OOO. prólogo

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Las gotas de agua caían suavemente sobre el suelo, empapando lentamente la tierra y filtrándose a través de los pequeños orificios de las goteras en las casas

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Las gotas de agua caían suavemente sobre el suelo, empapando lentamente la tierra y filtrándose a través de los pequeños orificios de las goteras en las casas. La noche estaba oscura y sombría, casi como si el cielo estuviera cubierto por una pesada manta negra. Era una de esas noches en las que se prohibió a la gente salir de sus hogares, una noche en la que el viento aullaba y la lluvia no dejaba de caer. El 4 de agosto se había convertido en un día sombrío, marcado por una sensación de inquietud en el aire.

En medio de esta atmósfera cargada, una mujer de piel clara se encontraba en trabajo de parto, luchando con cada dolor que la atravesaba. Finalmente, tras el esfuerzo y el cansancio, nació una niña con la piel blanca como la nieve, los ojos de un morado intenso que reflejaban la serenidad de su madre, y el cabello negro como la oscuridad de la noche. La pequeña fue cuidadosamente sostenida por su madre, Uchiha Mikoto, quien la miraba con ternura.

—Qué linda es...—decía Mikoto, con una sonrisa cálida y llena de amor, mientras acunaba a su hija en brazos. —Es bonita, ¿no, Fugaku?—añadió, mirando a su esposo con una expresión llena de afecto.

—Supongo... es tu hija.—respondió Fugaku con un tono algo distante, aunque su mirada reflejaba una suave admiración. —Solo espero que no nos dé problemas.—dijo, suspirando mientras salía de la habitación, su rostro mostrando una mezcla de seriedad y preocupación.

En ese momento, una figura conocida entró en la habitación. Era Yaguma, quien miró a la niña con una sonrisa nostálgica.

—Se parece a ti cuando eras niña.—comentó Yaguma con suavidad, mientras observaba a la pequeña con cariño.

—Sí...—respondió Mikoto, asintiendo mientras observaba a su hija con los ojos llenos de emoción. —¿Podrías quedarte con la niña?—preguntó, mientras la sostenía cuidadosamente en sus brazos, sintiendo el calor de su hija y la conexión que se formaba con cada segundo que pasaba.

—Está bien.—dijo Yaguma con una sonrisa tranquilizadora, acercándose a Mikoto para tomar a la pequeña.

En otro rincón de la casa, en un ambiente mucho más tranquilo, se escuchó una voz cálida que susurraba con suavidad

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En otro rincón de la casa, en un ambiente mucho más tranquilo, se escuchó una voz cálida que susurraba con suavidad.

—Mi niña...—dijo una voz profunda, cargada de amor y ternura. —Hoy conocerás a tu hermanito.—pronunció con dulzura, tocando suavemente la mejilla de la pequeña, transmitiéndole su ternura a través de un simple gesto.

—¿En serio?—respondió la niña con un tono de asombro, mirando a la figura que la rodeaba, como si no pudiera comprender completamente lo que se le estaba diciendo.

—Sí.—contestó la figura, retirando lentamente su mano de la mejilla de la niña con una sonrisa cariñosa.

—Papá...—susurró la pequeña, tomando un aire profundo y mirando hacia el suelo, donde una piedra estaba a sus pies.

—Dime.—respondió el padre, agachándose para estar a su altura, con una mirada comprensiva.

—¿Cuál fue tu inspiración para ser fuerte?—preguntó la niña, con la voz un poco triste, mientras pateaba suavemente la piedra que descansaba en el suelo, como si esta pudiera entender sus sentimientos.

ALONE.   shisui uchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora