de esta. También había un ropero y una pequeña mesa de madera justo bajo una ventana.

Sé que aún tengo que buscar mis cosas del auto, pero quería procesar todo lo que había sucedido hasta este momento. Entré en Instagram donde hacia pocas horas había subido una foto, y a pesar de qué tenía como seguidores a mi familia, o bueno, la familia que sabía de la situación de mi hermano, estaba teniendo bastante likes.

Después de un rato, decidí que era momento de recoger mis cosas. Así que salí de la habitación y una idea cruzó por mi cabeza. Me levanté de la cama y guía a la sala, donde se escuchaba la televisión. En el sofá, estaba Ean viendo un programa.

–¿Ean?–. Pregunté–. ¿Podrías ayudarme a sacar mis cosas del auto? Y podría pagarte comprando golosinas para un maratón de películas. Para conocernos mejor, y todo eso–. Propuse.

–Claro–. Respondió y salimos por la puerta.

***

–¿Sigue sin gustarme Michael Jackson?–. Pregunté luego de un rato mientras dejaba un par de bolsas con las golosinas que había adquirido. Ya mis cajas descansaban en el suelo de mi habitación.

–Todavía. Hace mucho tiempo intenté escucharlo más para ver si le agarraba el gusto, pero no–. Expliqué mientras sacaba las cosas de las bolsas.

_Yo podría hacer que te guste. A tal punto, que te aprenderás la coreografía de Thriller.

–Por supuesto–. Aseguró sarcástico.

Cuando las golosinas estuvieron sobre la barra, ambos observamos decidiendo que comeríamos.–Estas son increíblemente buenas.– Dijo mientras agarraba los Kinder. Eran los favoritos de mi mamá, y recordar que hubo un tiempo en el que no podíamos ni salir de casa para conseguirselos era algo que me ponía triste.

–Bueno, yo quiero este–. Dije y agarré un paquete de Doritos.

Ambos, hombro junto hombro en el sofá decidimos ver una película de terror. Yo sólo podía entrecerrar mis ojos en cada escena medianamente escalofriante, mientras que el señor #EanNoMeDaMiedoNadaKecheer veía y hasta sonreía cuando yo me sobresaltada. Idiota.

En algún punto de la película empezamos a hablar y me contó que estaba estudiando administración ya que, en algunos años se encargaría de llevar el legado familiar.

–¿Y tú? ¿Qué estudias?–. Preguntó, con su mirada fija en la pantalla.

–Leyes–. Susurré.

–No suenas muy animada.

–Oh, no, no. Lo estoy. Es sólo que siempre quise estudiar arte, pero por algunos asuntos no pude. Y bueno, leyes me llamaban la atención.

Ya para cuando era casi la media noche, cada uno se fue a su habitación. Decidí acomodar mi ropa en su respectivo lugar, para no andar estresada mañana. Y me fui a dormir. Mañana era el primer día.

***

22 de Septiembre del 2010.

La universidad era un lugar gigante y tenía un edificio para cada carrera que daban. Habían unas personas corriendo por los pasillos y otras hablando entre sí. Me dirigí a mi casillero mientras leía de nuevo el horario. Rápidamente saqué de mi bolso los libros que no utilizaría hoy y fui directo al salón donde sería la primera clase.

En el aula no habían muchas personas, así que podía escoger donde sentarme. Decidí hacerlo en la tercera fila de arriba hacia abajo. Las persona siguieron llegando mientras yo jugaba con mi teléfono esperando a que empezara la clase. Escuché un carraspeo y levanté mi mirada hacia la hice de piel achocolatada y linda vestimenta.

–Hola, soy Lily McDaniels. ¿Puedo sentarme en este lugar?–. Preguntó, haciendo referencia al asiento a mi lado.

–Por supuesto.– Asentí–. Soy Mac Morris, un gusto.

–El gusto es mío, Mac–. Dijo  dirigió su mirada al frente, donde el profesor estaba acomodando sus cosas en su mesa.

–Buenos días, estudiantes. Soy el profesor Walker y les daré Teoría del derecho–. Explicó–. No tendrás problema con la materia, si de verdad les llama la atención la abogacía. Aquí ganan o pierden, así de simple–. Tomó un marcador y empezó a escribir en la pizarra.

Hice una pequeña mueca por sus palabras, sólo rezaba internamente para que estos años no fueran tan difíciles. Lo lograría, ganaría. Por mi familia.

MacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora